sábado, 15 de junio de 2019

Mi primer encuentro Parte 1

AUTORA: Sasha


Me presento, soy Sasha, una chica crossdresser que se viste en la intimidad. Como muchas, mi gusto por la ropa femenina empezó de jovencita, en mi adolescencia, pero siempre he intentado mantener “dormida” esa parte de mi ser. Este es mi primer relato, espero que les guste.

Soy una chica alta, delgada pero con algún Michelin, soy amante de la lencería y me gusta el bondage y la sumisión. Desde pequeña siempre he fantaseado con ser sumisa de un hombre que hiciera conmigo lo que quisiera, pero al final todo quedaba en la fantasía, y la realidad tomaba un camino bien diferente. Nunca he estado con un hombre y lo único que ha entrado por mi puerta trasera han sido algunos objetos en algún momento auterótico.

En mi vida diaria tengo novia y vivo con ella. Ella no tiene ni idea de mis aficiones, no sabe que me visto de chica y mucho menos que tengo ropa femenina escondida en casa, ni que hago bondage vestida de chica cuando no está. También visito chats de travestis, en busca de gente como yo, para saber cómo afrontar la situación y cómo demostrar mi verdadero yo interior.

En una de esas charlas de chat empecé a hablar con una cross como yo. Se llamaba Sheila y en seguida hubo feeling. Ella tenía un buen trabajo que le permitía poder coger días libres bastante a menudo. Estuvimos hablando sobre las aficiones de cada una y yo le confesé que me gustaría ser una sirvienta sumisa, y que incluso tenía un vestido de criada francesa, a lo que respondió que le encantaría vérmelo puesto.


Pasaron unos días y entonces, un día mi novia me dijo que tenía que ir al pueblo de su madre una semana, ya que la señora se había lastimado la rodilla y necesitaba ayuda por lo menos unos días.

Al día siguiente encontré a Sheila en el chat y le conté que estaría sola unos días, así que me propuso quedar. Yo no lo quería hacer en mi casa, ni siquiera en los alrededores, aunque no me quería desplazar muy lejos, así que ella me dijo que alquilaría un apartamento cinco días, aprovechando que tenía fiesta, y que lo haría en una localidad costera a unos 30 kms de mi domicilio. Al ser temporada baja, a ella no le costaba mucho, me dijo, y quedamos para vernos el día después de su llegada, puesto que llegaría el miércoles y se tenía que instalar. Cuando nos despedimos me dijo que quedaríamos en una terraza cerca de la playa a media tarde, y que trajera mi ropita, y sobretodo mi vestido de criada.

El jueves por la tarde me dirigí al sitio donde habíamos quedado y allí la encontré. Iba vestida con un vestido chaqueta de color crema y blusa blanca, con medias color piel y botas a juego. Yo no esperaba verla vestida de mujer en público y eso me sorprendió, porque yo venía vestido de chico, y porque se mimetizaba perfectamente en el ambiente. Daba la sensación de que era una mujer de mediana edad, de pelo castaño, elegante y bien maquillada, y aunque tenía un cuerpo recio, masculino, no desentonaba con la apariencia de señora.

 Estuvimos hablando un buen rato , yo le conté que era mi primera experiencia de ese tipo, ya que nunca me había atrevido a mostrarme en mi lado femenino, y por lo tanto, solo había tenido relaciones heterosexuales, ella me tranquilizó y me dijo que iríamos tranquilas y al ritmo que yo decidiera, que quería que fuera una experiencia inolvidable para mí. Entonces me dio una cajita y me dijo : -me gustaría que te lo pusieras ahora. Abrí la cajita y vi que había lencería blanca, la cerré de golpe y le pregunté –Ahora??? Ella asintió con la cabeza y con la mirada señaló el baño del bar. Entonces me levanté con la cajita y excitado me fui a pedir la llave del baño. Curiosamente me dieron la llave del baño de señoras, ya que el de hombres estaba estropeado. Yo estaba excitada y un poco nerviosa, así que me encerré en el baño para ver que había en la caja. Era un conjunto blanco compuesto por sujetador, tanga liguero y medias, todo blanco, y en el fondo había un top también blanco y una microfalda escocesa. Me lo puse todo y encima me puse mi ropa, como pude. Por suerte llevaba tejanos y una chaqueta, de manera que no se notaba demasiado mi pecho, devolví la llave y volví a la mesa.

Sheila ya había pagado, se levantó y me dijo : -Me muero de ganas de ver cómo luces el modelito. Nos fuimos a su apartamento, que estaba cerca de la terraza y nada mas entrar me recogió la bolsa, la guardó y me dijo: -Quítate la ropa, aquí no la necesitarás.

Me quité mi ropa masculina y quedé en el conjunto que me había comprado Sheila, desfilé un poco para ella y me vi en un espejo, parecía una colegiala cachonda, estaba tremendamente sexy, con el culito bien formado por el tanga y apenas tapado por la faldita escocesa, pero fallaban detalles. Mi cara era de hombre, con el pelo corto, e iba descalza. Le dije que esperara un momento , me fui al baño con mi bolsa, me puse mis tacones y mi peluca y salí buscando su aprobación. Sheila me dijo -te faltan unos detalles. Me llevó de vuelta al baño y sacó un kit de maquillaje, estuvo maquillándome un buen rato, y cuando acabó cambió mi peluca corta por otra más larga, con pelo rubio liso, a la que le hizo dos coletas en los laterales traseros.  Me hizo salir y me mostró mi figura en un espejo de cuerpo completo. La imagen que se reflejaba  era la de una colegiala con un maquillaje juvenil con tonos rosas y carmín rojo ardiente, estaba tremendamente sexy, y parecía realmente una chica, pero sobretodo, parecía una guarrilla, así que me dispuse a actuar como tal.

Me giré y le dije –gracias mi ama. Empecé a besarla, dejando que magreara mi culo, le quité la chaqueta y la blusa y quedó con sujetador gris perla. Entonces me giré de espaldas a ella, dejando que besara mi cuello y empecé a mover mi culito y a acercarlo a su falda, con lo que noté su bulto y empecé a encajarme y a refregarme contra él. Cuando noté que ya estaba empalmada me iré y dejé que me metiera la lengua hasta la garganta, mientras le desabrochaba la falda y la dejaba caer a sus pies. Entonces la empujé hacia una butaca, la senté y me puse encima, dejando que magreara mi culo mientras gemía de deseo. Entonces desabroché su sostén y bajé por su cuello parándome a lamer y besar sus tetitas, me escurrí entre sus piernas y acabé en el suelo, de rodillas, con la cara ante sus bragas. Seguí lamiendo su ombligo, y fui bajando hasta que empecé a besar el bulto erecto de sus bragas. Miré a Sheila con una sonrisa pícara, cogiendo con mis dientes ese enorme bulto, y entonces la saqué. Empecé a lamerle la polla desde los huevos, poniendo cara de hambrienta y viendo como disfrutaba ella de la situación, no todos los días tienes a una ardiente colegiala comiéndote la polla…

Entonces comencé a mamársela, primero lentamente, saboreando su glande, y luego con mas fuerza, subiendo y bajando cada vez más hondo, hasta que sentía que me ahogaba. Entonces ella  se levantó y me cogió de las trenzas, diciéndome – cómemela hasta que me corra en tu cara, preciosa, a lo que respondí con un simple – Sí mi ama. Se la chupé de nuevo, mientras sentía cómo estiraba las coletas para hacerme tragar más. Tras unos minutos de placentera mamada me separó un poco y me dijo – abre la boca y saca la lengua, que me corro. Me puse como me dijo y lanzó grandes chorros de semen, que me cayeron en cara, boca y pelo, mientras tanto, yo no dejaba de mirarla, con cara de sumisa hambrienta, y cuando me dijo – Ahora trágatelo, no lo pensé dos veces y me bebí su leche, limpiándole luego su pene con mi lengua.

Y allí estaba yo, vestida de colegiala sexy, de rodillas ante una mujer, y con la cara llena de semen, pero sintiéndome realizada y liberada a la vez, y contenta de haberlo hecho. Luego me levantó, me ayudó a limpiarme y nos duchamos, hablamos de cómo había ido y me dijo que no esperaba haber llegado tan lejos, que para ser la primera vez era una alumna aventajada, y que quería que volviera mañana. Se hacía tarde, y yo trabajaba al día siguiente, así  que me acercó mi bolsa, pero antes de dármela la abrió para ver qué había traído.

Fue sacando las cosas: un corset con liguero negro con rojo, un tanga a juego, medias negras y blancas, unos tacones plateados de 14 cm., y mi traje de criada sexy, con sus enaguas, brazaletes, ligueros y cofia y delantal. Se le iluminó la mirada y me dijo que no podía esperar a vérmelo puesto, pero como ya era tarde le dije que debía irme. Al ir a recoger mis cosas me dijo – no no, esto se queda aquí, que es donde lo vas a usar, son una sonrisa malévola. Cogió mis cosas y las llevó al baño, colgando el vestido en una percha.

Luego sí me dio mis cosas, nos despedimos con un beso y me dio un móvil rosa, donde dijo, me llamaría. Me fui a casa en una nube, alucinando con lo que había pasado y de mi actitud suelta, sorprendida de mi misma. Con tantas emociones no podía dormir, así que empecé a masturbarme hasta que una llamada me hizo parar. Era mi novia, que me decía que había olvidado  el cargador del móvil y que no sufriera, que me llamaría el domingo al mediodía. Al colgar sonó el móvil rosa, era un mensaje de Sheila que decía: “Mañana por la mañana llamarás al trabajo y dirás que estás indispuesta. Vendrás a las 8, te pondrás lo que hay en el baño y me prepararás el desayuno. Cuando esté hecho me lo llevas a la cama y me despiertas, no antes de las 10, que estoy cansada. Tienes las llaves en la mochila.”.

Después de ver el mensaje no tuve ni valor de masturbarme, había cruzado una línea y me moría de ganas de saber qué había mas allá. Me fui a dormir en seguida, quería estar bien despierta para mi ama por la mañana, que me esperaba un duro día de trabajo.

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