miércoles, 25 de septiembre de 2019

Verónica conoce a su macho






Hola a todos, me llamo Verónica y en este relato os voy a contar cómo conocí a mi macho cuando me mudé a Madrid para comenzar mis estudios universitarios.

   Quería avisaros de que quizás me haya extendido bastante a la hora de relatar lo que sucedió, pero he pretendido reflejar todo lo que pasaba por mi cabeza en esos momentos. Espero vuestras impresiones y comentarios.

   Siempre me he considerado un chico tímido, con éxito en mis estudios pero con no tanta suerte socialmente. Mi cuerpo no estaba mal a mi parecer, mido 177 y soy delgado, peso alrededor de 60 kg. Tengo el pelo largo aunque por el resto del cuerpo apenas tenía, lo que junto a mis rasgos un poco andróginos me conferían un aspecto delicado y hasta cierto punto femenino. Mi culito era una de las partes de mi cuerpo que más me gustaban, lo tenía parado y redondito, fruto de la costumbre que tenía de subir escaleras. Por otra parte, mi clitty es pequeñito, apenas llega a los 10 cm y es una de las razones por las que nunca había estado con una chica ya que me sentía bastante cohibido y me daba mucha vergüenza que pudieran reírse de mi tamaño. Con el tiempo y en especial cuando me vestía, esto en lugar de verlo como un hándicap lo comencé a ver como una ventaja ya que me confería un aspecto mucho más femenino.

   Cuando ocurrió todo esto hacía un par de meses que acababa de cumplir mis 18 años y que me había mudado a Madrid para comenzar mis estudios universitarios. Por aquel entonces tuve que acostumbrarme a un nuevo estilo de vida ya que hasta entonces había estado viviendo en casa de mis padres. Ahora tenía un pequeño apartamento que me ofrecía la posibilidad de poder experimentar con aquellas cosas que siempre había querido hacer o bien tenía ganas de seguir haciendo. Una de esas cosas fue la de vestirme y aunque quizás en alguna ocasión os cuente mis inicios como crossdresser, tengo que deciros que cuando me mudé a Madrid tenía más libertad y fui ampliando mi fondo de armario. Me armé de valor y pasé por alguna tienda de ropa y por algún bazar chino para hacerme con prendas como algún top, un par de vestidos y por supuesto numerosa ropa interior. En apenas un par de meses llegué a tener ropa suficiente como para llenar una lavadora y siempre que llegaba de la universidad cambiaba mis prendas masculinas por mi nueva ropa. Pasaba el tiempo en casa con medias, braguitas… y me encantaba tanto la sensación que con el paso del tiempo comencé a llevarlas debajo de mi ropa de chico.

sábado, 21 de septiembre de 2019

Juventud en casa mis tíos 8 - A la calle vestidita


 
AUTORA: Jose Dulce



-Dani, buenos días, ya he oído que tu tío te ha dado los buenos días a su manera jeje. Se te ha oido gemir en toda la casa - dijo mi tía sentándose al lado en la cama.

Traté de taparme con la sábana, pero mi tía me lo impidió suavemente mientras me decía que ya teníamos confianza y que no tenía nada que ocultar.

-Dani, creo que ya tenemos suficiente confianza, puedes seguír acariciando tu polla, que la tienes preciosa, mientras charlamos - me dijo mi tía mientras abría la sábana y dejaba mi polla al descubierto - Además la tienes muy dura, te ha vuelto a gustar que tu tío te la metiera?, se os ha oído en toda la casa.
- Sí tía, ha venido de repente y casi sin decirme nada me ha vuelto a follar mi culito. 
- Claro, ya te trata como si fueras su chica y no me importa compartirle contigo porque eres mi sobrinita favorita. Además creo que te está gustando mucho.
- Sí, tia hoy no me he corrido aún pero cuando me la ha metido he disfrutado incluso más que ayer.
- Claro Dani, y cada vez te gustará más. Acabarás teniendo un novio con el que dormirás todas las noches y podrás abrazarle y besarle en lugar de dormir sola.
- Pero tía, yo nunca me había planteado ser gay. 
- Dani, se te nota que te gustan los hombres, y eso es muy bonito. No pasa nada porque no lo hayas pensado antes. Ahora tienes la oportunidad de sentirte mujer y vivir esa experiencia y ya verás como la disfrutas. Además no me negarás que no te excita, tienes tu pollita totalmente empalmada.
- Sí tía, estoy muy caliente, y cada vez que hablo contigo y me dices esas cosas me excito más. Vas a acabar convenciéndome de que sí tengo alguna parte de mi femenina.
- Una parte de ti no Daniela. Toda tú eras una zorrita, pero no lo querías reconocer. Tu tío y yo lo habíamos hablado muchas veces. Sabíamos que eras muy gay desde pequeñito. No le des más vueltas Daniela, ya verás que bien lo pasamos los tres, y sobre todo tú que estás descubriendo todo lo que puede disfrutar una mujer.

jueves, 19 de septiembre de 2019

Laia te recibe


 
AUTORA: Laia CD


He tomado el control.

Cada vez resulta más fácil. Apoderarme de la situación ha dejado de ser un reto, la situación es mía. Ahora soy yo la que le controla a él. A veces, todavía le permito pensar que tiene el timón, que no soy más que un juego.

Sin embargo, soy real. Estoy aquí y voy a demostrarlo. Esta noche, voy a perder la virginidad. Siendo yo, sin usar su envoltorio. Laia ya no juega sola. Esta noche, me someteré por completo a la voluntad de un hombre.

Tomar el control de ESE ‘hombre’ que ocupa mi cuerpo para entregárselo a otro HOMBRE. A uno cualquiera, con el único requisito de que quiera usarme a su antojo, de ser su juguete sexual, un mero instrumento cuya única misión es dar placer.



Viernes, 27 de abril de 2014



Han pasado dos semanas, pero recuerdo perfectamente cada detalle de aquella noche. Aquella simple idea de ser usada era más eficaz que el mejor lubricante del mercado.

Desde luego, no era la primera vez que ese pensamiento sacudía mi mente, pero ESE siempre me frenaba, no me dejaba tomar el mando. Eso era historia. Imparable, encendí el pc dispuesta a seleccionar al candidato. La tarea me llevó horas, hasta que finalmente lo encontré. Su descripción me puso a tono, y su disposición terminó de convencerme.

Vendría a mi casa en bici, la dejaría aparcada junto a mi casa y pediría un taxi para ir a la suya. Una vez satisfecho, tomaríamos otro taxi de vuelta. Aquello me dio confianza, y el pensamiento de ser su puta a domicilio me tenía al borde del éxtasis.

Le dejé en espera y fui a la ducha, no sin antes preparar el modelito para mi debut. Había dejado que fuera él quien lo seleccionara, al menos en parte. Se empeñó en LOS leggins y LOS taconazos (ver foto). No pude hacer otra cosa que celebrar su decisión, había acertado de pleno.

Para la ropa interior, cogí mi precioso conjunto negro de encaje, junto a la falda negra con cadenita plateada que ESE le robó a su ex, y lo acompañé con mi camiseta rosa de estrellitas, que complementé con pendientes y pulsera rosa, collar plateado y diadema también rosa. Minutos antes, regresé al pc para darle la orden de salida.

Había pasado una media hora cuando enfilé la puerta de la calle minutos después oír el timbre de una bicicleta por la ventana. Comprobé mi maquillaje, lo metí al bolso para poder retocarme después y escribí a mi mejor amiga para contárselo. Una es puta pero precavida.

martes, 10 de septiembre de 2019

Mi primer encuentro Parte 5


 
AUTORA: Sasha


Cuando volví de la cocina me crucé con un espejo que me devolvió una imagen que hace dos días me habría resultado impensable. Una chica vestida de criada con peluca pelirroja, labios rojos con carmín corrido, manchas de semen seco en la barbilla y un ball gag en el cuello, encima del collar de perra. Llevaba una bandeja con una copa de vino blanco para cumplir los deseos de aquella persona que había cambiado mi mundo en 48 horas y me había transformado en lo que reflejaba ese espejo: la esclava que siempre había deseado ser.


Le puse la copa de vino en la mesita mientras ella miraba la tele. Ni me miró. Dejé la bandeja en la cocina y me fuí al baño a asearme como me había ordenado. No había dejado ropa para cambiarme, así que supuse que debería llevar la misma. Me extrañó porque era nuestra última noche juntas, y parecía que sería una noche especial, por la visita que esperaba.
Me desvestí lentamente, primero desabrochando el ball gag, dejándolo en la repisa. Tenía manchas blancas y marrones secas en la bola roja, lo que me hizo recordar lo marrana que había sido y la vergüenza hizo que me ruborizara un poco. Luego me quité las muñequeras y las dejé al lado. Entonces saqué la llave que colgaba del aro del collar y abrí el candado, guardé el collar en el mismo sitio, con la intención de que no se mojara para volvérmelo a poner saliendo de la ducha y demostrar así a mi Ama cuanto la adoraba. Era suya hasta que nos despidiéramos mañana, y así se lo quería hacer notar.