AUTORA: Saradulce |
Hoy me siento putilla. Tengo irreprimibles ganas de sentirme una nenita fácil, a disposición de quien desee usar mi cuerpo para satisfacerse. Hoy voy a ser Sara de nuevo. Sara, mi alter ego, la ciberzorra, la calientapollas gratuita. La ninfa secreta y accesible que vive bajo mi piel de universitario joven.
Mi exnovia, en la cama, me trataba muchas veces como a una mujercita, penetrándome con sus dedos mientras mi polla palpitaba, tensa y quieta, en el fondo de su coño. Gracias a ella he descubierto poco a poco, en el transcurso de este año, el salvaje placer que me proporciona el cambio de roles, la feminización de mi cuerpo, el continuo e imparable multiorgasmo mental que acompañaba cada embestida de sus dedos, cada jadeo abandonado, cada palabra sucia susurrada en mi oído mientras me sodomizaba. Hay que follarse a las mentes, afirma el lúcido personaje Dante en la película Martín Hache.
Yo siento mi mente penetrada, anegada, rendida ante la evidencia de estar gozando como una perra... algo que no hubiera imaginado siquiera hace un año, cuando aún pensaba que existía una muralla infranqueable entre dos sexos, que sólo hay heteros u homos, sólo blancos o negros, sólo hombres o mujeres. Ahora comprendo que los modos de gozar son infinitos, que el único límite del placer es la frontera de la propia Imaginación, esa Venus veleidosa y mórbida que, en mi caso, me lanza a transformarme, a adoptar todas las máscaras, a jugar a todos los juegos, a descubrir regiones inexploradas de mi cuerpo y de los cuerpos que me rodean.