Hola a todos, me
llamo Verónica y en este relato os voy a contar cómo conocí a mi macho cuando
me mudé a Madrid para comenzar mis estudios universitarios.
Quería
avisaros de que quizás me haya extendido bastante a la hora de relatar lo que
sucedió, pero he pretendido reflejar todo lo que pasaba por mi cabeza en esos
momentos. Espero vuestras impresiones y comentarios.
Siempre
me he considerado un chico tímido, con éxito en mis estudios pero con no tanta
suerte socialmente. Mi cuerpo no estaba mal a mi parecer, mido 177 y soy
delgado, peso alrededor de 60 kg. Tengo el pelo largo aunque por el resto del
cuerpo apenas tenía, lo que junto a mis rasgos un poco andróginos me conferían
un aspecto delicado y hasta cierto punto femenino. Mi culito era una de las
partes de mi cuerpo que más me gustaban, lo tenía parado y redondito, fruto de
la costumbre que tenía de subir escaleras. Por otra parte, mi clitty es
pequeñito, apenas llega a los 10 cm y es una de las razones por las que nunca
había estado con una chica ya que me sentía bastante cohibido y me daba mucha
vergüenza que pudieran reírse de mi tamaño. Con el tiempo y en especial cuando
me vestía, esto en lugar de verlo como un hándicap lo comencé a ver como una
ventaja ya que me confería un aspecto mucho más femenino.
Cuando
ocurrió todo esto hacía un par de meses que acababa de cumplir mis 18 años y
que me había mudado a Madrid para comenzar mis estudios universitarios. Por
aquel entonces tuve que acostumbrarme a un nuevo estilo de vida ya que hasta
entonces había estado viviendo en casa de mis padres. Ahora tenía un pequeño
apartamento que me ofrecía la posibilidad de poder experimentar con aquellas
cosas que siempre había querido hacer o bien tenía ganas de seguir haciendo.
Una de esas cosas fue la de vestirme y aunque quizás en alguna ocasión os
cuente mis inicios como crossdresser, tengo que deciros que cuando me mudé a
Madrid tenía más libertad y fui ampliando mi fondo de armario. Me armé de valor
y pasé por alguna tienda de ropa y por algún bazar chino para hacerme con
prendas como algún top, un par de vestidos y por supuesto numerosa ropa
interior. En apenas un par de meses llegué a tener ropa suficiente como para
llenar una lavadora y siempre que llegaba de la universidad cambiaba mis
prendas masculinas por mi nueva ropa. Pasaba el tiempo en casa con medias,
braguitas… y me encantaba tanto la sensación que con el paso del tiempo comencé
a llevarlas debajo de mi ropa de chico.
Cuando
pasaba el tiempo como nena me encantaba pasar el rato buscando información
sobre sissies, leyendo relatos y también viendo porno. Mi favorito era aquel en
el que chicos jóvenes como yo eran sometidos y feminizados por hombres maduros.
Quien me iba a decir que dentro de poco algo parecido me iba a pasar a mi. En
bastantes ocasiones había intentado concretar alguna cita con algún hombre,
pero resultaba una labor complicada ya que no era sencillo encontrar a gente
compatible. Buscaba por algún chat y miraba anuncios pero la mayoría de la
gente iba a saco, tenía poco tacto y la verdad, no me hacía sentir muy segura.
Todo esto cambió la tarde en la que leí el siguiente anuncio:
“Empresario maduro, culto, con
clase y experiencia busca travesti o crossdresser joven, sumisa y complaciente.
Si no dispones de experiencia no pasa nada, ya que siempre se puede adquirir y
lo más importante para mí es la actitud y las ganas que tengas de transformarte
en una chica complaciente. Busco gente seria, con disponibilidad de horarios y
que esté dispuesta a ser entrenada y sometida como esclava sexual. A cambio
recibirás discreción, comprensión y una remuneración por tus servicios”.
Durante
un par de días este anuncio no paraba de rondar por mi mente. Aquel hombre
buscaba algo parecido a lo que yo siempre había deseado ser, así que tras
meditar qué le diría, le mandé un correo en el que me presenté y le decía lo
mucho que me había gustado su anuncio y las ganas que tenía de conocer a
alguien así. En alguna otra ocasión había contestado a otros anuncios, pero las
respuestas que recibía nunca me habían terminado de convencer y al final nunca
había surgido nada con nadie.
Al escribirle pensaba que sería como cualquier
otro de esos chicos, a los que solo le importa su bienestar, sin embargo al par
de horas recibí su respuesta y me sorprendió bastante ya que daba la impresión
de ser un hombre con bastante criterio. En sus respuesta se alegró de que le
hubiera escrito y me ofreció más detalles sobre su vida y sobre qué era lo que
buscaba exactamente. Me comentó que era un empresario de éxito de 43 años,
viajaba bastante por España y por algunos países de Europa. Apenas tenía mucho
tiempo y era por ello que buscaba a gente joven como yo para dar rienda suelta
a sus pasiones. Me dijo que su debilidad siempre habíamos sido las crossdresser
y que le encantaba feminizar a un chico joven, tratarlo como si fuera su
amante, pero también como si fuera su putita particular. Por esa razón buscaba
a gente muy abierta de mente y con las ideas muy claras, que le gustara ser
tratada como una autentica mujer, pero que también le gustara ser tratada con
rudeza hasta sacar a las putitas que llevábamos dentro. Me comentó ciertas
prácticas que le gustaba hacer, en especial le encantaba dominar, cosa que a mí
personalmente me llamaba muchísimo la atención ya que siempre me había
imaginado a los pies de un hombre dominante. Además, gracias a su posición
económica no le resultaba ningún problema ayudar a las nenas con las que
quedaba en su transformación ya fuera con ropa u otras cosas como sesiones de
maquillaje o peluquería.
No
podía creer mi suerte ya que por fin tenía ante mí la oportunidad de conocer a
un hombre qué, además de ser dominante y tener experiencia, me ofrecía la
posibilidad de ser la nena que siempre había querido ser. Mientras leía su
respuesta y pensaba en que responderle no pude evitar emocionarme y
masturbarme. Con el paso de los días fuimos intercambiando más correos y
nuestra confianza fue acrecentándose. Cada vez había más feeling entre nosotros
y daba la sensación de que teníamos gustos parecidos. Nos intercambiamos
algunas fotos y pude comprobar que a pesar de ser madurito aun se conservaba
bastante bien y era atractivo, parecía que hubiera practicado mucho deporte
cuando era joven ya que se intuía un cuerpo fibrado, aunque ya empezaba a
notarse la edad.
Así fue
que al cabo de una semana y media me envió un correo en el que me decía que
durante el fin de semana iba a estar en su casa de Madrid y que tenía muchas
ganas de conocerme. Sí yo quería me ofrecía la posibilidad de conocernos y
pasar una tarde en su casa. No haríamos nada que no quisiera pero si iba, me
dijo, tenía que tener claro que a partir de entonces iba a ser su nena y tendría
que obedecerle en todo lo que me dijera. Obviamente mi respuesta fue afirmativa
y le contesté que tenía muchas ganas de conocerle y de poder quedar con él. Así
fue como concretemos una cita para el sábado por la tarde en una discreta
cafetería de una buena zona de Madrid.
Durante
la noche del viernes a penas pude pegar ojo de lo emocionada que estaba ante la
cita del día siguiente. Muchas veces había fantaseado con estar con un hombre
maduro y en unas horas iba a poder cumplir ese sueño. Al final, imaginándome
cómo sería la velada caí rendida y me dormí. Cuando me desperté por la mañana
lo hice con una mezcla de nerviosismo y de emoción, no podía creer que el día
en el que me harían una zorrita había llegado.
Lo
primero que hice fue prepararme, aun faltaban horas para la cita pero quería
estar perfecta para él. Me metí en el cuarto de baño y comencé a depilar todo
mi cuerpo, poniendo especial cuidado en las piernas, ingles y axilas. Cuando
terminé de depilarme me metí en la ducha para quitar los restos de la crema
depilatoria y además limpie por dentro mi culito, el cual hoy previsiblemente
iba a dejar de ser virgen al ser usado por un hombre que me doblaba la edad.
Aunque estaba muy caliente, evité tocarme en todo momento ya que quería estar
totalmente preparada para mi macho… y he de admitir que fue una tarea
complicada porque solo de pensar en las cosas que podría hacer esa tarde estaba
que no cabía en mí.
Una vez
aseada preparé la ropa que iba a llevar para meterla en una pequeña mochila. A
pesar de que en estos meses viviendo en Madrid había conseguido ampliar mi
fondo de armario he de admitir que aun no tenía mucha variedad. Al final me
decanté por llevar dos conjuntos de medias negras, un par de tangas, un
sujetador, un top azul oscuro con rayas negras, una falda también azul y
bastante cortita y por último una de mis prendas favoritas, un vestido rojo y
negro que me quedaba algo ajustado y realzaba bastante bien mi culito.
Consideraba este vestido una de las mejores prendas de ropa que tenía por ahora
y me encanta su suavidad, cuando me lo pongo no puedo evitar ponerme ya
calentita nada más rozarlo con mi piel y en aquel momento esperaba que a mi
macho también le gustara.
Tras
comer y descansar un ratito, me aseé por última vez, cogí la mochila y emprendí
el camino hacia la cafetería donde habíamos quedado. La cafetería se encontraba
en un buen barrio de la zona norte de Madrid y para llegar hasta ahí tenía que
coger el metro. A medida que éste se iba acercando a la estación donde tendría
que bajar, los nervios se hacían más presentes y hubo alguna ocasión en la que
pensé en darme la vuelta. No dejaba de pensar si lo que iba a hacer era
correcto, tenía muchas ganas de entregarme a un hombre y que me tratara como su
nena, pero ahora que estaba a punto de llegar el momento no veía tan clara la
situación. Me temblaban las piernas y mi boca estaba seca. ¿Y si no era lo
esperado? ¿Y si me trataba mal? Cientos de dudas asaltaban mi cabeza aunque al
final algo prevaleció: llevaba años deseando que llegara el momento en el que
me entregaría a un hombre. Miraba a la gente de alrededor y me preguntaba que
pensarían si descubrieran que ese joven estudiante con aspecto de no haber
matado nunca a una mosca en su vida llevaba la mochila llena de ropa para transformarse
en Verónica. No pude evitar esbozar una sonrisa imaginándome la situación y en
ese mismo instante la megafonía del metro indicaba mi parada y a la vez que se
habrían las puertas del vagón; era ahora o nunca. Decidida me levanté y subí
las escaleras del metro para salir a la calle.
Llegué
a la cafetería unos minutos antes de la hora prevista, pero como no faltaban
muchos minutos decidí entrar y pedir un café en lo que llegaba. Mi sorpresa fue
mayúscula cuando nada más pedir el café y sentarme en una de las mesas más
apartadas de la entrada, alguien me puso la mano en el hombro.
- Hola Verónica - me dijo susurrando
de manera casi imperceptible.
Casi me muero del susto, empecé a mirar súper
colorado hacia todas partes por si alguien miraba extrañado la escena en la que
alguien me acababa de llamar con nombre de chica. Pero cuando miré hacia ese
hombre no pude evitar sonrojarme y ponerme aun más colorada. Era Javier y por
lo que se ve, a pesar de que yo hubiera llegado unos minutos antes, él ya
llevaba un buen tiempo en la cafetería. Estaba bastante mejor que en la foto, a
pesar de ser un hombre maduro se cuidaba y estaba muy bien, sin duda se veía
que era un hombre exitoso. Iba bastante bien vestido, bueno como casi todos
aquellos que se encontraban en la cafetería, a decir verdad, quien más
desentonaba era yo ya que era el más joven de toda la cafetería y además me
encontraba solo.
- Me alegra que seas tan puntual, eso dice mucho de ti. ¿Qué
tal estás?
- Ho… Ho… Hola - le respondí de
manera atropellada. Por un momento llegué a temer que alguien se hubiera dado
cuenta que me había llamado de manera femenina pero parecía que nadie se había
enterado y me tranquilicé un poco. Pero él me vio que estaba con un poco de
nervios.
- Veo que estás un poco nervioso,
estate tranquilo que aquí nadie se va a enterar de esto. - Me dijo
mientras esbozaba una sonrisa y tomaba asiento frente a mí. - No esperaba que
llegaras tan pronto, me gusta que seas puntual. Dime ¿Has encontrado bien el
sitio? Espero que no hayas tenido que andar mucho.
Mientras Javier rompía el hielo e intentaba tranquilizarme, comencemos a
hablar de cosas baladíes y sin mucha importancia. No podía dejar de mirarle…
sus ojos, unos ojos azul que parecía que me leían la mente. Su barba, recortada
y bien cuidada, mostraba ya alguna que otra cana otorgándole un aspecto
bastante varonil (tengo que reconocer que siempre he sentido predilección por
las barbas canosas de hombres maduritos, me encanta ese contraste que produce
el vello oscuro con el cano). Su sonrisa era perfecta y sus pequeñas arrugas
junto a la comisura de los labios y en sus ojos indicaba que era un hombre que
acostumbraba a sonreír bastante, lo que me daba buena espina.
La
impresión que me dio Javier me gustó muchísimo y consiguió que me relajara y me
fuera abriendo hacia él. Le comentaba que era la primera vez que hacía esto y
que nunca había estado con un hombre aún. Eso pareció gustarle ya que arqueó
una ceja y una sonrisa se dibujó en su cara al escuchar que era virgen. Por su
parte él me comentó sus experiencias y me quedé sorprendida ya que visto lo
visto había mantenido relaciones con varias cd e incluso alguna chica trans. Le
mostré un poco de preocupación por mi falta de experiencia y por no saber si
iba a estar a la altura de sus expectativas.
- No tienes por qué preocuparte, me
gusta mucho iniciar a chicas como tú. - No pude evitar sonrojarme cuando
enfatizó la palabra chica-.
Desde que mostraste interés por mi anuncio y al
hablar por mail me has dado buena espina. Además, con un poco de práctica estoy
totalmente convencido de que vas a ser una nena espectacular ¡No hay más que
verte! Tienes un cuerpo muy femenino y por lo que veo, actitud te sobra para
convertirte en una zorrita… Pero todo depende de ti. - Su rostro por primera
vez en lo que llevábamos de cita se volvió serio y mirándome fijamente a los
ojos me dijo con voz algo más grave: el momento ha llegado y de ti depende.
Tienes dos opciones. La primera de ellas es declinar todo esto, puedes salir
por la puerta sin ningún tipo de compromiso y todo se quedará en nada. Y la
segunda opción consiste en que aceptas convertirte en mi nena; sí te quedas has
de tener bastante claro que aprenderás a complacer a un hombre como lo hacen las
mejores zorritas, aprenderás a ser sumisa y complaciente, pero… Además has de
tener presente que cuidaré de ti, como bien sabes dispongo de capacidad
económica y me ocuparé de que durante el tiempo que seas mi zorrita, si lo
aceptas claro, no te faltará de nada. Al fin y al cabo, no todo va a ser follar
¿Verdad? - Me dijo parafraseando a Krahe mientras me miraba y esbozaba una
sonrisa. Me encantaba que tuviera sentido del humor.- En fin, ¿Qué decides?
Toda
sonrojada tras lo que me había dicho era incapaz de mirarle a los ojos. El
momento de decidir si convertirme por fin en una autentica zorrita o salir
huyendo había llegado. A pesar de todo lo tenía bastante claro, durante el
viaje en metro lo había sopesado ya todo. Cuando por fin pude mirarle de nuevo
a los ojos:
- No tengo nada que elegir, ya lo
hice. Q… Qui…Quiero ser tu nena -. Le dije en voz clara pero lo suficientemente
baja para evitar que nadie en la cafetería nos oyera. Dios, no podía creerlo,
por fin tras mucho tiempo le había dicho a un hombre que quería que hiciera una
zorrita de mi.
- Bien, acompáñame. - Javier se
levantó sonriente y de manera enérgica, fue a la barra y pagó los dos
cafés que habíamos tomado al camarero. Yo le seguí y me invitó a salir de la
cafetería- Vivo en una urbanización fuera de Madrid, pero tengo un piso a un
par de calles de aquí. Generalmente está alquilado pero ahora está vacío y
podremos ir allí sin que nadie nos moleste. Intuyo que dentro de la mochila
traes la ropa con la que cambiarte ¿Verdad?. Bien subamos, tengo bastantes
ganas de conocer a Verónica. - Me dijo mientras me guiñaba un ojo.
Durante
el trayecto a casa Javier me comentó que estaba bastante contento de haberme
encontrado, por lo visto le gustaba y tenía bastantes ganas de convertirme en
una de sus zorritas. Por mi parte estaba encantada, y aunque nadie lo
sospecharía, ahí iba yo… por la calle acompañando a un hombre que me acababa de
decir que iba a convertirme en su zorra particular… ¡Sí mi padre me viera…!
- Bueno hemos llegado. - Se trataba
de un piso bastante grande en la séptima planta de un edificio donde vivía
gente al parecer con dinero. Nada más entrar al vestíbulo me preguntó una vez
más sí estaba segura de esto y al contestarle una vez más de manera afirmativa
me dijo:- Perfecto, ahora escúchame bien, a partir de ahora cuando quedemos
siempre has de estar vestida de chica. Delante de mi no quiero volverte a ver
con ropa de chico a menos que te esté llevando a casa o sea por una causa
imprescindible. Siempre que llegues lo primero que has de hacer cuando llegues
a casa será cambiarte.
Obviamente estaba de acuerdo con eso que me había dicho y lo entendía
perfectamente ya que Javier quería una nena a su lado y yo estaba deseosa de
poder serlo. Me llevó hasta el cuarto de baño-: Aquí podrás cambiarte, tomate
tu tiempo… quiero que la primera impresión que me lleve de ti sea buena. Cuando
termines ve al salón, te estaré esperando allí. - Se despidió de mi llevando
una de sus manos hacia mi barbilla, levantando mi cara para que le mirara a los
ojos y me daba un beso en los labios.
Cerró
la puerta y me dejó en el baño, el cual es bastante amplio. Coloqué la mochila
junto a una silla que había y comencé a desvestirme. Saqué la ropa que traía
decidiendo que ponerme. Como los dos juegos de medias que traje eran iguales me
las fui poniendo mientras me decantaba por ponerme en primer lugar mi vestido
rojo. Era una de las prendas que más me gustaban y que mejor ocasión que
llevarlo la primera vez que me iba a presentar como Verónica ante un hombre. A
pesar de que sentía un poco de nervios ante todo esto, lo cierto es que también
me encontraba bastante excitado y esta sensación se acentuó cuando empecé a
subir un tanga rojo a juego con el vestido y que quedaba genial en contraste a
las medias. Intenté relajarme un poco y esperar a que mi pequeño pene dejara de
estar durito para poder situarlo entre las piernas y evitar que se saliera.
La
imagen que me devolvió el espejo al mirarme me gustó bastante. Me vi con mis medias
negras que dejaban lucir unas piernas largas y delgadas, éstas desaparecían
entre mis muslos por el vestido rojo. Al darme la vuelta para verme por detrás
vi que el tanguita se marcaba un poco, lo que dejaba intuir mis nalgas. Solo me
quedaba un pequeño detalle. Me acerqué a la mochila y cogí un pequeño frasco de
perfume.
Cuando
abrí la puerta del baño para dirigirme al salón empecé a sentir un cumulo de
sensaciones. Ahí me encontraba yo, caminando vestida de mujer por el pasillo de
un empresario el cual hace unos instantes me acababa de decir que me iba a
convertir en su sumisa, en su putita particular. Caminaba segura de mi misma,
no había vuelta atrás, sabía que en cuanto cruzara esa puerta Javier iba a
tomarme como suya y me iba a convertir en una zorrita, pero no. Ya lo era, y la
sensación me encantó.
Javier
se encontraba sentado sobre el sofá. Había dejado un par de copas sobre la mesa
y en la televisión estaba puesta una película porno en el que una joven trans
estaba siendo usada por dos hombres a la vez.
- Hola.. - Le dije toda colorada
mientras miraba al suelo
- Vaya… estás genial.
Javier
esbozó una sonrisa mientras me examinaba de arriba abajo. Se levantó del sofá
para acercarse a mí, posó una de sus manos en mis caderas intentando rodearme y
acercarme hacia él mientras su otra mano la puso sobre mi nuca. Comenzó a
besarme mientras yo no pude hacer otra cosa que abrir mis labios y aceptar como
su lengua se entrelazaba con la mía. Pude notar como sus fuertes brazos me
achuchaban contra él. Javier besaba genial y lo estaba demostrando, poco a poco
me fui desinhibiendo.
- Me encanta como te queda ese
vestido. A ver date la vuelta. - Me pidió mientras me cogió de la mano y me
ayudó a girar sobre mí misma.- Mmmm tienes un culito genial.
- Gracias…. Me alegra que te guste. -
El beso que me acababa de dar Javier me había dejado con las piernas temblando
pero me había encantado y estaba comenzando a sentirme bastante a gusto. Me
pareció sorprendente pero mi timidez estaba desapareciendo. - Es todo tuyo, me
atreví a decirle.
- Vaya con la nenita… no dudes jamás
de quien es ese culito y quien es tu dueño zorrita. - Javier me agarró de la
cintura acercando mi cuerpo al mío mientras me besaba apasionadamente. - Noto
que tenías muchas ganas de estar con un hombre, vamos a comprobar si de verdad
tienes madera para ser una zorrita o eres todo fachada. ¡De rodillas!
No
quería defraudarle en la primera orden que me daba e inmediatamente me puse de
rodillas. Miré al suelo mientras que por mi cabeza pasaban mil pensamientos
diferentes y mi cuerpo temblaba un poco. Javier lo notó y acarició mi barbilla
y mi cara con su mano mientras me hacía mirarle a los ojos
- No tienes nada que temer, estás en
buenas manos. Relájate y disfruta nena. - Acercó sus labios a los míos para
darme un pequeño beso. - Ayúdame a descalzarme y quitarme el cinturón.
Nada
más decírmelo comencé a desabrochar el nudo de sus zapatos mientras él abría la
hebilla de su cinturón. Agarró una de mis manos y la llevó a su pantalón para
ayudar a bajárselo. No podía creer lo que veían mis ojos. Javier se había
quedado en boxers y se intuía una enorme polla, por lo que se veía estaba ya
bastante morcillona ya que se notaba como palpitaba.
- ¿Qué, te gusta? No le quitas ojo de
encima. Para no haber estado nunca con una polla has tenido suerte ¿Eh,
zorrita? -
Las palabras de Javier me sonaron con cierta sorna, pero no le
faltaba razón. Vaya pollón que gastaba, no estaba segura si podría aguantarlo
pero no dejaba de dar gracias por la suerte que había tenido de encontrar un
pollón así. Javier me agarró de la cabeza y me la acercó a su paquete. Mientras
notaba el olor y la dureza de su polla siendo restregada por mi cara a través
de la tela del pantalón Javier me dijo-: se te está haciendo la boca agua.
¿Esto es lo que querías, verdad? Una buena polla que saque la putita que llevas
dentro. ¿A qué estás esperando para bajar el bóxer?
No lo
dudé ni dos segundos. Mis manos se acercaron a la goma del bóxer y comencé a
bajarlos. Su polla saltó como un resorte hacia arriba y por poco me dio en la
cara. Dios, vaya pollón. Su olor se hizo más fuerte, era un olor muy potente,
no era desagradable pero si muy fuerte… y la verdad, me encantaba, mi boca
empezó a salivar con ese olor que me atraía como la miel atrae a las moscas.
Ahora podía contemplar su polla a la perfección. Una polla enorme y eso que no
estaba empalmada aún del todo, debería de medir como mínimo 20 cm ¡El doble que
la mía!... o incluso el triple porque Javier la tenía mucho más gordita que yo.
Se notaba que hacía algún tiempo Javier se había rasurado ya que tenía pelos
cortitos que me encantaron y dejaban lucir esa enorme polla aun más. El tronco
de esa polla aumentaba de grosor a medida que ascendía hasta desembocar en un
glande rosado y bastante potente, parecía un fresón de lo gordito que era y
tenía una pinta riquísima. Para rematar Javier tenía dos huevazos bien gordos
que colgaban amenazantes de esa polla, eran enormes, pensé que no me cabrían en
el puño los dos a la vez.
- Es enorme - me atreví a decirle
mientras le miraba a los ojos toda colorada
- ¿Te gusta zorrita? ¿No esperabas
que tu macho la tuviera tan grande, eh? Pues parece ser tu día de suerte, no
seas tímida. Adelante, cógela.
De
rodillas alcé la mano para coger esa enorme polla que se balanceaba de lado a
lado frente a mi cara. A pesar de estar morcillona me sorprendió lo gordita y
dura que ya estaba… claro que hasta entonces solo había cogido mi pequeño
clitty y no había comparación entre uno y otro. Me pidió que le fuera pajeando
y eso hice. Poco a poco su pollón fue adquiriendo más y más fuerza. Esa polla
era impresionante, se alzaba frente a mi cara, apuntando con su glande de forma
amenazante. Nunca antes había tenido otra polla que no fuera la mía, si lo mío
se puede llamar polla claro, pero me encantaba. Estaba pajeando a un hombre y
la sensación me encantaba. El fuerte olor a polla me embriagaba y empecé a
salivar muchísimo. Algo dentro de mi deseaba no solo pajear esa polla, sino
también probarla, lamerla, comerla.
- Vamos Verónica, no te quedes con
las ganas, pruébala
Javier parecía haberme leído la mente y obviamente no
rechacé su invitación ni le hice esperar. Ansiosa como estaba abrí suavemente
mis labios a medida que me acercaba a ese amenazante trozo de carne que le
colgaba entre las piernas.
Besé su
gran glande y poco a poco fui introduciéndomelo en la boca, haciendo círculos
con mi lengua en el interior de mi boca. Qué pensarían de mi familiares y
amigos si me vieran en esa situación, comiéndole la polla (pollón mejor dicho)
a un hombre que podría ser mi padre. Su sabor me encantó, a pesar de que tenía
un olor muy fuerte, éste llenaba toda mi boca y me hacía salivar. Estaba
deliciosa. Separé mis labios de su glande y empecé a recorrer su gran falo.
Notaba como palpitaba. Javier estaba durísimo y eso me encantó. Para ser la
primera vez que chupaba parecía que lo estaba haciendo bien puesto que empecé a
escuchar los gemidos de Javier diciéndome lo bien que lo hacía. Cuando llegué a
la base de su polla saqué la lengua y empecé a subir por su tronco hasta llegar
de nuevo a su glande. Allí me deleité, empecé a darle lengüetazos como si fuera
un polo, me la introducía en la boca para seguir jugando con mi lengua, la
sacaba y me la volvía a introducir.
- No puede ser Verónica, no te creo.
- Desconcertada me saqué la polla de Javier de mi boca mirándole a los ojos.
Fruncí un poco el ceño porque no sabía a que se refería. - La mamas muy bien
¿Estás segura que es la primera vez que te comes una polla? La comes mejor que
una putita. - Me dijo Javier con la voz entrecortada a causa de sus gemidos.
Vaya
piropazo me acababa de soltar Javier. Me sonrojé bastante, le sonreí y no pude
hacer otra cosa que aquello para lo que están las putitas: me limité a comerme
su polla aun con más ganas a la vez que le pajeaba. Intentaba introducirme todo
su falo en la boca pero resultaba imposible, era demasiado gordo y largo… y yo
demasiada inexperta para conseguir tragarlo del todo a pesar de mis intentos. A
pesar de eso Javier no parecía estar disgustado, parecía que estaba muy
contento con mi boca y por como se la mamaba. Estaba convirtiéndome en una comepollas,
en su comepollas. Y eso me empezó a calentar muchísimo, cosa que Javier notó:
- Veo que estás disfrutando tanto
como yo zorrita, ya noto tu pequeño bulto a través de tu vestido. - Con la
polla de Javier en mi boca me había olvidado completamente de mi pequeño
clitty, pero tenía razón. Me encontraba con tal estado de excitación que mi
pene hacía esfuerzos para salirse de mi tanguita. Era imposible que se me
saliera debido a mi pequeño tamaño y lo apretadito que tenía el tanga, pero es
cierto que se me notaba un poco. - A ver que guardas para mí debajo del
vestido.
Javier
sacó su polla de mi boca y levantándome me ayudó a quitar el vestido. Me quedé
parada frente a él, con mi cuerpo delgadito totalmente expuesto a él salvo por
el pequeño tanga que dejaba asomar un bultito. Javier me abrazó y mientras una
de sus manos manoseaba mi culito.
- Me encanta ver como estás
disfrutando Verónica, estás caliente como toda una zorrita y eso me gusta
mucho.
Javier dejó de acariciar mis nalgas y pasó su mano hacia el bultito de
mi tanga. Cogió mis testículos y mi pequeño pene en la palma de su mano, yo al
notarlo solté un gemido a la vez que Javier comenzó a apretar, no muy fuerte
para hacerme daño pero si lo suficiente como para que lo notara y me tuviera a
su merced. - Ahora entiendo por qué eres una zorrita, a esto que tienes aquí no
se le puede llamar polla, mírate… si parece un clítoris híper desarrollado más
que una polla.
Las
palabras de Javier produjeron en mi mucha vergüenza y miré para abajo. Javier
tenía razón, tenía una polla enana, perdón clitty, y me estaba humillando
por ello. Cogió su polla en la mano acercándola a la mía. Joder, el contraste
era increíble. Su polla doblaba y prácticamente triplicaba a la mía, es cierto que
solo en tamaño era el doble, pero la mía era mucho más delgadita que la suya.
Si alguien nos viera no dudaría en quien era la zorrita, no había duda. Agarró
también mi pequeño clitty y pegándolo al suyo empezó a pajearlo. Empecé a gemir
mientras estaba todo colorada y Javier empezó a besarme.
- ¿Te gusta, eh zorrita? Me encanta
comprobar la diferencia de tamaño entre tu clitty y mi pollón. Míralo bien
Verónica, esto es una polla y no lo tuyo. Y ahora vas a saber lo que hace una
polla con el culito de una zorrita.
Me dio un pequeño azote y me dijo que me pusiera a cuatro patas con el
culito en pompa sobre el sofá. Mi respiración se agitó. Javier iba a penetrarme
con su pollón, iba a convertirme en la zorrita, me iba a destrozar el culito.
- Tienes un culo precioso
- Gracias - Le respondí con mi
respiración agitada. - Me alegro que te guste
- Eres una zorrita fabulosa Verónica,
después de hacerme una mamada tan buena voy a reventarte el culito.
- Por favor, ten cuidado, tengo miedo
a que me hagas daño
- Hmmm zorrita…
Javier me dio un
azote súper fuerte, dejando marcada su mano en mis nalgas. A la vez cogió mis
testículos con su mano y los empezó a estrujar mucho más fuerte que la vez
anterior, lo que me hizo dar un pequeño gritito que la verdad, sonó bastante
afeminado. - Recuerda, eres mi nenita y te voy a convertir en una autentica
zorra. ¿Es lo que siempre habías querido ser, verdad? - Javier relajó la
presión sobre mis testículos y pasando suavemente su mano por mi nalga que ya
estaba poniéndose roja por el azote que me acababa de dar me dijo: estás en
buenas manos, no pienso hacerte daño, además, tu culo está para disfrutarlo, de
nada sirve follarte salvajemente y que le cojas miedo a una polla. Ya verás
como vas a disfrutar, como una verdadera putita.
Javier
me bajó y se deshizo de mi tanga apartándolo a un lado y dejando expuestos mi
culito, mi pequeño pene y mis testículos completamente a su disposición. Nunca
antes había estado así ante un hombre, pero lejos de sentirme incomoda me gustó
mucho estar así. Me sentía totalmente vulnerable expuesto de tal forma ante
Javier. Podía hacerme lo que quisiera que yo lo aceptaría y además con mucho
gusto. Estaba haciéndome saber cual era mi posición frente a un macho.
Separó
mis nalgas dejando aun más a la vista mi agujerito. Estaba deseando sentir su
pollón enorme mío a pesar de que sabía de que me iba a partir y dejar
destrozada.
- Vaya culazo que gastas zorrita,
vamos a tener que trabajarlo antes de meter nada. Un culo así de bueno no se
encuentra todos los días y no quiero lastimarlo…
Separando mis nalgas todo lo que podía, Javier se abalanzó sobre mi
agujerito y comenzó a darme besitos que me hicieron gemir. Dios, vaya
sensación, nunca había sentido nada parecido y era increíble. Javier pasaba su
lengua a lo largo de mi agujerito y ponía especial énfasis a la hora de
intentar introducir su lengua en mi culete. Gracias a sus lametazos no paraba
de gemir y me acomodé un poco más en el sofá para poner aún más mi culo en
pompa y facilitarle la labor. Cuando Javier vio que me acomodaba debido a lo a
gusto que me encontraba, empezó a azotar mi culo con una de sus manos. Azotada
y con una lengua comiendo mi culito… no podía estar mejor. O eso pensaba
Javier
colocó uno de sus dedos en la entrada de mi culito. Poco a poco fue
introduciéndolo, lo que provocó que un gemido ahogado saliera de mí. Cuando lo
tenía todo dentro lo apretó más contra mí, notando la fuerza de su brazo en la
entrada de mi culo. Notaba un poco de dolor a medida que me abría.
- Ve con cuidado porfaa - Le supliqué
entre gemidos
- Shhh zorrita, intenta relajarte que
solo estoy dilatándote. Tienes el culo súper cerrado
Fue
moviendo en círculos su dedo en el interior de mi culito a la vez que lo sacaba
y lo metía. Javier no paraba de lamer la entrada de mi culito. Dios estaba
gozando como una autentica zorrita en celo. Cuando creí que no podía sentirme
más caliente, Javier comenzó a introducir un segundo dedo. Más gemidos salían
de mi garganta. Cuando me acostumbré a tenerlos dentro repitió el proceso.
Empezó a moverlos, al principio de una manera suave para pasar a continuación a
moverlos de manera frenética. ¡Me estaba masturbando el culo con su mano! Mi
respiración se entrecortaba a causa de los gemidos y sin ser consciente de ello
mis caderas empezaron a moverse al ritmo que marcaban los dedos de Javier.
- Cómo gozas zorrita ¿Te gusta que
abra tu culo, verdad? - Javier sacó sus dedos de mi culo dejándomelo bien
abierto mientras me daba un par de nalgadas bien fuertes y me abría las nalgas
para dejarme expuesta.
- Siiii, por favor no pares, no pares
mmmmmmm
Me sentía totalmente desbocada. Mi timidez inicial se había
desvanecido. Me sentía como una perrita en celo a punto de ser follada y
necesitaba a mi macho ya. Quería sentir su polla. La necesitaba dentro de mí.
No aguantaba más. No creía que esas palabras fueran a salir de mi boca, pero
sí, salieron casi como un ruego. - Por favor… métemela, no aguanto más.
¡Fóllame!
- Vaya vaya con la zorrita - Javier
volvió a azotar mi culo pero esta vez dejó su mano sobre él, moviendo y
masajeando mis ya doloridas nalgas a causa de los azotes que me había dado. -
¿Tienes ganas de polla? ¿Quieres que te la meta zorrita?
- Siii, métemela por favor,
métemelaaa.
Javier parecía disfrutar dejándome con las ganas de sentir su
polla. La colocó en la entrada de mi culete y empezó a moverla por la mitad de
mis nalguitas. La colocaba en mi agujerito, la movía, la pasaba entre mis
huevitos, pero no me la metía. Javier estaba disfrutando viendo como me
torturaba de placer y de ganas por ser follada. ¿Sabéis esa sensación de querer
ser follada sin parar? ¿De sentir una enorme polla entrando por vuestro culito
sin piedad? Necesitaba esa polla dentro de mi culo y la necesita ya.
- Pídemelo Verónica, pídeme que te
rompa el culo de zorra que tienes
- Por favor Javier, métemela. Fóllame
el culo, rómpeme.
Fóllame el culo ya por favor. - Le rogué con voz sumisa a
Javier. Me sentía muy sucia por acabar de decirle eso, pero era la verdad.
Quería sentir su polla dentro de mi Javir
por fin se apiadó de mi. Noté como su gran polla se situaba en la entrada de mi
culito ya lubricado y comenzaba a hacer fuerza para intentar adentrarse en mi
culo. Su glande es enorme, temía que me hiciera daño pero a la vez deseaba
notarlo en lo más profundo de mí. De un empujón me metió la cabeza de su polla.
Mi esfínter se dilató recibiendo y apretando fuertemente su polla mientras yo
pegaba un grito de dolor al sentirme desgarrada por dentro.
- ¡Aaaaaahhhhh! ¡Aaaaahhhhh!
- ¿Qué pasa zorrita? ¿Te duele?
¿Acaso no querías polla? Me dijo Javier mientras pegaba otro empujón metiéndome
la polla hasta la mitad.
Sentía su pollón súper duro y calentito dentro de mi
culo. - Shhhhhh, tranquila, relájate. Es normal que te duela pero ya verás como
te vas acostumbrar y me vas a pedir que te folle. Shhhh, intenta relajarte.
De mi
garganta salían quejidos que eran tapados por uno de los cojines del sofá que
me había metido en la boca para que Javier no escuchara mis sollozos. Esa polla
me estaba destrozando el culo. Era enorme y mi culito demasiado estrecho.
Javier comenzó a acariciarme las nalgas a la vez que me daba mimos y me decía
que me tranquilizara, que todo iba bien. Sus caricias consiguieron relajarme un
poco y cuando Javier lo notó pegó un último empujón para meterme lo que quedaba
de su polla.
-
¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAhhhhhhhhhhhhhhh!. - Ahora sí, la tenía toda dentro.
Javier me tenía totalmente empalada
- Shhhh tranquila zorrita, ahora ya
la tienes toda dentro ¿Te gusta sentirla? Vaya culito más tragón que tienes.
Para ser la primera vez que recibes polla no lo estás haciendo nada mal zorra
Cuando
mi culito se acostumbró al tamaño del pollón de Javier, éste comenzó a moverse
lentamente. Gemidos mezcla de placer y de dolor salían de mi boca. Estaba súper
excitada a pesar de que un pollón acababa de reventar mi culito por primera
vez. Los movimientos de Javier eran precisos, se notaba la experiencia follando
culos de zorritas como yo. Sacaba su polla hasta la mitad y lenta, pero
profundamente, me la volvía a meter hasta sentirme llena de polla.
Ahí
estaba yo, vestida de chica, con el culo rojo a causa de los azotes y
sodomizada en el sofá de un hombre que había conocido por internet a penas dos
semanas antes. Me sentía súper caliente, fuera de mí misma. Sí esta era la sensación
que se sentía al tener una polla follándote el culo, dios, no quería dejar de
sentirlo nunca.
Me
estaba empezando a follar cada vez más fuerte. Javier aumentó el ritmo de sus
embestidas y cada vez sacaba más su polla para metérmela a continuación con más
fuerza. A medida que me iba empotrando su mano derecha empezó a azotarme. Hmmmm
debía de tener el culo súper rojo. Me estaba sodomizando sin piedad, no me
estaba follando como se folla a una nena. No. Me estaba follando como se folla
a una putita. El ritmo de Javier era frenético, parecía no cansarse nunca. Vaya
follada que me estaba metiendo. De repente sacó su polla y mientras separaba
mis nalgas bien abiertas para comprobar lo abierta que me había dejado me dijo:
- Vaya culazo, increíble. Verónica
tienes un culo que da gusto. Mira que abierta estás. Te he dejado el culito
bien abierto
- Por favor, no pares. - No paraba de
gemir. Esa polla me acaba de reventar, pero necesitaba sentirle más aún.
- Tranquila nena, que no hemos
terminado. Ni mucho menos.
Javier soltó una carcajada a la vez que me daba la
vuelta y me colocaba boca arriba en el sofá. Colocó mis rodillas sobre el
pecho, mientras él se colocaba encima de mí y colocaba su polla en la entrada
de mi culo. Mi culito palpitaba, estaba abriendo de más polla y quería seguir
siendo follado. De un empujón me metió más de la mitad de mi polla. En esa
posición la notaba muchísimo más, su penetración era mucho más profunda. Estaba
llegando hasta lo más profundo de mi culito y multitud de gemidos se escapaban
de mi boca. - Me encanta lo zorra que eres Verónica
Mis
brazos rodearon la espalda de Javier, abrazándolo y pegándolo todo lo que podía
a mí para sentir como metía la totalidad de su polla en mi interior. A la
agitada respiración de Javier se sumaban mis gemidos cada vez que me metía la
polla.
- Ya verás ahora zorra
Miré a
Javier a los ojos y vi como se incorporaba sin llegar a sacármela. Empezó a
penetrarme salvajemente mientras una mueca de dolor y placer se dibujaba en mi
cara. Estaba follándome a un ritmo que creía imposible. Notaba su polla salir
de mi culito y cuando quería darme cuenta ya la tenía de nuevo entrando y
saliendo sin parar. Vaya viaje me estaba dando. Su polla debía de llegarme a mi
estomago en esa posición.
Sin
esperármelo, cogió mi polla que se encontraba apretujada entre mi vientre y mis
piernas para empezar a masturbarme. Generalmente tengo poco aguante y en
aquella situación, siendo follada tan duramente no aguanté ni tres sacudidas.
- ¡Aaaaahhhh! ¡M… M… Me mee
corrooooo, me corroooooo! - fui capaz de decir torpemente a causa de los
gemidos que me provocaban las fuertes embestidas que Javier me daba.
- Eso es zorrita, córrete, disfruta
de cómo te folla tu macho
Estaba
teniendo un orgasmo increíble. Mis brazos, mis piernas, todo mi cuerpo comenzó
a temblar sin poder controlarlo. Varios chorros de mi lechita comenzaron a
salir disparados hacia mi pecho dejándome bañada en mi propio semen. Mi culito
empezó a tener contracciones y apretaba muy fuerte la polla de Javier, que no
dejaba de follarme mientras me corría. Era como si mi culito quisiera evitar
que su polla saliera de mí, aunque su polla era tan grande y gruesa que me estaba
empezando a producir un poco de daño a causa de las contracciones. Sin embargo
a Javier eso no le preocupaba, me estaba follando como una autentica zorra y yo
lo disfrutaba así. Cualquiera que escuchara mis gemidos pensaría debía de
pensar que era una chica con suerte ya que mis gemidos eran bastante femeninos.
Cuando
terminé de correrme Javier seguía empotrándome sin parar. Parecía una fiera
desbocada rompiéndome el culo. Yo incapaz de seguirle el ritmo tras el orgasmo
que había tenido estaba totalmente a su disposición. Me dejaba hacer aunque su
polla ahora me hacía un poco más daño del placer que me causaba. A pesar de eso
no le importó y siguió follándome a un buen ritmo por lo menos unos cinco
minutos más.
- ¡Me voy a correr Zorra! ¡Me voy a
correr en tu cara! Quiero que pruebes mi leche. - Yo sin fuerzas e incapaz de
decirle nada debido a la follada que me estaba dando solo fui capaz de mirarle
a los ojos y mover mi cabeza levemente con un gesto afirmativo. Javier sacó
rápidamente su pollón de mi culo, se subió encima de mi en el sofá acercando su
polla a mi cara mientras la pajeaba. - Abre la boca zorra que ahí vaaaaaaaaaaa
La
visión de la polla de Javier a punto de estallar frente a mi cara era
increíble. Su glande estaba casi morado y su polla tenía marcadas multitud de
venas. Me parecía increíble que pudiera haberme metido tal pollón en m culo.
Abrí la
boca y de su polla salieron disparados varios chorros de lefa. Sentí un par de
lefazos en mi nariz y sobre mis mejillas. Javier apuntó su polla y la lefa
empezó a llenar mi boca y se depositaba sobre mi lengua a escasos centímetros
de su polla. Era la primera vez que probaba el semen y lejos de producirme
sensación de asco, su fuerte y dulzón sabor me encantó. Tras solar cuatro chorros
más de semen, cada vez más flojitos Javier terminó de correrse en mi cara.
Me
sentía súper sucia, más bien como una autentica putita. Alcé mi mirada para
mirarle a la cara pero tenía los ojos cerrados a causa de tanto placer. Mmm la
sensación que tuve al comprobar que había hecho disfrutar a todo un macho como
Javier es indescriptible. Sentía su semen resbalando por mi frente, por mis
mejilla, por mi cuello y se perdía por mi pelo. Bastante lefa salía de la
comisura de mis labios, me había llenado la boca de su semen. No pude evitarlo
y tragué toda su leche. Me encantó sentir como bajaba por mi garganta y el
regusto que me quedaba.
- Gracias. - No sé por qué, pero esa
palabra salió de mi boca. Me sentí súper sumisa en ese momento. Acababa de
darle las gracias a un hombre que me doblaba la edad y que me había follado
brutalmente para correrse en mi cara. No podía sentirme más a gusto y más zorra
que en ese preciso instante.
Estando
encima mío Javier me miró a los ojos mientras sonreía. Vio como me había
tragado su leche y aún tenía restos de su lefa por mi cara. Estaba súper roja a
causa de la follada que me acababa de meter. Javier se acostó a mi lado y me
abrazó, puso su mano sobre mi mejilla, parecía no importarle que estuviera toda
llena de semen y me empezó a besar apasionadamente.
- Eres increíble. De verdad Verónica,
para ser novata has estado genial. Has aguantado bastante bien mi polla
- Gracias. Has estado genial. Me ha
gustado mucho. - Le decía mientras nos besábamos. Me resultaba sorprendente que
a Javier no le importara besarme a pesar de haberse corrido unos momentos antes
en mi boca. Pero a mi me encantaba. Me hacía sentir genial. A penas cinco
minutos antes me estaba tratando peor que a una putita, follandome salvajemente
y azotando mi culito sin piedad, sin embargo ahora me trataba con delicadeza y
suavemente.
Me estaba haciendo sentir súper relajada. - Eres increíble
Javier
aprovechó un momento para ir al baño y a continuación fui yo. Cuando me miré en
el espejo la imagen que vi fue sorprendente. Tenía marcas de semen en gran
parte de mi cara, por mi cuello y en mi pelo. El pintalabios todo corrido,
marcas de lagrimas alrededor de los ojos por la follada que me había metido. La
verdad que la imagen que daba era súper lamentable, pero a mí me encantó. Era
la imagen de una putita que acaba de ser usada por su macho. ¿Qué mejor imagen,
verdad?
Me di
la vuelta y vi mi culo súper rojo a causa de los azotes que me había dado
Javier. Tenía algún rasguño y por lo general no tenía ni un centímetro de piel
alrededor de mi culo que no estuviera colorado. Separé un poco mis nalgas
esperando ver como se encontraba mi agujerito, pero lo que vi fue mi culo súper
abierto. Javier me había dejado el culo que parecía un coñito. Lo tenía
bastante rojo y pasé un par de dedos por él. Me dolía un poco, pero me
sorprendió la facilidad con la que mis dedos resbalaron por mi culete. Me había
dejado súper dilatada.
Tras
asearme un poco cogí de la mochila me cambié de medias, las que llevaba se
habían roto ante la potencia de Javier. Aproveché para ponerme otro de mis
tangas, en esta ocasión rojo. Pensé ponerme el top que traía, pero lo pensé
bien y en esta ocasión quería ofrecerme a Javier sin nada. Por lo que me quité
las medias quedando únicamente con el tanguita. Javier me acababa de convertir
en una putita y ahora quería demostrarle que no quería ser una zorra
cualquiera, quería ser SU putita. Salí del baño y volví al sofá con él. Se
encontraba recostado, desnudo mirando la televisión que aun estaba emitiendo
porno. No pude evitar fijarme en como su pollón volvía a estar morcillón. Dios,
era insaciable. No podía creerme que después de haberme metido tal follada no
mostrara signos de cansancio y aún tuviera ganas de más. Me tomó alrededor de
sus brazos y comenzó a besarme.
Javier
se tomaba su tiempo metiéndome mano, no dejó ningún rincón de mi cuerpo sin
recorrer mientras enlazábamos nuestras lenguas. Yo no quería quedarme atrás. A
pesar de la follada que me había metido unos minutos antes, volvía estar súper
caliente. Con la mano cogí el miembro de Javier. Mmmm que pollón, no era capaz
de comprender como había podido metérmela entera en el culo, pero no me
importaba, solo quería disfrutarlo. Esa polla me volvía loca.
Empecé
a pajearlo suavemente. Mi mano recorría la extensión de su polla y de vez en
cuando acariciaba sus huevazos. Se notaban un poco más vacíos que antes, pero
era normal, había descargado mucha leche sobre mi cara. Javier me dio un último
beso y haciéndome un gesto hacía abajo. No hacían falta palabras en ese
momento, entendí perfectamente que mi macho quería que su puta le ofreciera una
buena mamada. Sin soltar su polla me situé entre sus piernas y mirándole a los
ojos comencé a darle besos en su glande. Lo metí en mi boca y noté aún restos
de semen y lo que intuí era el sabor de mi culo. Si antes el olor y sabor de su
polla me encantaba ahora me estaba volviendo loca, estaba deliciosa. Paseaba mi
lengua por toda su polla, de arriba abajo, saboreando ese sabor que tenía ahora
después de follarme el culo.
- No te olvides de los huevos zorra.
- Mmmm me volvía loca que me tratara con esa rudeza de nuevo. Encantada de
obedecerle bajé un poco mi cabeza para alcanzar sus huevazos. Saqué mi lengua y
empecé a pasearla por ahí, los besaba y comencé a introducírmelos en la boca. -
Así, así, mmmm que bien lo haces zorrita. En serio no me creo que hoy haya sido
la primera vez que has probado polla. Eres una tragapollas nata.
Las
palabras de Javier me hacían comerle los huevos con más ganas. Su polla chocaba
contra mi cara a medida que lamía sus huevos. Me encantaba sentirme así de
humillada, comiéndole los huevos a mi macho. Javier puso sus manos en mi cabeza
y me invitó a seguir comiéndole la polla. Acompañaba mis movimientos con sus
brazos a medida que hundía su polla en mi boca. Era incapaz de tragarme
semejante pollón, pero disfrutaba metiéndomela en la boca y al parecer Javier
también, y a fin de cuentas eso era lo importante, que el macho disfrute. Poco
a poco fue Javier quien tomó la iniciativa empezando a mover su rabo dentro y
fuera de mi boca al igual que lo estaba haciendo yo. Ahora me tenía sujetada
con sus brazos y su polla salía de mi boca y se volvía a meter hasta llegar a
mi garganta. Javier repitió este movimiento de manera suave durante un minuto
pero empezó a aumentar su ritmo más y más hasta que en un momento dado cuando
tenía todo lo que podía de su polla en mi boca me sujetó la cabeza evitando que
pudiera retirarla. Dios, me estaba follando la boca. Y me encantaba. Javier
mantenía presionada mi cabeza ahogándome con su polla. No podía respirar y
mucha saliva empezó a salir por la comisura de mis labios resbalando por su
pollón. Me dejó tomar aire pero volvió a empujar mi cabeza hacia abajo
intentando que me tragara la totalidad de su polla, pero me resultó imposible.
Los
gemidos de Javier follándome la boca se escuchaban en toda el salón. Yo era
incapaz de decir nada, solo balbuceaba con cada arremetida evitando ahogarme
ante tal pollón. Era increíble, pero me encantaba que me follara la boca. Mi
clitty se estaba poniendo súper durito sin haberlo tocado y mi culo se
contraía, necesitaba volver a ser follada.
- ¿Esto es lo que querías, eh zorra?
- Me decía azotándome la cara con su polla. - Vaya zorra que estás hecha,
tragas rabo de puta madre. - Javier pasaba su rabo por mi cara dejándomela
empapada con mis propias babas que se mezclaban con los restos de semen de la
follada anterior. - Pero mírate, sí encima estás súper caliente. Te follo la
boca y encima te empalmas. ¿Eres una zorra, verdad?
- Sii, soy una zorra. - Le dije con
la boca llena de su rabo. No tenía ni una pizca de vergüenza, la timidez
habitual en mí me la había quitado después de echarme semejante polvo. - Soy tu
zorra
- Ahora vas a saber lo que te espera.
- Javier sonrió, sin duda estaba de acuerdo ante tal afirmación.
Me hizo
ponerme de rodillas mirando hacia el respaldo del sillón y se acomodó detrás de
mi rodeándome con sus brazos. Con su mano guió su polla hasta la entrada de mi
culito, bueno, debería decir de su culito porque ya era suyo, le pertenecía.
Sin miramientos me empotró contra el sofá metiéndome su polla hasta el fondo de
una sola embestida. Un grito mezcla de dolor y de placer salió de mi garganta y
se tuvo que haber escuchado en medio vecindario. Mi culito aun estaba abierto,
lo que facilitó sin duda que me la clavara así, pero su polla era enorme y no
pensaba que me la fuera a meter con tanta fuerza. Javier me dio un azote
dejándome marcada su mano en mi nalga izquierda mientras empujaba aún más su
polla dentro de mí. Por suerte después de clavármela Javier se apiadó de mí y
me dejó respirar, se mantuvo quieto mientras mi culo se volvía a dilatar para
acostumbrarme a su tamaño.
Cuando
consideró que ya estaba lista para volver a usarme, empezó a penetrarme de una
manera brutal. En el salón solo se escuchaban mis gritos mezclados con mis
gemidos de placer y el sonido de su pelvis golpeando mi culo. Cuando Javier me
había desvirgado había sido cuidadoso a la hora de metérmela antes de acelerar
el ritmo, pero ahora parecía un taladro percutor. Su polla salía y entraba de
mi culo sin apenas resistencia por mi parte. Estaba totalmente a su merced. Mi
pequeña pollita iba de un lado para otro al ritmo de sus embestidas, chocaba
contra mi vientre y pude notar como me salían unas pequeñas gotas de precum.
Mientras me empotraba me agarró de los brazos y me los puso detrás de la
espalda, haciendo que me arqueara mientras él se pegaba más a mí. Su ritmo era
frenético y sus embestidas eran súper profundas. Notaba como su polla rozaba mi
próstata cada vez que me penetraba, a decir verdad notaba como movía todo lo
que tenía dentro de mi cuerpo, con esas embestidas me estaba reventando. Me
estaba usando como a una zorrita barata y eso hacía que me pusiera a cien.
En un
momento sus movimientos se relajaron, mi macho después de tanto esfuerzo
necesitaba un respiro y ahora me penetraba de manera algo más suave, aunque
seguía penetrándome de manera muy profunda. Me soltó las manos y me agarré al
sofá, apenas tenía fuerzas, si me mantenía de rodillas era porque estaba
totalmente empalada en su polla y me sujetaba contra el sofá. Mi clitty ante
tanto placer estaba súper durito, y eso que no lo había tocado en ningún
momento, ni falta que me hacía ya que estaba disfrutando como nunca con la
polla de Javier dentro de mi culo. Empezó a besar mi nuca y mi cuello, mordía
el lóbulo de la oreja y me susurró al oído que era su zorra. Estaba a mil, no podía
estar más cachonda. Javier aumentó su ritmo, su polla de nuevo entraba y salía
de mí produciéndome una mezcla de dolor y sobre todo de mucho placer. Mi culito
palpitaba muchísimo, Javier lo notó, yo aún no lo sabía pero él entendía
perfectamente lo que estaba ocurriendo. Mis gemidos se volvieron mucho más
altos y comencé a temblar sin poder controlarme, estaba totalmente fuera de mí.
Javier aceleró aun más su ritmo y de repente empecé a correrme, de mi clitty
salían primero gotitas y luego un chorrito de semen que me dejó totalmente
vacía a medida que las palpitaciones encerraban la polla de Javier en lo más
profundo de mi culito.
No me
lo podía creer, acababa de tener el orgasmo más increíble de mi vida y lo había
tenido sin ni siquiera tocarme. Javier había conseguido que me corriera
mientras me follaba. Me sentí increíble, jamás me había sentido más completa en
ese momento mientras me corría y Javier embestía mi culo. Una cara de
satisfacción se dibujó en mi cara mientras notaba como se hinchaba el pollón
que tenía dentro. Javier estaba a puntito de correrse y aprovechaba para usarme
a su antojo, me empotraba de una manera salvaje hasta que me pegó una última
embestida que me hizo dar un grito de dolor y placer. Empecé a notar como
disparaba dentro de mi recto un montón de chorros de lefa ¡La notaba tan
calentita! No sé cuanto semen pudo eyacular dentro de mi culo, pero me noté
hinchada, me había dejado totalmente preñada.
No pude
aguantar más y me dejé caer sobre el sofá y Javier cayó conmigo sin sacármela
de mi culo. La dejó dentro mientras aún notaba las palpitaciones de su polla.
Al cabo de un tiempo se salió sola y empecé a notar como empezaba a salir su
semen de mi culo, la notaba resbalar por mis huevitos, por mi pene y por mis
piernas. Es una sensación increíble. Estaba chorreando semen, me sentía una
autentica zorra y la verdad, me sentía genial conmigo misma.
Así fue
la primera vez que estuve con Javier. En una sola tarde me había vestido por
primera vez delante de un hombre, me había comido su polla, me folló en varias
posturas tanto el culo como la boca. Por primera vez se habían corrido en mi
cara y me habían dejado preñada. Nada mal para alguien que acaba de dejar de
ser virgen.
A todos los que
habéis llegado hasta aquí quiero deciros una cosa: gracias por leerme. Este es
el primer relato que escribo y espero que os haya gustado. Espero que me dejéis
algún comentario con vuestras impresiones, consejos y sobre todo críticas ya
que al ser la primera vez que escribo seguramente tenga mucho que mejorar… Por
otra parte el relato está basado en hechos reales, Javier existe y me ha usado
varias veces como su zorrita. Si veo que os ha gustado y tenéis ganas de saber
más de Verónica, quizás me anime a escribir más. Un saludo y gracias.
DELICIOSO RELATO.
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