Cuando volví de la cocina me crucé con un espejo que me
devolvió una imagen que hace dos días me habría resultado impensable. Una chica
vestida de criada con peluca pelirroja, labios rojos con carmín corrido,
manchas de semen seco en la barbilla y un ball gag en el cuello, encima del
collar de perra. Llevaba una bandeja con una copa de vino blanco para cumplir
los deseos de aquella persona que había cambiado mi mundo en 48 horas y me
había transformado en lo que reflejaba ese espejo: la esclava que siempre había
deseado ser.
Le puse la copa de vino en la mesita mientras ella miraba la
tele. Ni me miró. Dejé la bandeja en la cocina y me fuí al baño a asearme como
me había ordenado. No había dejado ropa para cambiarme, así que supuse que
debería llevar la misma. Me extrañó porque era nuestra última noche juntas, y
parecía que sería una noche especial, por la visita que esperaba.
Me desvestí lentamente, primero desabrochando el ball gag,
dejándolo en la repisa. Tenía manchas blancas y marrones secas en la bola roja,
lo que me hizo recordar lo marrana que había sido y la vergüenza hizo que me
ruborizara un poco. Luego me quité las muñequeras y las dejé al lado. Entonces
saqué la llave que colgaba del aro del collar y abrí el candado, guardé el
collar en el mismo sitio, con la intención de que no se mojara para volvérmelo
a poner saliendo de la ducha y demostrar así a mi Ama cuanto la adoraba. Era
suya hasta que nos despidiéramos mañana, y así se lo quería hacer notar.
Me quité la peluca y la cofia, el delantal y el vestido de
chacha, y cuando bajé el tutú recordé qué tenía debajo de ese coulotte. Me
quité los tacones, me bajé las braguitas y ahí estaba, el aparatito que me
había dejado en castidad dejaba entrever mi pollita aprisionada, en su mínima
expresión. Me observé en el espejo, con las medias y el aparatito, y ví el
estado lamentable que ofrecía, con carmín y rímmel corridos, manchas de
guarrilla y ese olor a rancio que emanaba de mi boca, mas sucia no podía
estar... o si? Doblé un poco la espalda apoyándome en la pica y llevé una mando
a mi trasero, toqué esa joya que lo tapaba, la agarré y tiré de ella hasta que
el plug salió casi sin encontrrar resistencia. Casi no estaba sucio pero aún
así decidí limpiarlo con la boca. Lo lamí y lo chupé, estaba calentito, lo
saboreé y lo dejé junto con las demás cosas, me miré en el espejo, sonriente
por la liberación que me producía hacer ese tipo de guarrerías sin control.
Ahora sí que estaba lista para la ducha.
Me metí y dejé que el chorro de agua caliente limpiara mi
sucia cara, notaba el sudor seco resbalar con el agua y el cansancio de los
brazos comenzaba a desaparecer con la relajación que producía la ducha.
Enjuagué mi boca con abundante agua y me enjaboné todo el cuerpo, haciendo
especial hincapié en mi ano, lo acaricié con mimo y froté con jabón el
agujerito. No me pude resistir y me metí un dedito y como me sabió a poco metí
un segundo. Mi pollita empezaba a reaccionar tímidamente pero su prisión de
plástico le impedía crecer, así que lo dejé estar y acabé de ducharme tranquilamente.
Al salir una sorpresa me aguardaba. Mi Ama había entrado y
se había llevado las muñequeras, el ball gag, el plug y el collar, y toda la
ropa que llevaba. Había dejado un nuevo uniforme de criada, pero este era
diferente, se componía solo de un top a cuadritos blanco y rojos y una
minifaldita del mismo color, con volantes
de encaje blancos y con el delantal incorporado. Venia con muñequeras
rosas de encaje y unas medias blancas que llegaban hasta la rodilla. No había
braguitas, solo la peluca pelirroja, un sujetador strapless y unas grandes
protesis de silicona. Ah, y un collar fino de color rosa con incrustaciones
brillantes donde se podía leer SLAVE. Sonreí. Vi claro que mi Ama no quería que
le quitara protagonismo haciéndome vestir de chacha, pero a la vez quería que
estuviera sexy y provocativa para cuando requiriera mis servicios.
Me vestí con todo el atuendo, me puse el collar, me lavé los
dientes, me enjuagué la boca y entonces me maquillé. Otra vez tonos rosas, con
bastante colorete en pómulos para parecer mas inocente, cejas y párpados con un
difuminado de negro humo a blanco y rosa . Esta vez usé un carmín fucsia, que
me daba un aspecto entre niña y furcia. Me puse los tacones de charol blancos
que había y salí en busca de mi Ama, que ya estaba sentada en la mesa
esperando. La saludé haciendo la reverencia, levantando la faldita por los
lados dejando entrever mi jaulita. Sonrió. "Estás preciosa putita. Ahora
sirve la cena". Me alegré tanto que puse la mesa y serví la cena sin rechistar.
Al ponerle su plato me puse a su lado de rodillas, con las manos a la espalda,
esperando instrucciones. "Sírvete tu plato, hoy comeremos juntas". Me
serví y cenamos con una botella de buen vino, charlando amigablemente, riendo y
confesándonos cómo nos habíamos sentido hasta ese momento. Fue un momento
mágico, sentía que estaba con una persona que me entendía, con una amiga que me
sabía tratar como me merecía y en aquel momento me sentí muy feliz.
Al acabar la cena charlamos un poco, pero de repente ella
cambió el tono y me dijo "bueno, basta de charla, desmonta todo esto y
lava los platos. Y apresúrate, que va a llegar la visita!" Se fue otra vez
al salón con la botella y la copa de vino y yo empecé a recoger la mesa y me
puse a lavar los platos, un poco humillada por como me había tratado y ese
cambio de carácter repentino. Mientras los lavaba me fui calmando y entendí que
la cena fue una pausa, pero que yo era su criada y tenía que comportarme como
tal y que mi sitio era ese, o donde quisiera mi Ama que estuviera.
Cuando estaba acabando de limpiar la cocina sonó el timbre.
Me dijo que abriera y fui a la puerta, al abrir me encontré con un hombre
apuesto, bien vestido con camisa gris y pantalones de pinzas y pensé en voz
alta "no veas el tendero,vaya cambio!". Él me sonrió y dijo
"Hola, veo que estás bien educada" Sonreí. Desde atrás escuché la voz
de mi Ama que me decía "presentale tus respetos, esclava!" Me puse
seria y hice una reverencia, doblando una rodilla y levantando la faldita por
los lados, dejando así entrever mi pollita en castidad. Él soltó una carcajada
y entró, abrazando efusivamente a Sheila mientras yo me ruborizaba y cerraba la
puerta. Cuando me dí la vuelta me los encontré morreándose, así que me quedé
inmóvil sin saber que hacer. Entonces ella me dijo "trae una copa para el
invitado" mientras se iban abrazados al salón. Traje la copa mientras se
besaban en el sofá, le serví un poco de vino y me aparté. Al cabo de poco
dejaron el morreo y cogieron las copas para brindar. Ella dijo "por el reencuentro"
y él "por tu nueva esclava!" y acto seguido me dijo que cogiera una
copa y me sentara en la butaca a conversar. Eso no le gustó a mi Ama. Aún así
fui a por mi copa, me serví un poco de vino, brindé con ellos y me senté con
las piernas cruzadas. Entonces él me preguntó de dónde había salido esta
preciosidad y yo medio riendo empecé "Bueno, nos conocimos por..." -
SHHHHH! Sheila me calló, se levantó, me quitó la copa y me dijo "No te he
dado permiso para sentarte con nosotros, ni para hablar". Sacó un
ballgag que tenía en el sofá y lo lanzó
al suelo, detrás de mí. "Pontelo y vete a limpiar el baño, que lo has
dejado hecho un asco!" dijo con tono de superioridad y una media sonrisa
entre celosa y vengativa. Me levanté ruborizada y cogí el ballgag del suelo sin
doblar las piernas, agachando la espalda y dejando que se levantara la
minifalda y se me viera el culo. Me levanté, me giré y me puse el ball gag
delante de los dos. Él estaba extasiado con lo que acababa de ver y lo que
estaba viendo, mi Ama en cambio tenía cara de rabia y enfado. Una vez asegurada
la mordaza en mi boca saludé con la faldita y me fui a limpiar el baño.
Estuve un buen rato limpiando el baño, un poco molesta por
como me estaba tratando Sheila, apartándome de su amigo y humillándome.
Esperaba una noche más divertida. Pasaba el trapo por el espejo y me veía
reflejada, con la mordaza puesta. Me sentía estúpida. Una chacha estúpida.
Cuando acabé salí al salón y no estaban. Escuché gemidos en
la habitación, me acerqué a la puerta y vi a mi Ama chupándole la polla a su
amigo en la cama. Ella me vio y me hizo entrar. Se acercó a mí con una correa y
me la puso en el collar, y ató la correa a la esquina inferior de la cama, me
desabrochó el ballgag y me cayó un gran reguero de baba. Él estaba desnudo,
tendido en la cama y bien empalmado, ella se puso detrás mío y, sin saber como
lo hizo, me ató las muñecas a la espalda con el mismo ball gag, y empujó hacia
abajo mis hombros para que me arrodillara. Entonces volvió a su posición, cogió
la enorme polla con la mano y antes de metérsela en la boca me dijo
"lamele los pies."
Buff! Eso disparó en mí todo tipo de sentimientos,
humillación, excitación, frustración, incluso gratitud. Como es lógico obedecí,
lamí la planta de los pies del tendero mientras miraba a mi Ama comerse su
polla, el hombre gemía de placer y yo notaba como mi pollita intentaba crecer
en esa jaula de plástico y no podía. Lamía el pie mirándola a ella, que me
observaba victoriosa mientras se comía aquel rabo. Yo respondí lamiendo y
chupando el dedo gordo como si fuera una polla sin dejar de mirarla, mientras
él la iba desnudando, dejándola únicamente con un corset negro semitransparente
y el tanga.
"Para!" Me dijo, mientras se giraba y se ponía
mirando hacia su amado. Se escurrió hasta sus piernas, se bajó el tanguita y
dejó su culo expuesto delante mío. "Prepáramelo" dijo, mientras
volvía a chupar la polla del señor, que se regocijaba con la fantástica vista
que tenía de la escena. Enseguida me puse a lamer su ojete, primero en círculos
y luego a lametones, lubricando bien, hasta que noté su mano empujando mi
cabeza para que le metiera la lengua. Así me tuvo un rato, hasta que su culo
estuvo resbaladizo y su polla empalmada. Sin previo aviso se encaramó por la
cama, se puso encima del tendero, apuntó la polla a su ano y se la metió de
golpe, de una sentada, emitiendo ambos un grito de dolor y placer. Lo cabalgó
durante unos minutos como una amazona insaciable, mientras yo observaba la
escena de rodillas en el suelo al pie de la cama. Él le dijo que parara, que se
corría. Ella se quitó y se giró, poniéndose a cuatro patas y mirando hacia mí,
al borde de la cama. Él se deslizó hacia atrás, se puso de rodillas detrás suyo
y la penetró. Mientras lo hacía ella me miraba con ojos de lujuria, desafiante
y con una media sonrisa, disfrutando de las sacudidas.Él cada vez bombeaba más
rápido, entonces ella tiró de mi correa y me morreó. Notaba los empujones de la
penetración en la lengua de mi Ama. El tendero, ante tal imagen no pudo más y empezó
a gritar mientras se corría, dando salvajes embestidas, mientras Sheila
mantenía su boca pegada a la mía y no permitía que me soltara tirando de la
correa.
Seguíamos besándonos cuando él se fue calmando. Se separó de
ella y le dijo "ahora bésame a mi, no?". Ella sonrió, me dijo
"Límpiame", se dió la vuelta y lo empezó a morrear. Yo la entendí
perfectamente y empecé a comerle el culo otra vez, lamiendo todo el semen que
brotaba de su interior. Estuve un buen rato chupándole el culo a mi Señora,
limpiando los restos de semen con la lengua y tragando cada gota que emanaba de
su dilatado ano. Él paró de besarla y le dijo que se iba a la ducha, que estaba
bien sudado de follársela. Al salir de la habitación ella me ordenó seguir en
esa posición, lamiendo su ya reluciente agujero, pero ahora se iba moviendo
para que le lamiera el perineo y los huevos. Al poco noté que jadeaba y que
estaba empalmada. Se apartó, se levantó y se puso de pie a mi lado, puso la
polla en mi cara, apuntó a mi boca, que abrí instintivamente, la miré, me
sujetó de la cabeza y hundió la polla en mi garganta hasta que mi nariz chocó
en su pubis. Me mantuvo ahí unos segundos hasta que sentí que me ahogaba y me
entraban arcadas. Me soltó y me aparté instintivamente, cogiendo una bocanada
de aire y dejando un reguero de baba entre la comisura de mis labios y su
frenillo. La miré con los ojos llorosos y me dijo "Ahora chupa, puta.
Quiero que me hagas correr". Al segundo me puse a chuparle la polla con
esmero y dedicación. Tenía que complacer a mi Ama y debía hacerlo bien. Ella se
iba calentando por momentos, cada vez estaba más dura y yo aceleraba el ritmo
de la mamada. Detrás nuestro se escuchó "Vaya vaya, os dejo un momento
solas y la que liáis". Miré a mi Ama y la vi sonriendo, le hizo un gesto
para que se acercara. Él vino y la besó. Solo llevaba una toalla a la cintura.
Sheila le dijo "Te gusta ver como la chupa?" Él dejó caer la toalla y
se levantó su polla, morcillona, a media asta y dijo "ya la he catado
antes, tu que crees?"
Sheila me hizo un gesto y inmediatamente me puse a chupar la
polla del tendero. La tenía más grande y gorda y sabía a limpio de ducha.
Mientras la mamaba ellos se seguían besando. Yo seguía con las manos atadas a
la espalda, así que iba alternando pollas según me las iban acercando. Mi Ama
apretaba de mi cabeza cada vez que me ponía la polla del tendero en la boca,
haciendo que me tragara lo máximo que pudiera de aquel trozo de carne. Me
obligó durante un rato, hasta que tuvo otra vez la polla bien dura y embadurnada
de saliva. Él dijo "ahora quiero probar su culo" Entonces Sheila tiró
de mi collar y me arrastró hasta el sillón del fondo de la habitación,
haciéndome andar de rodillas. Se sentó con las piernas abiertas y tiró de mi
collar hasta que tuve otra vez su polla en mi boca. Detrás mío noté cómo me
levantaba la faldita y embadurnaba mi ano de saliva. Poco después apuntó su
polla, la refregó en mi culo y empezó a penetrarme.
Tenía un rabo suficientemente grande como para hacerme
doler, pero mis quejidos eran amortiguados por el falo que me llenaba la boca.
Al poco ya me había dilatado y me estaba follando mientras yo seguía chupando.
Había costado de entrar, pero con la lubricación de la saliva, y gracias a la
previa experiencia con mi Ama y el plug, pronto pudo entrar hasta el fondo de
mi cueva. No podía creer lo que estaba sintiendo, penetrada por ese macho,
vestida de criada pechugona, con las manos atadas a la espalda, chupando la
polla de esa amiga/Ama que en dos días me había sometido y con mi pollita enjaulada,
incapaz de liberarse de su prisión, palpitando a cada embestida de ese hombre.
Ni en mis mejores sueños había imaginado una escena parecida. La mezcla entre
humillación, dolor, devoción y gratitud me estaba llevando a un nivel cada vez
mas elevado de excitación. Mi respiración era agitada, y mi hambre, voraz.
Chupé a mi Ama con lujuria y fruición, acelerando el ritmo a medida que el
tendero aumentaba las embestidas mientras me agarraba de las caderas.La
penetración cada vez era más intensa, más rápida, más dura. Me follaba sin
contemplaciones y gemía cada vez mas haciendo notar que se acercaba al orgasmo.
Mi rápida felación tuvo respuesta en mi Ama, que tenía la polla durísima y que
me cogió de la cabeza para follarme la boca mientras gemía de placer. Esa
situación me superaba, estaba excitísima aun teniendo mi polla aprisionada, y
pronto empecé a notar un placer que venía de mi interior y que nacía en una
pared de mi ano y que con cada penetración palpitaba más profundamente. Mi Ama
me estaba ahogando con su polla mientras gemía, pero paró de repente, levantó
mi cabeza y me dijo "Saca la lengua y mírame". Así lo hice y de
repente empezó a correrse abundantemente, los dos primeros chorros en mi lengua
y en mi boca, el resto en mi cara, llegando a mancharme incluso el párpado y el
pelo.
Notar la leche caliente de mi Ama en la boca y las
embestidas en mi culo me activó algo que me hizo explotar. La sensación previa
al orgasmo se apoderó de mí, contraje el ano para eyacular y en ese momento el
tendero soltó un gruñido y noté como su polla se ensanchaba en mi interior y al
segundo me inundaba de un líquido caliente. Yo llegué al orgasmo soltando un
buen chorro de semen y mezclando el indescriptible placer que estaba sintiendo
con el dolor que me propinaba en ese momento la presión de la jaulita de
plástico en mi miembro y el bombeo incesante en mi culo. Cuando acabó dio un
empujón mas y se quedó pegado a mí, agarrándome la cadera con una mano. Con la
otra tiró de mi collar haciéndome levantar el cuello y la mirada. Mi Ama estaba
enfrente, mirándome sonriente, altiva, divertida con mi humillación. Él me
ordenó "dilo" y de mi boca solo pudo brotar un "Gracias
Ama!" Ella soltó una carcajada vanidosa, estaba disfrutando mucho de la
situación. Entonces sacó una cámara tipo Polaroid y me tomó una foto. La guardó
en un cajón sin mirarla, junto con la cámara, él se separó de mí y ella tiró de
la correa para que me moviera. Primera parada: el charquito de semen que había
dejado con mi orgasmo en el suelo. Lo lamí sin asco, y mientras lo hacía iban
cayendo gotas del semen de mi cara, que también me comía. Mientras lo hacía
escuché al tendero decir "me estoy meando, ahora vengo" y ella le
dijo "espera! vamos a limpiar a la perra!"
Tiró de mi correa, y me llevó al baño haciéndome caminar de
rodillas, que en ese momento ya me dolían horrores. Me hizo entrar en la ducha,
y sólo me quitó los tacones. Me di la vuelta para ponerme mirando hacia ellos
y, anticipándome a su voluntad, saqué la lengua y esperé mirándolos a los ojos.
Se pusieron delante mío, apuntaron sus miembros hacia mí y empezaron a orinarme
encima. Primero él apuntó a mi cara y luego a mis tetas, meándome el cuerpo y
empapando mis medias. Luego soltó ella el chorro directo a mi boca, y con una
sola mirada tuve claro lo que tenía que hacer. Tragué y abrí la boca de nuevo,
asqueada y con náuseas, y en seguida la volví a tener llena. Con el segundo
trago me vino tos y arcadas, aparté un poco la cara pero la cadena me mantenía
en el mismo sitio mientras sentía los dos chorros calientes en mi cara, era
incapaz de abrir los ojos. Al ir acabando se rieron, y yo volví a abrir la
boca, con los ojos cerrados, sacando la lengua. Mi Ama sacó unos chorritos mas,
pequeños, que iba tragando con cada meada.
Cuando acabaron se sacudieron y mi Ama cerró la mampara y me dijo
"dúchate rápido y vístete, guarra, que queremos entrar nosotros".
Aún de rodillas y con los ojos cerrados escuché como salían
del baño comentando jocosamente la meada. Estaba empapada de orín y se estaba
enfriando sobre mi cuerpo. Me levanté como pude, sintiendo todo el dolor en mis
rodillas entumecidas y pisando el charco de orín que se escurría de mis medias.
Ya de pie, aún con las manos atadas, abrí el grifo y dejé que el agua limpiara
mi cara. Me aparté un poco para que se calentara y vi mi aspecto, chorreando de
orín, con la ropa mojada y las medias amarillentas. Mi enorme busto no me
dejaba ver mi pollita prisionera. Forcejeé un poco con el ballgag que retenía
mis manos y en seguida pude liberarme, me froté mis cansadas muñecas, me quité
la peluca y la prótesis y me puse bajo el balsámico chorro caliente. Estuve un
rato disfrutando de la purificante agua, y cuando vi que mi ropa ya estaba mas
o menos limpia me desvestí, la estrujé y la dejé colgando. Ya desnuda, solo
llevaba el collar y el aparato de castidad, me enjaboné todo el cuerpo y me
esmeré en acabar rápido para que entraran ellos.
Sali desnuda, porque no me habían dejado ropa, y me crucé
con mi Ama que entraba con su amante cogidos de la mano. Me dijo que me
vistiera con lo que había dejado en la cama y que me preparara para despedir al
invitado, y entraron a la ducha. Miré qué había dejado y no me sorprendió. Otra
vez vestido negro de criada, con enaguas liguero negro y medias negras lisas,
tacones de charol negros y peluca negra larga ondulada. Me vestí mientras
escuchaba gemidos provinentes del baño. Parece que mi Ama le estaba dando el
último homenaje al tendero. Cuando salieron, ya vestidos yo les estaba
esperando en mi atuendo, limpia, maquillada y lista para servir. Saludé hincando
rodilla y levantando la faldita. Él sonrió y les acompañe a la puerta, donde me
dijo adiós y se despidió de ella con un beso. Al cerrar la puerta me dijo
"recoge todo, limpia el suelo y ven a la cama, que estoy cansada".
Así lo hice, recogí copas, limpié el baño, recogí la ropa y
la puse en la lavadora y fregué el suelo en la zona donde habían caído nuestros
fluidos. Cuando llegué a la cama ella estaba durmiendo. Me quité el vestido de
criada y lo dejé bien plegado en la silla. Iba a desnudarme completamente, pero
ella se despertó y me dijo que no me quitara la ropa interior. Así pues, me
metí en la cama en corset, medias, liguero y tanga. No era lo mas cómodo del
mundo, pero es lo que ella quería. Me acurruqué con ella, me besó y me hizo
darle la espalda para hacer la cucharita. En esa posición empezó a besarme la
espalda y el cuello y pronto noté como se iba empalmando otra vez. Parecía que
no quería acabar la noche sin probar mi culo. Por mi parte, no tenía muchas
ganas de sexo, la sesión anterior me dejó exhausta, sobretodo por la posición
de rodillas, pero aún así mi pollita palpitaba en su encierro. Le dejé hacer.
Ella supo leer perfectamente la situación, y me fue sobando los pechos y la
parte delantera del tanga, a pesar del aparato, mientras me apuntaba con su
cada vez mas duro rabo. Entonces se separó un poco, apartó el tanga hacia un
lado, embadurnó su polla tiesa con su saliva y sin mediar palabra ni previo
aviso me la clavó hasta la mitad. Eso me dolió bastante, me salió un grito
lloroso.Aún estaba escocida de la penetración anterior y esta entrada tan
salvaje me hizo ver las estrellas. Ella suavizó un poco el ritmo y me fue
penetrando mas lentamente, con un mete y saca mas pausado, hasta que pronto me
había metido toda su verga. Notó mi sollozo, me besó el cuello, pasó el dedo
pulgar por mi mejilla, limpiando la lágrima que estaba derramando y siguió.
Siguió follándome, cada vez mas intensamente, mas posesiva, agarrándome las
caderas, cada vez mas excitada, y cada vez mas rápido hasta que entró en fase
de éxtasis y me penetró mas fuerte y mas rápido hasta que noté como se
agrandaba su pene en mi interior y descargaba toda su furia en el fondo de mi
ano. Culeó tres veces para acabar de exprimirse, me besó en el cuello, me dijo
"buenas noches esclava", y se giró. Yo me quedé en esa posición, aún
llorosa, con el culo palpitando dolorido. Solo me moví para subirme el tanga,
para intentar evitar manchar las sábanas con el semen que saldría de mi culo.
Estuve un rato dandole vueltas a la cabeza, sobre lo que había vivido ese fin
de semana y sobre lo que acababa de pasar, en ese momento no sabía como
sentirme, pero pronto me pudo el cansancio y me quedé dormida en un profundo
sueño.
Cuando desperté ya era de día, de la cortina salía una luz
resplandeciente, lo que indicaba que debían ser por lo menos las 10. Yo tenía
que estar en casa antes de que llegara mi mujer, sobre el mediodía, así que me
puse a preparar la despedida. Ella seguía dormida, boca arriba. Me levanté sin
hacer ruido, notando el escozor al sentarme, me llevé el vestido y los tacones
al baño y cerré suavemente para no despertarla. Levanté la tapa del baño para
orinar, me puse de pie, bajé la parte delantera del tanga y ahí caí en la
cuenta de cómo había acabado ayer. Seguía en castidad y no podia mear como un
hombre, por lo tanto solo me quedaba una opción, la que me pertocaba. Me dí la
vuelta, bajé el tanga y el tirón que sentí en el ano me hizo gritar en
silencio. El semen de mi culo se había quedado pegado a la tira y al despegar me
hizo doler. Me senté en la taza y oriné como una buena nena. Mientras tanto me
vestí por la parte de arriba con el vestido, me arreglé la peluca y al
levantarme me subí el tanga, me puse los demás complementos, los tacones, me
maquillé y cuando ya estaba lista y radiante me fui a la cocina a preparar el
desayuno. Puse la mesa con croissants, mantequilla, tostadas, mermelada,
embutido y zumo de naranja, y cuando lo tuve listo fui a despertar a mi Señora.
Ella seguía durmiendo, boca arriba, y aunque la noche
anterior habíamos tenido mucha acción se le adivinaba entre las sábanas una
bonita erección. Ni corta ni perezosa me metí lentamente por debajo de las
sábanas y sin que se despertara se la empecé a chupar. Quería darle el
despertar que se merecía por haberme convertido en tan solo 72 horas en la
putita sumisa que le estaba mamando la polla. Se la mamé suavemente, dejando mi
lengua plana para que sintiera el calor y la humedad, y poco a poco fui
profundizando, centímetro a centímetro. Cuando la sentí en la garganta noté su
mano apoyarse en mi cabeza y instintivamente me preparé, tomé aire y sentí el
empujón que me hizo llegar con los labios a su pubis. Me mantuvo apretada unos
segundos y luego me soltó y me aparté, estaba durísima y yo sentía como mi pollita
latía en su jaula.En seguida volví a mamar, ahora mas enérgicamente, alternando
momentos de ahogo y alguna follada de boca,, pero la había puesto tan chachonda
que al poco noté su polla crecer en mi boca. Soltó mi cabeza como dándome a
elegir y yo seguí chupando, recibiendo toda su corrida en mi boca mientras se
retorcía entre espasmos de lujuria. Cuando acabó, destapó la sábana, la miré
sonriente, tragué y dije "buenos días mi Ama, el desayuno está
servido". Le enseñé la lengua y seguí lamiendo su polla hasta que la dejé
bien limpita. Cuando acabé me dí cuenta que le había dejado en el pubis y en
los huevos un círculo marcado de carmín fucsia. Luego nos levantamos de la cama
y nos sentamos a desayunar.
Durante el desayuno estuvimos charlando sobre cómo habíamos
pasado el fin de semana, sabiendo que estaba llegando a su fin y que pronto nos
despediríamos. Yo le agradecí haberme convertido en una sumisa obediente y
hacerme sentir los placeres y humillaciones a los que fuí sometida; ella elogió
mi dedicación y empeño en complacerla. Aunque las dos sabíamos que era muy
difícil que volviéramos a coincidir, Sheila dejó la puerta abierta, sugiriendo
que si algún día necesitaba volver a servirle podía escribirle a un mail que me
apuntó en un papelito. Cuando acabamos de desayunar recogí los platos, los lavé
y dejé la cocina limpia. Había llegado la hora de la despedida, tenía que
despojarme finalmente de esa ropa de criada y de toda apariencia femenina. Me
acerqué a mi Ama y le dije "Señora, debo irme ya", bajando la cabeza.
Ella me levantó la barbilla con los dedos y me besó. Luego empezó a desnudarme,
lentamente. Primero el vestido, desvistiendo los brazos y tirando hacia abajo,
sacándome el vestido por los pies y dejando a la vista el sujetador con las
enormes tetas. Luego me sacó el tutu, dandome la mano para que no me cayera al
levantar los pies. Ya solo quedaba la ropa interior. Se levantó y me besó
mientras desabrochaba el sujetador y lo dejó caer al suelo con las prótesis. Se
volvió a agachar para bajarme las braguitas, lo hizo lentamente, como esperando
encontrar una sorpresa. Salió mi pollita enjaulada en castidad y le dió un
beso. Pude sentir sus labios calientes entre el frío plástico y suspiré. Acabó
de sacarme las braguitas y luego me quitó los tacones y las medias, bajándolas
lentamente, sintiedo el roce de mi piel. Luego fue el turno de la peluca y del
collar de Slave, Al final solo quedaba una cosa pendiente. Se sacó la llave del
escote y desató el candado que encerraba mi aparato de castidad. Una vez
desmontado me dijo "vete a duchar, eres libre". A lo que sólo pude
responder "Gracias Ama".
Me duché con una sensación de tristeza, como la que se tiene
cuando estás a punto de volver de unas largas vacaciones en un país lejano. Al
acabar me vestí con mi ropa de chico. Ella me esperaba en el salón, se acercó a
mi, me dió un beso y me acompañó a la puerta. La abracé medio llorando y le
dije cuánto habia disfrutado a sus órdenes y cómo me había gustado servirla, y
no quería que eso acabara así. Me prometió que si le escibía pidiéndole ser su
esclava de fin de semana se las ingeniaría para que me pudiera escapar sin
levantar sospechas. Nos despedimos con un largo beso y una promesa de
reencuentro.
Al salir del edificio encendí el móvil i cogí el coche. A medio
camino de vuelta a casa me llamó mi mujer. "Cariño, llego en una hora, te
has aburrido muco estos días sin mí? Compra un pollo para comer, que no debe
haber nada en la nevera".
La esperé con la comida en la mesa y una botella de
lambrusco. Me miró sorprendida y me besó. Me dí cuenta que había aprendido a
ser una buena criada, ya lo hacía sin pensar. "Que servicial estás, tendré
que irme mas a menudo...".
Después de comer hicimos el amor como dos adolescentes y nos
quedamos dormidos, relajados, en una lluviosa tarde de domingo.
Al despertar ella seguía durmiendo. Entré al correo y vi un
nuevo mensaje. Era mi Ama. Lo abrí y vi una foto. La foto de la Polaroid, con
una marca de labios en carmín y una inscripción en el inferior. "Cuando
quieras...".
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