AUTORA: Tom Boy |
Me encontraba en la ciudad de San Francisco por motivos de trabajo y por ser mi primer día en la oficina una compañera se ofreció amablemente a hacerme un recorrido por las instalaciones y de paso aprovechar para presentarme con las personas con las que debería tratar durante los próximos seis meses. En uno de tantos cubículos y oficinas me presentó con un atractivo mulato de ojos verdes, de complexión atlética y un poco más de 1.90 de estatura.
Al ver el tamaño de sus manos me acordé de lo que una amiga me había comentado sobre la relación entre el tamaño del pene con el ancho de las manos, pues dicen que si las pones una al lado de otra y mides a la altura de los nudillos eso equivale a la longitud del pene.
Como travesti de closet, una de mis fantasías incumplidas era vestirme de mujer y tener una relación sexual con un mulato bien dotado, así que dejé volar mi imaginación hasta que mi compañera me hizo notar que no estaba prestando atención a sus comentarios. Me disculpé con ella y seguimos tranquilamente con nuestro recorrido, quedando olvidada de momento mi fantasía.
El fin de semana decidí aprovechar el tiempo libre para visitar tiendas y surtir de ropa y calzado a Marlene, mi otro yo travesti, pues había dejado todo mi vestuario femenino en México para evitarme molestias en la aduana.