AUTORA: PATRICIA CD |
Durante el trayecto Sergio me conto que tenía muchas ganar
de ir a comprar al sex shop con migo, era una fantasía que le daba morbo, la de
ir con una nena a por juguetitos a ese tipo de locales ya que en el fondo
estaban pensados como templos para la mujer por su erotismo y el ambiente que había
en aquellos lugares.
Entramos a la tienda, yo tenía una mezcla de morbo y miedo
pero la compañía de Sergio me daba confianza. Sergio me dijo que lo primero que
quería para mí era un buen consolador para que no echara de menos su polla.
Escogimos un consolador realista inspirado en un actor porno, me encanto la
foto de uno de un tío de unos 30 años que estaba muy fuerte y musculado, su
polla no era muy larga 16 cm pero si era gorda con veas marcadas y u buen
capullo, costaba 50 uros así que la echamos al carro. Lo siguiente que quiso
comprar Sergio fueron unas bolas chinas. Me gustaron unas de plástico doradas así
que las unimos a la cesta de la compra junto a el clásico dildo negro decorado
con un diamante de plástico en su base, aun faltaban casi 200 euros.
Fuimos en busca de un buen lubricante y encontramos uno anal
que además llevaba aceites afrodisiacos era un poco caro pero Sergio me dijo
que este sería uno de los potingues que tendría que ir siempre en mi neceser y
para terminar la compra pensamos en algo de ropa sexy. Vimos un disfraz que me
encanto de marinera era un pantalón hasta la cintura con botones de color azul,
un top ajustado blanco con un lacito rojo y blanco en el escote junto a un
gorrito de marinera, aparte vendían unos tacones a juego azules con ribetes
blancos y la punta del zapato de color rojo. Era monísimo así que fue lo último
que compramos en total gastamos un poco mas de 200 euros así que el resto ya de
dinero ya se lo quedaba Sergio para otras cosas.
Se acercaba la tarde y tocaba realizar la otra parte del
plan comer fuera de casa e ir después de comprar al supermercado para llenar la
nevera de casa, volvimos al centro comercial y decidimos ir al vips ya que a mí
me atraía el nombre de ese establecimiento. Pedimos lo típico unos entrantes,
un plato principal y un postre. Mi morbo por estar vestida junto a Sergio en público
y en un centro comercial seguía existiendo, pero dentro de mí notaba como todo
se iba normalizando, bien vestida y maquillada además de estar en otra ciudad a
cientos de kilómetros de mi casa ayudaba bastante.
Mi menú fue ligero una ensalada cesar y una lasaña de
verduras por que como buena mujer tenía que guardar la línea, de postre me tome
una new york chessecake ya que una nena no se puede resistir a los dulces.
Sergio y yo nos tomamos in café y el pago la cuenta con el dinero que había
sobrado del presupuesto de la mañana. Salimos del restaurante y fuimos hacia el
supermercado allí cogimos un carro y empezamos a hacer la compra: comida,
bebida y algún producto de limpieza fue lo que cogimos y por supuesto esa
compra la page yo.