viernes, 22 de marzo de 2019

Juventud en casa de mis tíos 5 - Mi tío y la visita

 
AUTORA: Jose Dulce



Después de todo lo que me había pasado ya no me sorprendió la idea de mi tía de esperar a mi tío vestidas las dos muy sexys. En mi tía era normal, era una mujer muy provocativa y voluptuosa, pero yo soy un chico. O por lo menos eso creo, porque en los últimos días estoy continuamente vestida de chica y, no sólo mis tíos me tratan como si fuera una chica sino que hasta mi vecino me ha confundido con una chica, y hasta me convenció para que le hiciera una paja.

Fuimos a lo que ahora era mi habitación y mi tía empezó a prepararme. Me quitó la camiseta, el sujetador con los algodones y me quitó la minifalda. En ese momento se dio cuenta de que yo tenía el tanga lleno de semen porque me había corrido mientras se la chupaba al vecino.

- Pero Danielita, qué ha pasado? Parece que tienes el tanguita lleno de lechecita. Es tuya?. Cuando te has corrido? - me preguntó mi tía.

Tuve que confesarle que mientras el vecino me follaba mi boca hasta mi garganta yo sentí mucha excitación y acabé por correrme. Sentía la cabeza de su polla entrar dentro de mi garganta y me imaginaba que era como si la metiera en un coño que yo no tenía pero que en ese momento deseaba tener. Y sin tocarme mi propia polla empecé a eyacular soltando chorros de mi lechecita que mancharon el tanguita y se escurrieron por mis piernas.

Serial Crossdresser 18



sábado, 16 de marzo de 2019

Pollas Vol 8





Camarera en un club de variedades

 
AUTORA: SONIA



No sé cuando empezó mi tendencia hacia lo femenino. Lo recuerdo desde bien pequeña, cuando me dejaban sola en casa y no se me ocurría otra cosa que ponerme la ropa de mi madre o mi hermana y pasearme por casa. Me sentía genial.

Fui creciendo y fui obteniendo placer sexual de mis transformaciones a la vez que necesidad por verme cada vez mejor, siempre me parecía poco y quería mejorar y mejorar. Habían llegado mis años de la universidad, el vivir fuera y ganar libertad. Pero compartía piso, tenía poco dinero y me daba mucho miedo que me descubrieran. Al fin y al cabo yo era un chico normal, masculino, heterosexual, sin pluma ni nada sospechoso. Esto que sentía lo llevaba muy dentro.

Pude comprar algo de maquillaje y ropa y transformarme muy de vez en cuando y muy escondida. Tenía20 años, seguía estudiando y con poco dinero y como otros veranos quería aprovechar para buscarme un trabajillo y ganar algo de dinero, pero esta vez quería que fuera diferente. Había oído hablar de gente que en verano se iba a la costa, a las zonas turísticas a trabajar y pensé que podía ser bastante divertido, que podía resultarme rentable y que ganaría libertad para sacar un poco más a la mujer que llevaba dentro. No sabía bien cuanto.

Cuando llegué a la ciudad tenía ciertos temores pero a la vez ilusión, porque esperaba conocer gente, pasármelo bien y ganar dinero, pero escondido detrás de todo eso latía la sensación de que era una gran oportunidad para sacar a pasear a Sonia, este es mi nombre femenino. No muy alta, con un cuerpo delgado y poco musculado, con mi edad no era del todo un hombre. Para feminizarme más, nada más instalarme, decidí borrar todos los vellos de mi cuerpo de cuello para abajo e incluso aligerar mis pobladas cejas. No era un cuerpo femenino pero con mi delgadez y mi culo redondo y respingón se podía sacar una aceptable niñita.

miércoles, 6 de marzo de 2019

Feminizada hasta convertirme en Susanna



AUTORA: Susanna24



Hola, me llamo Abel, pero en cuanto puedo me convierto en Susanna, una  hembra dulce, femenina, sumisa y complaciente… y entregada a Víctor. Un chico  guapo y viril que ha cambiado mucho mi vida.



Desde adolescente me han gustado las chicas, pero mucho más imaginar en privado que soy una de ellas. Casi todas mis fantasías me identificaban con el papel de mujer. Desde los 14 me gustaba ponerme lencería y lucirla ante el espejo, aunque no muy  a menudo porque terminaba sintiendo algo de culpa.



Sobre todo cuando bebía, me acostaba excitado pensando  lo que sería ser “acariciada” por un hombre, y entregarme por entero a él. Tenía lencería y una almohada gruesa sobre la que “galopaba” abierto de piernas. Aunque nunca me fije en los chicos, tengo que confesar que mis mejores orgasmos llegaban imaginando que aquel roce entre los muslos me lo proporcionaba un chico al que me entregaba.






Apenas tengo vello en el cuerpo, soy guapo y con facciones bastante femeninas: nariz pequeña, ojos grandes azules, labios gruesos, dientes pequeños, mejillas marcadas…lo más llamativo es que soy algo gordito, pero no en la cintura,  la cual tengo bastante definida, sino en la zona del pecho, las caderas, los muslos… y sobre todo el culo: la parte más comprometida de mi. Lo tengo redondo y levantado, con unas caderas y unas piernas anchas de curvas suaves con las rodillas y las pantorrillas muy poco marcadas que han sido miradas con envidia por no pocas mujeres.



Mi cuerpo, bastante afeminado, me ha servido para excitarme y pasarlo bien con  algun chicos en webcam, vistiéndome y maquillándome de putita sexy. Pero en la vida normal, me ha puesto a veces en situaciones embarazosas: Albañiles que me han mirado con descaro y me han dicho cosas… hombres que han flirteado disimuladamente conmigo…Yo siempre me he sonrojado y me he deshecho de ellos, pero por la noche no he podido dormir de excitación, solo pensando que me ligaban como una chica, y en como hubiese terminado todo si lo hubiese dejado seguir.

sábado, 2 de marzo de 2019

Compara Tu Polla Vol 4




Me Gustó Ser La Novia Travesti

 
AUTORA: Tom Boy




Trabajo atendiendo una tienda de conveniencia propiedad de mi familia en una colonia de clase media alta en la Ciudad de México. Me llamo Gabriel y como soy de carácter extrovertido en ocasiones los clientes hacen amistad conmigo.

Hace un tiempo empezó a frecuentar el negocio un muchacho más o menos de mi edad, o sea entre 22 y 23 años, y poco a poco fuimos entablando amistad. Se llama Fernando y es bastante más alto que yo, moreno claro de ojos verdes, complexión atlética y de buen ver. En una ocasión en que no había mucha clientela nos pusimos a platicar y me contó que un conocido suyo había tenido una relación amorosa con un travesti y eso le había provocado a él la curiosidad de tener una experiencia similar pero aún no se había animado a concretar su fantasía.

Como no le gustaba la idea de ir solo, en varias ocasiones me invitó para que lo acompañara a Hysteria, una conocida disco donde se reúne la comunidad travesti, pero yo siempre le daba excusas para no ir. Total que a tanto insistir en que lo acompañara, un día le dije que sí lo haría pero con una condición.

Me preguntó cuál era la condición que le ponía y le contesté que me gustaría acompañarlo siempre y cuando yo fuera su pareja travesti.