sábado, 8 de julio de 2023

Feminizado en cuarentena por mi compi de piso 2

 

AUTORA: Cyf

 

Pasaron dos días desde que se la chupe a mi compañero de piso. No volvimos a sacar el tema y nos comportamos como antes de que todo aquello empezara. Todo iba normal hasta que al ir a acostarme por la noche, encontré sobre mi cama una cajita. Al abrirla me sorprendió lo que me encontré, pero venía con una nota. “Póntelo si quieres jugar, creo que será divertido para ambos. Lee sólo la segunda nota cuando te lo pongas”.

Era un cinturón de castidad metálico.

Tenía que pensar si aceptaba que mi compañero de piso controlara mis orgasmos, pero lo que tenía claro es que la idea me había excitado, porque ahora mismo era imposible ponerme eso.

De lo excitado que estaba me estuve masturbando, imaginando lo que tendría preparado y después de correrme cuando mi polla volvió a estar flácida no me lo pensé, me lo puse y cerré el candado. Fui rápidamente a por la segunda nota:

“Me alegra que hayas aceptado. La llave la tengo escondida, pero te la daré cuando me des 10 orgasmos. Eso pueden ser 10 días o menos, según te esfuerces”.



Era imposible que aguantara 10 días en castidad, incluso veía imposible aguantar 5, por lo que si quería quitarme esto rápido tenía que darle placer a mi compañero de piso varias veces al día.

A la mañana siguiente fui a su cuarto, rebusqué entre las sábanas hasta que llegué a su polla, la cual estaba algo dura, le desperté con una paja, mientras lo hacía bajó su mano hacia mi entrepierna y notó el duro metal que cubría mi polla. En ese instante se corrió.

-“Sólo quedan 9” -Me dijo con una mueca alegre.

Me sentía totalmente excitado con aquella situación, no podía darme placer y a la vez lo necesitaba. Mi compañero era el único que podía relajar aquel calentón.

Por la tarde, mientras se duchaba, entré con él, con mi pollita encerada. Era muy humillante estar así mientras su polla estaba en su máximo esplendor. Le estuve masturbando en la ducha y él rozaba su polla contra mi culo. Yo estaba muy caliente, no iba a poder aguantar tanto tiempo así y a cada orgasmo que le daba yo estaba más excitado. El agua se deslizaba por mi cuerpo mientras segúia con la paja.  Finalmente se corrió en mi nalga en la ducha, mientras notaba su acelerada respiración detrás de mi oreja izquierda.

Por la noche tenía un dolor de huevos insoportable. Mi polla estaba hinchada dentro de la jaula y era imposible darme algo de placer.

-Juan, por favor, necesito quitarme esto, tengo un dolor de huevos insoportable y necesito hacerme una paja.

-¿Cuánto lo necesitas?

-Mira, haré lo que quieras, pero dame la llave.

-¿Lo que quiera, eh? Marta se dejó aquí toda su ropa, ¿verdad? A partir de ahora quiero que lleves su ropa interior, que es más sexy que la tuya. Ve y vuelve con algunas braguitas puestas.

Estaba tan caliente que no podía ni reflexionar lo que estaba haciendo, simplemente fui a mi cuarto e hice lo que me estaban ordenando. Busqué nervioso en la mesita de mi novia, tenía una gran variedad de bragas, tangas y culotte, todo muy provocativo, de encaje, con transparencias y muy femeninas. Entre todos aquellos colores, finalmente opté por unas bragas negras, que me parecieron las que menos podían dañar mi hombría. Eran de encaje, tenían un lacito rosa y transparencias en la parte delantera y trasera.

Me desnudé y me puse esas braguitas. El tacto era muy suave en comparación con mis ásperos bóxer. Sentir ese suave tejido en mi piel me estaba excitando aún más si cabe. Me miré en el espejo y la imagen era muy humillante, pero la verdad es que mi culo lucía espectacular con la ropa interior de Marta. La parte delantera cubría el dispositivo de castidad, que hacía que hubiese un ligero bulto en esa zona.

Salí del cuarto muy avergonzado, Juan parecía divertirse viéndome con las bragas de mi novia, pero para mí era muy humillante.  

Me arrodille entre sus piernas en el sofá y le bajé los pantalones. Empecé a acariciar su polla por encima de los bóxer, que ya estaba dura debajo de esa tela. Me puse a lamerla y a intentar meterla en la boca aún con sus bóxer puestos. Finalmente bajé su ropa interior y la dejé totalmente al descubierto. Estaba dura totalmente, se le marcaban las venas y miraba directamente al techo frente a mi cara.

Llevé mi lengua a sus huevos y empecé a ascender hasta llegar a la punta, la cual tenía ya algo de líquido preseminal. Podía sentir los latidos de su polla en mi lengua, y la fui introduciendo en mi cálida boca para sentir los latidos también en mi interior. Lentamente la fui introduciendo todo lo que podía mientras jugaba con mi lengua. Tras esto empecé un suave vaivén hasta que me di un sobresalto al sentir una mano en mi nalga.

Tras el ligero susto que me había erizado la piel, volví a meterme ese tronco en mi boca, mientras a cuatro patas notaba como mi amigo me estaba agarrando el culo.

Continué con el recorrido de mis labios desde la punta de su polla hasta cerca de su base. Su mano había abandonado mi culo y descendía por mi pecho bajando hasta las braguitas de Marta.

-Estás mojando las braguitas.

Me ruboricé y sentí mucha vergüenza, pero continúe con la mamada lo más rápido que podía e introduciendo su polla en mi boca. Escuchaba a mi amigo gemir levemente hasta que noté como se tensaba su cuerpo, su polla se hinchaba aún más en mis labios y empecé a notar las descargas del semen de mi amigo impactar en mi paladar e ir cayendo a mi lengua. No paré de chupar, seguí lentamente mientras los disparos de semén continuaban en mi boca. Fui tragando y su semen se fue deslizando por mi garganta, se sentía aún caliente.

-Es con diferencia la mejor mamada que me han hecho.-Mientras buscaba la llave en el bolsillo de sus pantalones.

Al dármela, abrí el candado del dispositivo y me fui corriendo a mi habitación. Allí aún nervioso y excitado me quité el cinturón de castidad y mi polla dolorida empezó a cobrar su tamaño natural.

A los pocos vaivenes ya me estaba corriendo abundantemente, pero mi excitación no desapareció. Aquella noche me tuve que masturbar unas tres veces para conseguir relajarme.

Había dejado las bragas tiradas en el suelo, al recogerlas noté que estaban algo pegajosas en su parte delantera debido a mi líquido preseminal.

¿Qué estaba haciendo? Había hecho una mamada a mi compañero de piso mientras estaba vestido con las bragas de mi novia. Aquello no iba a volver a ocurrir, nunca me volvería a poner el dispositivo de castidad y Juan y yo íbamos a olvidar todo lo que había ocurrido durante esos días. Me acosté con las ideas muy claras, iba a cortar aquello totalmente, de raíz.

A la mañana siguiente me sentía agotado, pese a que había dormido mejor que los últimos días. Al abrir los ojos vi allí la suave ropa interior que había llevado la noche anterior. Cogí el dispositivo de castidad de la mesita y sin pensarlo dos veces me lo puse y cerré el candado.

A mediodía recibí una videollamada de mi novia y me estuvo contando lo que había hecho en los últimos días.

-Tengo muchas ganas de volver al piso y de que estemos juntos. -Me dijo Marta vestida con una camiseta blanca de tirantes y unas braguitas negras, similares a las que había llevado yo la noche anterior mientras le hacía una mamada a mi compañero de piso.

Hacía ya mes y medio que no nos veíamos y se notaba que ella estaba también caliente y con ganas de jugar.

-¿Cuántas veces te estás masturbando estos días? ¿No preferirías que jugara con mi boquita?- Me decía mientras pasaba su lengua para humedecer sus gruesos labios.

Sus pezones se notaban duros debajo de esa camiseta, iba sin sujetador.

-¿Te gustaría verlas?

-Me encantaría.

Ella se baja los tirantes pero aún no me deja ver sus pechos. Se los continúa tapando con la camiseta, finalmente se la quita mientras se sigue tapando las tetas con sus manos y por fin me va enseñando sus pechos mientras juega a pellizcar sus pezones, los cuales ya se encuentran muy duros. Tiene unas tetas de un tamaño medio, pero firmes.

Coge el mango de un peine y lo pone en su canalillo, como si le estuviera haciendo una cubana.

-Marta, me estás poniendo malo.- Mi polla iba a romper la jaula metálica si mi novia seguía así.

Sacó su lengua todo lo posible y empezó a lamer la punta del mango del peine como si se tratase de mi glande.

Mientras hace esto noto como desliza una mano por dentro de sus bragas. Empieza a lamer y chupar el mango del peine de la misma forma que yo se la estaba chupando a Juan la noche anterior.

Poco a poco se va bajando las bragas y veo que pese a que no estamos juntos ha seguido depilándose y me muestra su conejito totalmente rasurado y libre de pelos.

Tengo unas ganas tremendas de hacerme una paja viendo ese espectáculo.

-Un segundo, Marta, tengo que ir al baño.

-¿Ahora, en serio?

-Es sólo un minuto, sigue, no tienes por qué parar.

Salgo corriendo de la habitación mientras veo que ella se prepara para meterse el mango del cepillo en el coño, el cual se nota mojado.

Entro de repente en la habitación de mi compañero de piso, sin avisar, el cual está tumbado en la cama sólo con unos bóxer azules. Su polla se nota algo morcillona y se marca su paquete.

-Juan, por favor, dame la llave.

-Así que te has vuelto a encerrar, ¿eh? Dudaba de si volverías a ponértelo después de dejar anoche que estuvieses libre. Bájate los pantalones.

-Lo hice sintiéndome totalmente humillado y a su merced. Al bajarme los pantalones le mostré las braguitas blancas que me había puesto.

-Veo que has cumplido con lo que te pedí. ¿Por qué tienes tanto interés en que te dé la llave? No te pensaba liberar hasta dentro de por lo menos tres días.

Mientras yo mostraba mi pene encerrado y sólo cubierto por unas braguitas, mi novia estaría follándose con el mango de un peine, no podía perder más tiempo.

-Estoy en una videollamada con Marta y necesito tocarme.

Al notar como su polla empezaba a agrandarse debajo de la ropa interior, me subí inmediatamente los pantalones.

-Si te dejo ahora liberarte después no vas a rendir y anoche fue espectacular.

-Te prometo que después nada más termine con Marta vuelvo y hago lo mismo que anoche.

-Ambos sabemos que no será así.-Tenía razón, en ese momento sólo quería tener algo de sexo con mi novia, aunque fuera simplemente hacerme una paja mirando cómo se mastrubaba.

-Mira, hacemos un trato, sorpréndeme y te daré la llave, así mañana disfrutas todo lo que quieras con Marta.

Me fui de la habitación sin contestarle nada, pero muy cabreado. Había sido yo el que hacía unas horas se había vuelto a encerrar en castidad, pero ahora no me apetecía volver a hacerlo.

Al regresar al ordenador Marta había parado de darse placer.

-Me estaba aburriendo, ya pensaba que no volverías, ¿no te estaba gustando el espectáculo?

-Sí, me estaba gustando mucho, cariño.

-¿Por qué no te bajas los pantalones y nos divertimos juntos?-Me dijo ella de forma pícara mientras se mordía el labio inferior.

No podía hacerlo, si me bajaba los pantalones vería que iba vestido con sus braguitas, no podía explicar eso a mi novia. Las bragas me las podría haber quitado en el baño, pero daba lo mismo, no podía quitarme los pantalones y mostrar que llevaba un cinturón de castidad.

-Dejémoslo para otro día, ¿vale? Estoy sin ganas de nada ahora mismo.

-¿En serio, me dices que llevamos sin follar mes y medio, te propongo jugar juntos un rato y no te apetece? no sé qué te pasa pero olvídame por hoy. -Y cerró la llamada sin decir nada más.

Intenté contactar con ella por la tarde, pero no respondía a mis llamadas ni a mis mensajes.

Tenía que conseguir esa llave y sabía que Juan no me la iba a dar hasta que superara lo de la noche anterior.

Miré hacia mi entrepierna y mis braguitas estaban algo mojadas de nuevo por el líquido preseminal.

Busqué la ropa interior que más me excitaba de mi novia, un tanga negro de encaje que era realmente sexy. Después me fui al baño y busqué el lápiz de labios de Marta, uno rojo que me ponía a mil cuando sus labios pintados me la chupaban.

Era la primera vez que hacía algo así y aunque fui con cuidado me salí en alguna ocasión, lo cual tuve que corregir. Así pintados mis labios parecían mucho más grandes y los sentía húmedos y sedosos, me gustaba la sensación. Me hacía unos labios como los que yo siempre había calificado despectivamente como "labios de chupapollas".

Me daba mucha vergüenza, pero me armé de valor y fui al cuarto de mi compañero de piso. Aún estaba tumbado en la cama simplemente con los bóxer. Me puse entre sus piernas y le bajé la ropa interior. Miré hacia arriba y le vi mirándome, expectante. Pasé la lengua por su glande y noté su sabor, algo salado. Sigo mirándole a los ojos mientras hago círculos con mi lengua por su capullo, empiezo a rodear su polla con mis labios rojos y sedosos, dejando algo de carmín sobre su tronco.

Intentó meterla por completo en la boca, había estado mirando unos vídeos sobre cómo hacer una garganta profunda, el truco está en sacar la lengua lo máximo posible. Después de varios intentos y alguna leve arcada, logro mi objetivo. Siento unos soplidos y jadeos de aprobación. La saco totalmente de mi boca y vuelvo a metérmela hasta que noto en mi nariz los pelos de su pubis. En ese momento sólo pienso en su placer y siento cierto poder haciéndolo.

Siento su mano posarse en mi nunca y me lleva el ritmo de la mamada, empujando mi cabeza hasta abajo para tenerla completamente dentro de mi boca. Me tuvo unos segundos retenido así con su polla totalmente hasta mi garganta, cuando me liberó cogí aire, ya estaba empezando a ahogarme. Tuve el tiempo justo para coger aire porque enseguida volvió a empujar mi cabeza para introducir de nuevo su polla entre mis labios pintados.

Se puso de pie y yo me quedé sentado en la cama. Volvió a llevar su polla a mis labios y yo abrí la boca para recibirle.

Empezó a mover la pelvis y a llevar el ritmo, me estaba follando la boca. Yo llevé mis manos a sus nalgas y le empujaba más hacia mí, estaba tan caliente que no controlaba mis actos.

-¿Te gusta tener mi polla caliente en tu boca?

Con su miembro dentro de la boca me era imposible contestar, pero emití un ruido que él creo que entendió como de aprobación. Siguió follándome la boca sin importarle cómo me sentía yo, simplemente buscando su placer.

-Túmbate en la cama. Me tumbé como me había ordenado, simplemente vestido con el tanga negro de mi novia. Se subió encima de mí y me aprisionó las manos con las suyas al los lados de mi cabeza. Dirigió su polla a mi boca y yo me resistí un poco, simplemente por hacerme el rebelde, pero finalmente abrí la boca para dejarle seguir follando mi garganta.

El siguió fuerte con sus embestidas hasta que noté que empezaba a descargar en mi boca. Tras obtener su orgasmo se quedó aún dentro de mi boca mientras yo tragaba todo su esperma. Había usado mi boca, me sentía simplemente como un juguete.

-Buf, ha estado muy bien, pero no es suficiente para obtener la llave.

-¿Qué?-Le dije cabreado empujándole de encima de mí y echándole a un lado en la cama

-Me gustaría verte con algún vestido de Marta.

En ese momento le habría dado un bofetón, pero sabía que si lo hacía tardaría mucho en conseguir la llave.

Me fui a mi habitación, cabreado y frustrado. Me miré en el espejo y se me había ido gran parte del pintalabios.

Mis braguitas estaban mojadas y estaba regresando de nuevo el dolor de huevos.

Me duché para refrescarme y quitarme el calentón y no me crucé con Juan, lo prefería.

Al llegar a mi cuarto, me tumbé tranquilamente en la cama a mirar Instagram y me encontré con una foto de mi chica en blanco y negro, tumbada en la cama y simplemente cubierta con la parte de abajo de un bikini. Los pechos se los tapaba con la mano, pero no dejaba mucho a la imaginación.

La foto, obviamente, tenía más de 300 me gusta.

Aquella noche no pude dormir, con la frustración de estar excitando sin poder aliviarme y mi novia subiendo fotos suyas medio desnuda a Instagram. Le envíe un Whatsapp que no me contestó, aún estaría durmiendo y vi que en su hora de conexión aparecía que había estado conectada hasta las 4:00 de la madrugada.

Pasé la mañana en mi cuarto sin hacer nada, tumbado en la cama dándole vueltas a la cabeza con todo lo que había ocurrido. A mediodía logré hablar con mi novia.

-¿Qué quieres?

-Marta, es que me parece increíble que pongas esa foto en Instagram medio desnuda.

-¿Y a ti quién te ha pedido opinión? -Parece que continuaba enfadada después de haberla rechazado el día anterior.

-¿A ver, soy tu novio, no puede parecerme mal que te muestres medio desnuda por redes sociales?

-Que salgamos juntos no significa que sea de tu propiedad o algo, no tengo porque pedirte permiso y haré lo que me apetezca. Además, a David le ha gustado mucho la foto.

Sabía que aquello lo decía para cabrearme aún más. David era su ex, que además vivía cerca de su casa.

-¿Cómo que a David le ha gustado la foto?

-Me lo ha dicho antes por Instagram, además ahora cuando he ido a pasear a Luna me lo he encontrado también paseando a su perro y he estado un poco hablando con él. Me ha invitado a su piscina.

-¿Estás diciendo sólo esto para cabrearme aún más? No pensarás en ir, ¿no? Además, no está permitido...

-No te creas el centro del mundo. Simplemente me apetece darme un baño en una piscina, ya sabes lo que dicen, quien no se fía es porque no es de fiar.

¿Hasta qué punto podía yo reclamarle algo? Ella sólo había hablado con su ex, mientras que yo le estaba dando sexo oral a mi compañero de piso. Lo que me preocupaba es que si yo estaba tan desesperado por tener contacto físico, me preocupaba lo que ella podía hacer con su ex en una piscina.

-Marta, en serio, siento mucho lo de ayer. Puedes hacer lo que quieras, pero la verdad es que me molestaría que fueses a casa de David.

David y yo además nos llevábamos muy mal. Cuando él estaba saliendo con Marta, yo me fui metiendo por el medio y aunque nunca le fue infiel conmigo, sí que le acabó dejando en parte por mi culpa.

-Mira, haré lo que me apetezca y lo que me apetece es ir esta tarde a darme un baño.

-Haz lo que quieras....

Tenía un buen cabreo encima en ese momento. Mi novia se iba a ver por la tarde con su ex.

En mi cabeza aún resonaba además la frase de mi compañero de piso la noche anterior: “¿Por qué no te pones un vestido de Marta?”.

Estaba caliente y cabreado a la vez. Por la tarde me armé de valor y estuve decidido a lograr que Juan me diese la llave que me mantenía en castidad. Me puse a rebuscar en el armario de Marta

Estuve probando algún vestido pero no me entraba, finalmente encontré uno negro en el que aunque muy ajustado sí que me venía, de cuando Marta tenía un poco más de peso. Me miré en el espejo y me llegaba justo por debajo de las nalgas, las cuales se marcaban mucho en un vestido tan apretado. Ese me serviría.

Fui a ducharme y utilicé una crema depilatoria en todas las partes de mi cuerpo que aún conservaban pelo. Puse también en mii pubis, aunque algunas zonas eran complicadas con el cinturón de castidad. Las piernas y las axilas ya me las depilaba con esta crema, pero ahora lo puse también en mi pecho y brazos. Al salir de la ducha también me afeité, aunque no tengo mucho pelo en la barba y me afeito regularmente.

Regresé al cuarto y me puse de nuevo el vestido. Si me agachaba un poco el vestido se me levantaba suficiente como para que se viese mi culo. Soy muy delgado y no tengo mucho músculo, así que me quedaba una figura bastante femenina, aunque muy plano a la altura del pecho. Me puse un sujetador rojo y le puse calcetines de relleno, además de un tanga a juego.

En ese momento sólo quería ser una persona totalmente diferente.

Busqué unas medias negras que llegaban a medio muslo. Estuve viendo un tutorial en youtube y utilicé el maquillaje de mi novia, al terminar me puse también algo de colorete, un poco de rimel y finalmente me pinté los labios del mismo color que la ropa interior que llevaba, me quedaban unos labios muy sedosos y parecía que tuviesen más volumen.

Por último me puse una peluca pelirroja, que había utilizado Marta en los últimos disfraces. Me miré al espejo y el reflejo que vi era el de una persona totalmente diferente. Parecía una mujer de verdad, difícilmente alguien me podría reconocer vestido y maquillado así. La imagen que veía no era la de un hombre vestido de mujer, era la de una chica vestida algo provocativa pero sencilla, el vestido me daba un toque elegante, nada vulgar.

Probé a ponerme unos zapatos con tacón, pero a parte de que me venían pequeños, me resultaba muy difícil caminar con ellos, por lo que finalmente desistí.

Me excitó mucho verme así en el espejo, mi polla estaba a punto de reventar dentro del cinturón de castidad. No tenía claro si me excitaba estar vestido de mujer o si quería follarme a la chica que veía reflejada en el espejo.

Pasé así la tarde encerrado en mi habitación, la verdad es que no me atrevía a salir. Me tumbé en la cama y me quedé dormido.

Mi mente se evadió y me sumergí en un sueño. Había una chica joven sentada en un sofá. Iba vestida con una camisa blanca y una falda vaquera. De repente alguien llamó a la puerta, la chica abrió la puerta y se abalanzó a sus brazos. Empezaron a besarse, de forma efusiva como si hiciera tiempo que no se veían. Ella le cogió de la mano y se lo llevó a la habitación, se tumbó en la cama y siguieron besándose.  Léntamente el chico fue abriéndole los botones de la camisa. Los pechos de la chica quedaron a la vista, no llevaba sujetador. El chico empezó a comerle las tetas y la chica aunque con cara inocente parecía estar muy excitada.

Mientras él jugaba con sus pechos, ella intentaba llegar al botón del pantalón del chico, él la ayudó y se quitó los pantalones. Se sacó la polla y la puso entre esas tetas voluminosas. Mientras él le follaba los pechos, ella intentaba alcanzar la punta con su lengua. Se notaba que la chica estaba frustrada por no poder alcanzar su pene con la boca. Finalmente él reemplazó sus pechos por su boca y empezó a follarse esos labios. Ella lamía con ansía, hasta que se notó que aquello no era suficiente. Se dió la vuelta en la cama y se puso a cuatro patas como una perrita, bajó su cabeza dejándola en la almohada, pero con el culo levantado.

El chico levantó la falda vaquera hasta mostrar su culo cubierto simplemente por un tanga. Le bajó la ropa interior y se la quitó pasándola por sus piernas.

Él puso su polla erecta entre las nalgas de la chica. -Fóllame ya, Juan. Desvírgame, hazme tuya.

Se notaba algo mojada por el líquido preseminal y la saliva. Él empezó a empujar.

Sentía una presión en mi esfinter anal, me dolía. Aparté un poco el pelo rojizo que cubría mi cara. -Hazlo con cuidado.

¡Era yo la que estaba allí con el culo levantado implorando por ser follado!. Noté una presión fuerte en mi culo, intenté enderezarme y me dió la sensación de que me iba a caer de la cama. En ese momento me desperté sobresaltado.

-Vaya, por fin despierta la bella durmiente. -Juan estaba allí sentado en mi escritorio, a mi lado. ¿Cuánto tiempo llevaba allí?

-Me encanta como vas vestida, estabas muy mona ahí dormida, Andrea, creo que esta ropa te queda muy bien, deberías ir siempre vestida así por casa.

¿Me había llamado Andrea? En el fondo me excitaba que me tratase de forma femenina. Estaba tan descolocada, perdón, descolocado en ese momento, que no sabía qué decir.

-Voy a preparar la cena, ahora cuando esté te aviso, descansa un poco más si quieres y antes de irse me dió un pico en los labios.

¿Qué estaba pasando?

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