martes, 11 de abril de 2023

El Harem 6: El pago del premio y el nacimiento de Gisela

AUTORA: Tatiana Lopez



Cuando ya estaba maquillada y lista, Hadifa me puso de nuevo el velo y dándome un fuerte pellizco en la nalga derecha, me dijo “vamos putón a follar esa pollita joven y caliente del amo Hadil. Trátala como tú sabes…”.

Detrás de ella me presente en el salón, donde las únicas dos mujeres éramos nosotras dos. Hadifa se dirigió al amo Hadil y le dijo “aquí tiene amo la puta que ha ganado en el juego y que ha elegido, se llama Tatiana”.

Hadil me dio un fuerte manotazo en el culo y me dijo “puta esclava ve a la habitación y me esperas arrodillada…cerdaaa”, ante los comentarios chistosos y carcajadas de los amos presentes.

Yo agache la cabeza y aligerando el paso cruce aquel salón, contorneado muchísimo mis caderas, por el bamboleo que en mis nalgas producían los altos tacones que llevaba puestos, viendo como casi todos los machos que allí había me miraban con ojos de lujuria y deseo de usarme, así comencé a subir la escalera en dirección a la habitación, que me indico Hadifa.


El amo Hadil, no tardó en llegar ni cinco minutos, cuando llegó a la habitación me tenía al lado de la puerta de rodillas, como me había ordenado. “Levántate esclava…y perdóname por el fuerte manotazo que antes te he dado en tu culete…” se excusó. Yo le contesté “mi amo, esta pobre esclava no tiene nada que perdonar…, si mi amo me ha querido dar ese manotazo…., debo aceptarlo, debo haberlo merecido y por tanto, me tiene que gustar, como así ha sido…, me ha gustado mucho que me diera ese manotazo delante de todos los amos…”. Respondiendo seguidamente Hadil: “No llego a comprender como podéis ser tan sumisas y soportar con agrado, las vejaciones que os hacen vuestros amos…, siendo hombres convertidos en lindas hembras a golpe de fusta…, no comprendo cómo os mostráis obedientes, sumisas y más femeninas que las propias mujeres…”.

Le pregunté si le podía responder y dándome permiso mi amo, le comencé a explicar: “Somos así, porque somos verdaderas mujeres y nos sentimos mujeres desde siempre, nos vemos mujeres guapas como cualquier otra, nosotras nunca fuimos hombres…, a nosotras nos gusta tanto los hombres, que nos hacemos esclavas de ellos, nos gusta tanto sus pollas que enloquecemos por ellas…, nos gusta tanto su semen…, que nos olvidamos de nuestra virilidad, de nuestra libertad…., somos felices así, satisfaciendo a nuestros hombres, satisfaciendo a nuestros amos, siendo sus esclavas sexuales, ofreciéndoles y dándoles lo que les gusta y todo lo que nos piden y ordenan…, por eso nuestros señores no pueden dejar de visitarnos…., encuentran en nosotras lo que no les ofrecen las mujeres de verdad”.

El amo Hadil contestó: “Eso será…, pero no llego a comprender…, tiene que ser muy bonito y muy excitante que tíos hechos y derechos, sean convertidos en sumisas putitas, porque os veo disfrutar, aunque a veces me dais pena y otras veces envidia…”. “¿Envidia mí amo?” le pregunté y añadí “¿acaso mi bello amo desearía probar…., le gustaría convertirse en una yegua como nosotras?”.

Enseguida dijo “calla calla puta descerebrada…, yo verme vestido de furcia y follado por un tío…, con lo que a mí me gusta una hembra…, decía envidia por teneros en mi cuadra".

 “No pasa nada por probar mi amo, si no siempre le quedará esa duda, si no le gusta ya probó y si le gusta…, pues le ha gustado y ya está” -le respondí. Y añadí: “Además se lo propongo para hacerlo aquí…, nadie se va a enterar…”. “¿Para hacerlo aquí?” me increpó y le respondí: “Sí mi amo, aquí en esta habitación…, en el secreto de este serrallo, como si fuéramos dos esclavas de un harem”.

“En que lío me estás metido ramera…, y si me gusta?” preguntó, a lo que sonriendo le contesté “pues nada…, puede ser que le guste un poquito y lo haga cuando quiera o con quien quiera…, o le guste mucho…y se vea perteneciendo como yegua a una importante cuadra como la que tiene su tío el amo Hatim y participar en actos como éste, poniendo su coñito a disposición del amo que la compre en subasta…., la verdad…, que debía probar amo, es usted tan guapo y conmigo no va a tener problema…, yo no la puedo violar, soy totalmente pasiva, además mi pichita la tengo enjaulada como verá. Y seguí proponiéndole: ¿Por qué no me deja que le pinte un poco los labios mí amo?....Contestando el amo: Anda déjame….”. Al instante dijo el amo: “Esto que no salga de aquí putón, esto ha de quedar entre tu y yo…, como alguien se entere, dejarías de existir maricona..., te quitaría la existencia…” . Yo le jure y perjuré, que nunca lo sabría nadie, nada más que él y yo.

“Anda…pues empieza ya…” me ordenó el joven amo Hadil.

Fui al baño a por una barra labial, un perfilador, un poco de maquillaje y un pequeño espejo. Volví y allí estaba el joven amo Hadil, esperándome como una perra sumisa en celo. Me puse manos a la obra y cuando termine y se miró al espejo, no pudo dejar de decir: “pero esa perrita tan linda soy yo…?, pero si estoy guapísima…, que ojos me has pintado y la boquita tan roja y perfilada con un color más oscuro, enteramente parezco una putita de un burdel caro…, si me gusto hasta yo a mí mismo, cuanto no gustaría a alguno de esos que está ahí abajo…, seguro que sería una de las más valoradas por mi femenina belleza…, esos hambrientos de culo de ahí fuera, seguro que estarían dispuestos a pagar una gran fortuna por una esclava bella como yo...”.

“Ve usted mi amo…, ya se lo decía yo…” añadí. “Quita, quita, desmaquíllame ahora mismo o cojo la fusta y veras como te pongo el culo…” dijo el amo con malhumor. “No sea usted así” le dije, “¿no le gustaría que jugáramos a que usted fuera mi ama y yo su putita esclava y hacer un lésbico entre las dos…, mí amo?” y añadí “ya que está usted tan guapa maquillada, porque no se pone mi sujetador, mi tanga y el velo que yo llevo, mis sandalias de tacón para que viva esa experiencia y vemos como le queda…, que seguro va a quedar como una odalisca bellísima…”.

Note que le gustó mucho cuando le llamé “guapa” por el gesto que hizo su cara y añadí “ya hay en la casa una putita más…., ayyy sí se enteraran el resto de amos”. De repente dijo el amo: “venga cerda, sigue a ver en qué queda esto…”. Entonces vi el cielo abierto. Le puse primero las medias de rejilla que yo llevaba, después el tanga aunque se le salía su pollón descomunal por todos lados, pero como pude se lo camufle un poquito, seguí poniéndole el sujetador, la peiné un poco a lo garzón al llevar su pelo un poquito engominado, y seguidamente se montó en aquellos taconazos de doce centímetros.

Empezó a andar y a contornear sus caderas como yo le indicaba, pareciéndome una estrella de cine y ella cuando anduvo unos instantes, en lo alto de sus tacones, se sentía como una reina. Entonces le dije “vengan mí ama a mirarse en este espejo”. “¿mí ama? dices guarra” me increpó el amo Hadil.

“Sí señora…, yo así tan guapa no le puedo llamar amo. Lo que debería es ir pensando un nombre femenino señora” le dije.

Cuando se miró en el espejo y vio lo guapa que estaba, que no tenía nada que envidiar a una chica de 18 años, su edad, no pudo cuando menos que decir: “mmm tienes razón putón, estoy guapísima, hasta a mí me gustaría follar con esa mujer del espejo. Hasta a mí, me gustaría follar con ella.”. “Pues vamos a practicar Gisela, porque se va a llamar Gisela…, ¿Qué le parece?..., ¿le gusta el nombre?..., es un nombre propio de una putita de puticlub” le dije y le volví a preguntar “¿le gusta ese nombre…?.

Contestando ella “me encanta ese nombre, Gisela…, va que ni al pelo a la ramera que veo en el espejo…”. Y le pregunté “¿señora que rol desea adoptar de ama o esclava? ya puestos…., podría ser usted mi esclava, para que viva en primera persona, lo que sentimos las hembras como nosotras, siendo esclavas”. Contestado Gisela: “ya puestos…, hagamos lo que dices, en verdad me está gustando la experiencia…”.

Acto seguido le dije “esclava Gisela de rodillas” y obedeció poniéndose inmediatamente de rodillas, “lame los pies de tu ama” y humillándose hasta alcanzar el suelo, me besó los pies.

Vi que se estaba poniendo su polla gordita y dándole con una fusta que allí había en el culo, le dije “putita ¿a qué te está gustando?”, respondiendo un rotundo “sí me encanta…”.

Lo que me convenció de que el amo Hadil, se había convertido para siempre en una puta esclava maricona, digna de pertenecer a cualquier harem o cuadra, que se preciara de tener lo mejor en ese género.

Le hice rozar de nuevo la fusta y dio un respingo su culito en la posición que se hallaba, osea totalmente humillada a mis pies.

Le dije “a que creías que te iba a dar de nuevo” y contestó “sí”, entonces le propiné un fuerte fustazo en su pompis, que instintivamente le hizo dar un chillido de dolor de perra en celo, y le dije “se dice sí mi ama, eres una yegua que necesita doma y educación, para poder ser vendida a una buena cuadra …, has comprobado lo que le duele a una mujer que le pegue su amo?” y contestó “sí mi ama”. “A Esther esta tarde el amo Said, la ha calentado bien, la ha azotado diez o quince veces, deseo devolverte a ti putón, el mismo número de lapos, si no obedeces” le comenté y contesto la putita “no mi ama, seré sumisa y obediente y haré todo lo que me ordene…aun así si desea azotarme hágalo, para eso soy su esclava…”. “Así me gusta cerda….a cuatro patas súbete a la cama que te vas a tragar por tu coñito joven y tragón un buen rabo”.

Obedeció la linda esclava Gisela, a la que apartándole el hilo del tanga, comencé a intentar meterle dos dedos en su chochete. Cada vez que presionaba, se le iba un suspiro. Le pregunté “¿eres virgen?”, “sí mi ama”, y le seguí preguntando “¿nunca ha intentado ningún amo follarte putita?, contestando “no nunca”, añadiéndole yo “podía llamar a tu padre y sus amigos para que subieran y te partieran el coño de puta que tienes…”, “no ama no…por favor…no haga eso…”contestó Gisela.

Acercando mi lengua a aquel divino agujerito que aquella esclava tenía, le di un lametón que le hizo estremecerse de gusto. Le pregunté “¿te ha gustado verdad?, respondiéndome “Sí mi ama”. A lo que le comenté “...por eso nos hacemos esclavas, porque nos gusta que nos laman el coño, nos lo taladren, nos lo rompan en dos pedazos, y que un hombre macho haga con él lo que quiera…, tú de ahora en adelante, cuando un hombre te pida tu coño, como buena puta…, debes dárselo sin contemplaciones, te has convertido en una perra maricona…, porque de ahora en adelante, serás una maricona esclava de tus deseos, dispuesta a satisfacerlos con el primer macho que te dé la oportunidad en hacerte su zorra…, entiendes ahora?”. Casi gimiendo susurró “sí mi ama, ya entiendo porque nos dejamos humillar”.

“Pues ahora después entenderás mejor, putita” le contesté. Cogí el plug anal que sirvió para dilatar a Esther, que aún se encontraba allí junto a la cola de zorra que yo utilice, lubrique un poco el coño de la putita Gisela y sin que ella lo esperara, barrené su agujero, metiéndolo hasta el final. Gisela dio un grito de dolor y gusto a la vez y se dejó caer sobre la cama. “Mantén tu postura puta esclava….” le dije dándole un fuerte manotazo para que continuara a cuatro patas y enseguida obedeció, comencé a dar movimiento al plug, lo metía hasta el fondo y la esclava lanzaba un suspiro, se lo sacaba y seguidamente más fuerte gemía cuando lo notaba llegar a sus entrañas y así, hasta que era un chorro de jugos lo que soltaba de aquel coño.

 Cuando se lo retiré me suplicó Gisela que se lo volviera a meter, cosa que hice dando un fuerte empujón y entrando casi sin oposición. La esclava dio un alarido muy femenino y vi como su pollón se ponía en total erección, le mande dar la vuelta para presionar su culito contra el colchón, con aquel artefacto introducido. Aprovechando aquella erección le dije “perra ahora vas a follar a tu ama Tatiana…, puse mi coñito sobre aquel rascacielos de pene duro y erecto, y me lo introduje hasta lo más profundo, con mis piernas comencé a subir y bajar sobre aquel pollón, que a medida que iba cogiendo grosor, presionaba sobre las paredes de mi chocho con intensidad, dura y caliente como un hierro recién sacado del horno. Cada vez que dejaba caer mi coño sobre mi esclava, notaba que aquella polla explotaría en breves momentos, porque además a ella se le iba un chillido de gusto, al presionar yo con mi cuerpo sobre el suyo y esta presión sobre su coño, y a su vez, ese movimiento mandar presión sobre el plug que tenía introducido la esclava.

Gisela estaba loquita de gusto, sus ojos vueltos, su respiración acelerada, caliente como un ascua, así nos giramos y comenzamos a hacer postura de la cucharita, yo lleve mi mano derecha al dildo que la esclava tenia clavado en su culito y lo presionaba con fuerza, ella decía “aaaaggg aaagggg que gusto” y presionaba contra mi coñito introduciéndome aún más su rabazo. “Las dos putas gozando a la vez, las dos locas del gusto que recibimos, las dos encantadas de ser esclavas sexuales al servicio de sus hombres, al servicio de sus amos…, no te gusta esclava Gisela?” le dije. “Si mi ama, yo deseo para siempre ser una maricona, ser yegua propiedad de un amo que me incluya en su cuadra y no se arrepentirá de tenerme de esclava…mmm…aggg… aggg que gustazo siento follándote ama y siendo follada…mmm…aggg..aggg…” y explotó, sentí como me llenaba de lefa hasta bien dentro, como me había preñado la muy zorra… siendo la primera polla que me follaba como merezco, desde que estoy aquí en este serrallo de mariquitas odaliscas, esclavas de sus amos. De mi coño salía leche a rabiar, la muy zorrona parecía haber descargado el flujo contenido durante años y que lo había tenido guardado para mí.

Poniendo mi coñito a la altura de su boca, le dije “Gisela putita mía, limpia el chochito de tu ama” y sumisamente como una gatita obediente, la esclava hizo su trabajo con esmero sacando su linda lengua y relamiéndose cuando tragaba su manjar.

Me dispuse yo acto seguido a limpiarle su pollita, que aún estaba impregnada de los jugos de mi coño, cada vez que le rozaba mi lengua por la punta se estremecía y daba un quejido de gusto. Comencé a decirle a mi esclava Gisela que me había gustado mucho su comportamiento, que era una hembra muy mujer y que podría ser una buena yegua en cualquier harem.

Le insinúe que podría hablar con el amo Hamtum, para que la incluyera con nosotras y pasaríamos a ser ocho esclavas. “No eso nunca…ama Tatiana…no me gustaría caer en manos de mis amigos…, veo que son muy duros con vosotras y os tratan muy mal” me contestó la esclava, respondiéndole yo “nos tratan como ellos quieren porque son nuestros amos…, como deben tratarnos puesto que somos sus esclavas…, tu no podrás nunca olvidar este momento y pronto te veré como nosotras…, comiendo y follando buenas pollas”.

Estábamos así tranquilas charlando y de repente dio un sobresalto y miró su reloj que lo había dejado sobre la mesa, le cambio a Gisela la cara de placer y complacencia que tenía y de improviso se le puso cara de amo cabroncete, me dio una bofetada y me dijo “ya está bien putón…, se acabó el juego…, llevamos puteando más de dos horas… y prometí devolverte a tu amo en dos horas…, desmaquíllame yaaaa…zorraaaa…, venga levántate rápido y a trabajar…”, diciendo eso me dio dos fuertes lapazos con la fusta en mis espadas y dándome una patada en la cadera me echó de la cama, donde yacíamos.

Me apresuré a desmaquillar a mi amo Hadil, a despojarlo de todo vestigio de feminidad y él fue desprendiéndose del carácter sumiso y complaciente de la esclava Gisela. Me volvió a recordar que de lo ocurrido ni hablar con nadie, si quería mantenerme viva. Me cogió por la espalda, me dio un bocado en la oreja izquierda muy fuerte, que me hizo ponerme muy cachonda y acto seguido me dio la vuelta, me empezó a chupar mi pezón derecho y me abrace a él notando su gran pollón, como relajado se refregaba por mi clítoris.

Estando así y cuando yo empece a notar de nuevo que me chorreaba el coño de gusto, me dio un fuerte bocado en mi pezón, escapándoseme un fuerte alarido de dolor y estuvo presionando mi tetita, unos instantes. Luego dijo “ea ya te he marcado cerda…ya eres también de mi propiedad…”. Me volvió a dar un fuerte manotazo en el culo y me dijo “limpia bien esta habitación y no dejes rastro de lo que tú sabes…, cuando termines ve a buscar a tu amo Said”, respondí “si mi amo”, otra vez habíamos vuelto al principio a ser lo que yo era, una puta perra en manos de su amo.

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