sábado, 20 de octubre de 2018

Semana Ardiente



AUTORA: Lorena Torres




Viernes de preparación

Ese día viernes terminaba una semana muy ajetreada, entre hacer informes y dejar todos los pendientes finalizados, para poder salir una semana de vacaciones.

Después de grabar el ultimo archivo de word, con las indicaciones a mi secretaria para atender un asunto el lunes siguiente, me dispuse a apagar el equipo y salir de la oficina.

Baje al estacionamiento, busque mi lugar, abrí el auto, lo aborde y me fui a casa de mi amiga Jannete. En el trayecto me empecé a excitar, nada más de pensar en la semana que tendría para ser yo misma junto con Jannete.

La maleta la había dejado en casa de Jannete. Desde que planeamos el viaje ambas nos dejamos crecer el cabello, para no usar pelucas. También las uñas, en las ultimas semanas las dejamos crecer y estuvimos dándole maniquiure, Jannete a mi y yo a ella, para que en todo lo que se pudiera fuera natural.

El tráfico estaba pesado y tarde más de 40 minutos en llegar. Estacione el vehículo en el garaje, ya que no lo utilizaría en los próximos seis días. Subí al departamento de Jannete, toque el timbre y espere a que me abriera la puerta. Pasaron unos segundos y oí la clásica pregunta de: ¿quien es? a lo que conteste: yo, Lorena. Enseguida abrió la puerta y me dijo adelante con su hermosa sonrisa. De inmediato me dijo que estaba muy nerviosa por las vacaciones que íbamos a realizar, pero también muy contenta por la experiencia que tendríamos.

Ambas éramos de closet y además vírgenes, ya que nunca habíamos tenido relaciones con algún chico, si acaso, unos ricos fajes entre nosotras dos, pero sin llegar ni al sexo oral y mucho menos al anal. Queríamos que fuera un galán quien se quedara con nuestra virginidad. Aunque ya habíamos salido vestidas a un antro varias ocasiones, era la primera vez que estaríamos de tiempo completo y en otra ciudad, con la expectativa de conocer la vivencia de ser mujeres y todas sus implicaciones. Era la primera vez que iríamos solas a otra ciudad y estaríamos de tiempo completo vestidas de unas lindas niñas.

Ya teníamos los boletos de avión y las reservaciones en el hotel, solo faltaba que llegara la hora para transformarnos en unas bellas damitas.

Lo segundo que me dijo Jannete fue que ya se había depilado toda y que si le ayudaba a teñirse el cabello. Le conteste que si, y procedí a preparar el tinte. Lo había escogido rubio, ya que es blanca. Una vez que termine, me prepare para que tiñera el mío. El color que escogí fue un rojo borgoña, ya que soy morena clara. Mientras Jannete se lavaba el cabello y se duchaba, yo procedí a aplicar la crema depiladora sobre mis piernas, axilas y mi pecho. También rasuré mi vello pubico y toda la zona de genitales. Me sentí rara y al mismo tiempo liberada de toda esa 'pelambrera' de mi cuerpo. Desocupó el baño Jannete y me fui a lavar el cabello y a ducharme. Al terminar, saque el negligé negro transparente que me había comprado el fin de semana anterior, me lo puse y quedo muy coqueto, ya que depilada y con el cabello suelto y rojizo, me sentía muy femenina. También calce unos guarachitos muy cómodos.

Salí de la recamara y fui a la de Jannete, que estaba armando su maleta y probándose alguna de las prendas que llevaría. La vi hermosa y muy sexy.

Cuando entre se volvió a mirarme y me dijo que me quedaba muy bien lo que traía puesto, que mis piernas se resaltaban mucho, "e imaginate con medias, te vas a ver muy atractiva", terminó de decirme. Luego empezamos a pintarnos las unas y al finalizar nos dormimos, aunque el sueño no fue muy bueno, ya que el solo esperar que amaneciera generaba una sensación indescriptible.

Sábado de desvirgamiento

La salida al aeropuerto fue muy temprano, ya que lo haciamos totalmente vestidas. Jannete se puso unos pantalones rojos y una blusa blanca, holgada para el viaje. Yo me puse un pants gris, muy casual, que me permitiera sentirme cómoda durante el viaje. Nos maquillamos levemente, pedimos el taxi, agarramos las maletas y nos fuimos al aeropuerto.

Al bajar del edificio para abordar el taxi, el chofer muy atento, nos ayudo a introducir las maletas en la cajuela y abrirnos la puerta trasera del taxi para que subiéramos. Jannete subió primero y enseguida yo. Al sentarme y pasar las piernas, el chofer se nos quedó viendo muy intrigado, con la mirada puesta en nosotras. Eso me dio confianza de que en realidad parecíamos ya todas unas chicas.

Pregunto a donde íbamos, y Jannete, que había tomado una pastilla le dijo, con una voz femenina, que al aeropuerto. El vehículo arrancó y empezamos nuestras vacaciones. No hablé en el trayecto al aeropuerto, y Jannete, muy comprensiva, dijo que esperaba que al llegar a nuestro destino se me quitara lo afónica.

Al llegar al aeropuerto se acercaron rápidamente los carga maletas y preguntaron en que línea viajábamos. Jannete les dijo y hacia el mostrador nos encaminamos. De la bolsa de mano sacó Jannete los boletos, los entrego a la recepcionista, quien busco nuestra reservación. Luego pidió la identificación. Primer situación inesperada que enfrentábamos. Resulta que los boletos estaban a nombre de nosotras como ¡hombres!, y nosotras ¡¡ya éramos todas unas niñas!! Entonces hablé yo. Le dije a la señorita que íbamos en una representación teatral y le di mi credencial de elector y le pedí a Jannete que también la mostrara. La chica de la aerolínea me guiño un ojo, sonrió y nos entregó los boletos de viaje, documentó las maletas y me pidió que me acercara y me dijo: buena suerte, se ven muy bien. Mi hermano es travesti y le va a encantar cuando le cuente esto. Enseguida me dio una tarjeta con su nombre y teléfono, y la leyenda "Háblenme a su regreso".

Luego a pasar a la sala y la revisión del equipaje de mano y la detección de metales. Afortunadamente no hubo ningún problema y pasamos a la sala de abordar. Ahí otro pequeño contratiempo: nuestros lugares eran de los primeros (después de clase ejecutiva) pero también estaban pidiendo identificación. Esperamos hasta el final y mostramos nuestros boletos de abordar y la credencial. El chico que estaba recolectando los pases de abordar, nos miró con cierta incredulidad y finalmente nos dijo "Buen Viaje". Pasamos al avión.

Una vez en el aire, sentimos cierto alivio de haber llegado hasta ese punto, sin embargo, la semana apenas empezaba. Al llegar a nuestro destino, decidimos rentar un vehículo, para poder movilizarnos con mayor independencia y seguridad. Fuimos a la agencia que había en el aeropuerto, y nos pidieron licencia de manejo y una tarjeta de crédito. Yo traía mi licencia vigente pero no había llevado tarjeta de crédito, ya que yo era ¡¡Lorena!! Para salvar la situación, Jannete si traía una y con ella se hizo el pago. Salimos hacia el hotel, preguntando como llegar a el.

Al arribar a donde nos hospedaríamos, pasamos a la recepción. Jannete fui quien resolvió todo el papeleo, ya que a mi nada más me quedó firmar para el restaurante. Terminado el proceso de registro, la recepcionista llamó al botones. Le dijimos que nuestras maletas estaban en el auto. Fue a recogerlas con un carrito y a su regreso nos pidió que lo siguiéramos. Avanzó hacia el elevador, ya que nuestra habitación estaba en el piso tercero. Era un chico de unos 25 años, alto, fornido, moreno, con unas manotas y una agradable sonrisa. Preguntó cuanto tiempo estaríamos, a lo que le respondió Jannete que una semana. Una vez que el elevador se detuvo en el tercer piso, salimos y luego él. Se encaminó hacia la habitación 311, la abrió con la llave magnética, pasó y acomodó las maletas sobre una mesa. Nos mostró el cuarto, prendió la televisión y dijo con mirada pícara y sonriente, hay cable y tiene canales tres equis, eh! Le dimos su propina y salió.

Una vez solas, le dije a Jannete, oye tienes que darme de esas pastillas que tomaste, ya que se te escucha la voz muy femenina. Me dijo que si, después de cambiarnos de ropa y de ir a desayunar algo, ya que en el avión no tomamos más que jugo y café.

Jannete se vistió con un vestido verde, que le llegaba un poco arriba de la rodilla, se maquilló y calzó unos zapatos de tacones de altura mediana. Yo me puse una falda corta color gris, con pantimedias, para resaltar mis recien depiladas piernas, blusa blanca entallada, para mostrar mi pequeño busto y zapatos de tacones altos. Me maquillé, en los labios me puse un bilé color rojo intenso.

Bajamos al restaurante. Nos recibió la hostess. Preguntó cuantas personas. Le constestó Jannete que dos. Nos llevó a una mesa, cerca de un grupo que terminaba de desayunar. Se nos quedaron viendo los hombres de la mesa, con clara lascivia y las mujeres, con cierto y disimulado celo. Se acercó de inmediato un mesero y preguntó si queríamos café. Le contestamos que si. Lo sirvió y de inmediato tomé un poco. Al dejar la taza, me fije que había quedado marcado el labial en la misma, lo que me pareció muy coqueto y femenino. Pasamos al buffet y desayunamos.

Al terminar, fuimos a la habitación y nos preparamos para salir. Jannete me dio la pastilla y me dijo que saliéramos a arreglarnos el cabello. Buscamos en la sección amarilla y encontramos un salón de belleza que parecía estar bien. Tomamos el auto y con el mapa que había en el hotel, buscamos la calle para ir a la estética. Llegamos y oh! sorpresa. Lo atendía una niña travesti. Cortó el cabello, para emparejarlo, tanto a Jannete como a mí. Luego nos peinó, ya que le dijimos que íbamos a ir a la disco del hotel. Establecimos una buena amistad con Nora, quien nos invitó para el martes a una fiesta que daría en su casa. Le dejamos el número de habitación donde estábamos hospedadas y quedó de llamarnos para recordarnos la fiesta.

Regresamos al hotel, para prepararnos a bajar a la disco que había en el hotel. Nos vestimos muy sexy, con unos vestiditos entallados y cortos que apenas dejaban algo a la imaginación. Las pantymedias de Jannete hacían que se vieran espectaculares sus hermosas y largas piernas blancas. Yo usé unas color negro, que me permitían enseñar mis depiladas piernas. Con el peinado que nos había hecho Nora y los consejos de maquillaje para estar en un lugar con luz tenue y calor, iniciamos nuestra primera aventura.

Entramos a la discoteque. Nos dieron una mesa cerca de la pista de baile. Cruzamos las piernas y mostramos a quien quiso ver toda la pierna y algo más.... Pedimos un cóctel cada una y vimos el panorama existente. Estaba como a la mitad, de asistencia, pero el mesero nos dijo que más tarde se llenaba completamente. Nos paramos a bailar Jannete y yo. Regresamos nuestro lugar y en la siguiente mesa, donde estaban dos parejas, un chico nos guiño un ojo, en abierto flirteo. Jannete le devolvió el guiño y una coqueta sonrisa.

Empezó la música de nuevo, las luces generales se apagaron y se prendieron las estroboscópicas de colores. De pronto escuché cerca de mi a un chico pidiéndome bailar con él. Busqué a Jannete con la mirada y ella se levantaba tomada de la mano de otro chico. Le dije que si. Me ayudó a levantarme de la silla y fuimos a la pista. Empezaba una tanda de merengue. Los chicos que nos invitaron bailaban bien, y fue una primera experiencia muy excitante, ya que el propio ritmo de esa música hace que sea muy prendida.

Después de un rato, regresamos a la mesa. Jannete me dijo que la acompañara al tocador. Esa fue otra primer experiencia. Acudir al tocador de damas de una disco, fiu fiu. Estaba lleno y había que hacer fila para entrar. Una vez dentro, las chicas que estaban se nos quedaron viendo y algunas de ellas comentaron en voz baja: "Mira, nada más falta que cobren, se ven muy pirujas". Eso me excitó mucho, pero no hicimos caso. Entre al retete. Por primera vez en mi vida tenía que orinar sentado, pero fue una experiencia maravillosa estar ahí. Al salir, me lavé las manos y Jannete se retocaba el maquillaje y los labios. Luego yo retoqué mi maquillaje.

De nuevo en nuestro lugar, los chicos de la otra mesa se encontraban solos, y se levantaron de inmediato para invitarnos a bailar. Empezaba una tanda de música romántica. Aceptamos. Al entrar en la pista y voltear para tener de frente a mi bailarín, este me tomó con fuerza de la cintura, me acerco a su cuerpo y empezamos a seguir el ritmo. Me preguntó mi nombre, de dónde era, a que me dedicaba, etc. Conforme pasaba la música más me apretaba el, y fue cuando sentí en la ingle de una de mis piernas el rozón de su miembro duro. Fue otra primera experiencia, que me electrizó y me empezó a poner como a mil. Acercó su rostro al mío y de inmediato sentí su boca junto a la mía. Me sorprendió el hecho y la reacción fue tratar de evitarlo, pero no pude y me plantó mi primer beso. Luego me dijo que le gustaba mucho. Terminó la música y le pedí que regresaramos a la mesa. Me dijo que se llamaba Carlos y que si le daba el número de habitación para buscarme después, ya que venía con su hermana y unos amigos de ella y tendrían que llevarlas a su casa. Le dije que estaba en la 311, y quedó de buscarme después.

Jannete volvió después de mí. Le había pasado algo similar. Le comenté que le había dado el número de habitación y me dijo que ella había hecho lo mismo. Vimos que salían con las dos chicas que estaban sentados. Se acercaron otros dos galanes. Se veían muy agresivos. Estaban rapados, altos, fornidos tirando a gordos, con barba de candado. Nos tomaron de la mano, levantándonos y dirigiéndonos a la pista de baile, en forma imperativa. Seguía la música romántica. Mi bailarín me tomó de la cintura y empezamos a bailar. Aunque su apariencia era más ruda, en el trato era más cuidadoso que Carlos. Con el propio ritmo de la música, se me acercó y volví a sentir en mi pierna ese miembro duro que tenía Raúl. Al finalizar la tanda y llevarnos a la mesa, preguntaron si podían sentarse con nosotras. Les dijimos que si. Conversamos y seguimos bailando. Ya para el cierre, volvieron a poner música suave y romántica. Jannete se veía muy interesada en Juan, ya que estaban en pleno faje en la pista. Raúl quiso hacer lo mismo conmigo, pero a mi no me gustó el chico, así que traté de no ser descortés con él pero sin permitirle pensar que quería algo más.

Al salir, preguntaron que si nos podían llevar a algún lugar. Jannete le dijo a Juan que estábamos hospedadas en el mismo hotel y se ofrecieron a acompañarnos. Juan tomó a Jannete y la empezó a besar y tocar de las nalgas y Raúl quiso hacer lo mismo, y yo no lo permití. Le tomé la mano y la llevé a mi bulto, a lo que en voz alta le dijo a su amigo:"Son putos". Juan reaccionó y soltó a Jannete y le preguntó: "¿Es cierto?", a lo que Jannete le contestó que éramos travestis. Se miraron ambos y se fueron sin decir nada.

Jannete me miró furiosa. Me preguntó por qué la había hecho así, que por qué no me esperé a que estuviéramos en la habitación. Le dije que no me agradaba Raúl y que me daban mala espina, se veían muy violentos. Total, nos fuimos a la habitación. Veía a Jannete muy molesta, por lo que me acerqué y le dije que me disculpara. Me miró y me dijo que si. En ese momento la encontré hermosa, divina, linda, y me acerqué a darle un beso en la boca. En otras ocasiones ya nos habíamos dado unos buenos fajes, y ahí empezó uno. Como nunca antes, toqué sus nalgas, las que sentí muy acogedoras. Ella también me manoseo. Bajé sus pantimedias y su braguita. Apareció su miembro erecto. Como nunca antes se me antojó mucho, lo toqué y empecé a besarlo y lamerlo con mi lengua. Ella se recostó sobre la cama y dejó que lo tomara con mi boca. Otra rica experiencia que conocía. Me lo comí todo. Antes de que estallara en su climax, lo saqué de mi boca y con mi lengua recorrí sus testículos, totalmente rasurados, y llegué a su colita. Empecé a lamerla y luego a introducir mi lengua en su ano. Jannete se retorcía de gusto y me pidió que la penetrara. La volteé, la puse hincada contra la cama, saqué el gel lubricante, lo unté sobre su colita y comencé a introducir mi verga en su cola. Despacio y poco a poco lo fui metiendo hasta que llegué al tope. Ella empezó a moverse y yo a sacarlo y meterlo lentamente, después más rápido, hasta que me hizo llegar a mi orgasmo.

Jannete me pidió luego que ella también quería hacerlo conmigo. A lo que de dije que si. Le pedí que se acostara boca arriba en la cama, dejando su erecto pene hacia arriba.. Yo estaba muy excitada, ya que nunca antes había tenido una relación con una chica travesti, ni como activa ni como pasiva. Ahora me tocaba a mi recibir ese hermoso miembro de Jannete. Unte el gel lubricante en mi culo, me puse a horcajadas sobre Jannete, tomé su verga y la dirigí a mi hoyito. Una vez que estaba el pito sobre el, empecé a bajar y a sentir como entraba poco a poco en mi. Fue una sensación indescriptible ese desvirgamiento. Me dolía mi cola, pero al mismo tiempo me sentía bien y con mucho placer. Bajé hasta sentir las piernas de Jannete en mis nalgas. Ella se movió en forma circular y yo subía y bajaba, hasta que de pronto sentí como se inundaba mi ano de leche de Jannete. Lloré de gusto, sentimiento, placer y un poquito de dolor. Permanecimos así un rato, hasta que sentí que la verga que tenía adentro se hacía más pequeña. Me levanté, abracé a Jannete y nos fundimos en un largo y apasionado beso, hasta quedarnos dormidas.

Domingo sexual

Despertamos con la luz del sol ya un poco baja. Me dice Jannete, creo que el destino nos tenía reservadas la una para la otra, no crees? A lo que conteste que si. Se metió al baño a ducharse mientras yo prendí la televisión. Sonó el teléfono. Una voz varonil del otro lado pregunta por mi, a lo que contesto que soy yo. Me dice que es Carlos, quien la noche anterior se había tenido que ir con su hermana y sus amigos. Preguntó si habíamos desayunado, a lo que conteste que no. Nos invitaban, el y su amigo Ricardo, a comer algo. Le pedí que llamara un poco más tarde como en una hora, para definirle. Así quedamos. Al salir del baño le pregunté a Jannete si quería ir a comer algo con los galanes de la disco que habían quedado de buscarnos. Ella me miró y me dijo que yo decidiera. Le contesté que si, que aceptáramos. Me fui a bañar y a prepararnos para salir.

Carlos llamó a los sesenta minutos exactos. Le contesté que si aceptábamos y quedaron de pasar por nosotras en una hora. Jannete se puso unos pantalones a la cadera y una blusa entallada. Yo una falda de mezclilla con una apertura, que al caminar dejaba ver mis depiladas piernas, y una blusa roja. Ambas con unas zapatillas de tacón bajo, de tiritas. Bajamos por el elevador y venía el botones. Al entrar nos sonrió y guiño un ojo. Antes de llegar a la planta baja, sentí la manota del botones tocándome las nalgas. No me disgustó y al salir le guiñé el ojo.

Los vimos en el lobby y nos encaminaron al estacionamiento, donde abordamos una cheroke. Ricardo manejaba y le pidió a Jannete que se sentara en el asiento delantero. Carlos y yo en la parte de atrás. Preguntaron que nos gustaba de comer, y les dije que ellos sabían que era lo más típico del lugar. Nos llevaron a un restaurante bastante concurrido y con una comida muy rica. Después nos invitaron al cine. Fuimos a ver una película de comedia, divertida. En la sala, Carlos me tomó de la mano, cuestión que rechace discretamente. Puse mi mano sobre mi pierna, que al estar sentada y con la pierna cruzada quedaba expuesta, y el volvió a buscarla. Me dijo Carlos que tenía unas piernas suaves, tersas y muy bonitas. Eso me prendió, y lo deje que las acariciará. Conforme pasó la película sentí como recorría mi pierna, primero; luego me abrazó y finalmente me besó. Yo estaba cada vez más excitada, y con cierto atrevimiento le toqué su miembro, ya duro y erecto para esos momentos. A mi lado izquierdo estaba Jannete, quien para esas alturas de la película le hacia un oral a Ricardo. Yo solo seguí tocándole el pito a Carlos, por encima del pantalón.

Al salir del cine, nos pidieron ir a su casa. Aceptamos. Al llegar nos invitaron una copa de vino, prendieron el estereo y nos invitaron a bailar. Jannete tomó a Ricardo del cuello y empezó a mover rítmicamente el cuerpo, pegándoselo a su galán. Carlos me atrajo hacia si, y yo seguí la técnica de Jannete. Volví a sentir el miembro duro de Carlos entre mis piernas. De pronto oí que se cerró una puerta. Ricardo y Jannete se habían ido a una recámara. Carlos me pidió que lo siguiera. Fuimos a otra habitación. Me siguió besando en la boca y el cuello; me empezó a quitar la ropa, sintiédolo cada vez más excitado, y yo junto con el. Solo permití que me sacara la blusa y la falda. Yo también le fui quitando la ropa, hasta dejarlo totalmente desnudo, con su verga erecta y dura. Me hinqué a besarla, lamerla y luego introducirla en mi boca. La estuve chupando y rascando con mis uñas los testículos hasta que lo oí gemir, empezar a convulsionarse y sentir en mi boca unos chisguetes de leche caliente que indicaban una venida deliciosa. Me dijo Carlos: "nunca me la habían mamado tan rico como tu Lorena". Bebí toda la leche que derramó en mi boca y le limpie todo el pene hasta dejarlo seco... y listo para lo que seguía. Me pidió que me quitara la ropa, a lo que le dije que no se fuera a desilusionar de mí. Me miró y dijo, "ya se que eres un travesti, y no hay ningún problema. Me gustas mucho y más como me lo has mamado y ahora como te voy a coger", y dicho lo anterior, le pedí que se acostara en la cama boca arriba. Me quité toda la ropa que traía puesta, saqué de mi bolso el gel lubricante, me lo unté en mi culito, me subí a la cama, y a horcajadas sobre Carlos, tomé su verga, que ya estaba dura de nuevo, la dirigí a mi hoyo, apunté y me empecé a bajar, sintiéndo como se introducía en mi ano. Hasta que llegué a sentir el abdomen de Carlos en mis nalgas paré, y le pedí que se moviera lentamente en forma circular y yo subí y bajé lentamente, primero, pero después más rápido hasta que volví a oir a Carlos gemir y sentir como llenaba mi culo de leche ardiente. Yo la tenía bien parada y de pronto veo que Carlos la miraba fijamente, me levanté, tomé su cabeza y la llevé a mi verga. Carlos la tomó con su boca y empezó a mamarla ricamente. Antes de que me viniera, le pedí que se volteara, lo cual hizo inmediatamente. Unté gel lubricante en su ano, apunté mi verga y la metí toda. Empezó a moverse como toda una mujercita, con mucha experiencia, hasta que hizo que me viniera y llenara todo su culo con mi semen.

Pasó un rato, y salió de la habitación. Regresó con una cerveza para mi, mientras el tomaba una. Le pregunté por Jannete. Me dijo que estaba afuera. Salí y la ví sentada en el sofá. Le hablé y me llamó a su lado. Me dijo, ¿no quieres probar con Ricardo? Le contesté que si, y me dirigí a su recamara. Estaba acostado en la cama, desnudo. Cuando entré me miró y se empezó a agarrar la verga y me preguntó que si quería. Le contesté que si, me acerque a la cama, me hinqué y le empecé a mamar el miembro. Estaba un poco fláccido, pero al momento de sentir el calor de mi boca empezó a crecer y a endurecerse. Lo tenía más grande y grueso que Carlos. Antes de que eyaculara, me pidió que pusiera mis manos en el piso y levantará la cola. Sentí como puso su glande en mi hoyito, y empezó a introducirlo. Le dije que me dolía, que lo hiciera despacio y con cuidado. Como todo galán, no hizo caso y siguió metiendolo rápidamente. Sentía que me partía en dos, el dolor era intenso. Resistí y de pronto ya estaba totalmente adentro. Sus testículos acariciaban mis nalgas. Empezó el movimiento de entrada y salida. Yo me movía en círculo. Primero fue lento, acelerándose poco a poco hasta que de pronto sentí que me jalaba hacia el, con fuerza, y mi ano se llenaba de leche ardiente que me escupía con su verga. Se recostó sobre mi espalda, me besó el cuello y me dijo que estaba muy rica, muy apretadita y que sabía mamar muy bien. Me dijo, que las dos éramos muy putitas y que eso le gustaba. Se salió y se volvió a recostar. A mi, el nuevo coito me volvió a prender, mi verga estaba parada y buscaba un culito donde alojarse. Fui hacia donde estaba Ricardo, le empecé a lamer los huevos, con lo cual abrió las piernas, con mis uñas largas le acariciaba la verga y le rascaba los testículos mientras mi lengua tocaba su ano. Dio un pequeño brinco al sentir la humedad de mi lengua, y luego se quedó quieto. Yo la introduje en su hoyito y luego metí un dedo en el mismo. Me preguntó si quería cogermelo, a lo que contesté que si. No dijo nada, se volteó y me levantó su culito. Me subí a la cama, apunté mi verga en su ano y lo introduje. Al sentirlo intentó escapar, pero lo agarré del abdomen y no se lo permití. Dijo que le dolía, pero hice caso omiso, como él, del comentario. Se lo metí todo, y empecé a sacarlo y meterlo, hasta que llegué a mi orgasmo. Fue lindo y agradable, aunque no tanto como lo había sido el día anterior con Jannete.

Más tarde salí de la habitación y busqué a Jannete, quien se encontraba en la recamara de Carlos. Vimos la hora y les pedimos que nos llevaran al hotel. Dijeron que si. Nos vestimos y tiempo más tarde estamos en nuestra habitación. Le pregunté a Jannete como le había ido. Me dijo que bien, le agradaba lo que hacíamos. Ahí le dije que me parecía muy excitante el compartir a los galanes, e hicimos un pacto. Compartiríamos al galán que tuviera cada una con la otra.

Dicho lo anterior, nos preparamos para descansar y empezar otro lindo día como niñas travestis.

Lunes de putitas

Despertamos temprano. A prepararnos para iniciar el día. Nos duchamos y vestimos con ropa casual para tomar el desayuno. Jannete se puso una faldita color vino, que permitía ver sus largas y acariciables piernas, con una blusita blanca y unos zapatos de tacón medio, sin talón. Yo me puse un vestido azul cielo, que se entallaba a mi cuerpo (traía una faja corsé que delineaba unas ricas caderas y reducía mi cintura, así como unos postizos de senos de gel de tamaño 32C), con unas zapatillas también azules descubiertas de tiritas que hacía resaltar mis pantorrillas depiladas. Como en otros días, los meseros nos atendieron muy amablemente y con presteza. Cada que veo el labial dejado por mi boca en la taza de café, me siento muy femenina, soñada. Al regresar a la habitación para retocarnos el maquillaje y recoger las llaves del auto, timbró el teléfono. Ahora fue Jannete quien contestó. Después de un rato de conversación, me buscó y me dijo que erán Raúl y Juan, los chicos que no me latían, que nos invitaban a cenar. Le dije a Jannete que ahora ella tomara la decisión. La respuesta fue clara: si.

Fuimos a un museo y a una galería, durante la mañana. Comimos por el centro de la ciudad. Los hombres no dejaban de vernos, mientras que las mujeres nos recorrían de arriba abajo cada que pasábamos junto alguna pareja. Hacia la tarde fuimos a un centro comercial, compramos algo de ropa, para utilizarla esa noche.

Regresamos al hotel, para prepararnos a la nueva cita que teniamos con los galanes de apariencia ruda y que se habían ido cuando supieron que eramos travestis. Nos dimos una buena depilada de cara, ambas, para mantener nuestra apariencia femenina, cambiamos el peinado, nos perfumamos y maquillamos perfectamente, para luego ponernos la ropa que recien adquirimos.

Jannete se compró un conjunto, muy elegante, de falda corta y saco, negro, que se veía divino. Formal y al mismo tiempo procativo sin llegar a ser vulgar. Se puso también una faja como la que yo traía puesta, pantimedias y unas zapatillas de vestir cerradas negras.

Yo me había comprado un vestido azul marino, de vestir, que se ajustaba a mi cuerpo pero no entallado, me llegaba un poco arriba de la rodilla y al sentarme se corría hasta medio muslo, permitiéndome mostrar pierna tanto al sentarme como al cruzarla. Unas zapatillas negras de tacón alto, cerradas y las obligadas pantimedias, que me generan un goze enorme al caminar, como hacen ese peculiar sonido cuando se friccionan las piernas al caminar.

Como a las nueve de la noche pasaron Raúl y Juan por nosotras. Venían en un auto grande. Nos dijeron que si íbamos a un bar a tomar una copa. Nos llevaron a un antro, de buen nivel, pero poco concurrido. Conversamos con ellos, quienes nos dijeron que nunca antes habían tenido una oportunidad como la que vivían, con unas niñas travestis. Aunque si hay en la ciudad, y es muy conocido donde se reúnen, nunca antes lo habían pensado hacer, y ahora estaban ahí con dos, pero muy bonitas y buenotas, como dijo Juan. Después de tres bebidas, nos dijeron que los invitáramos a nuestra habitación en el hotel. Jannete les dijo de inmediato que si. Fuimos a la habitación, y entrando me tomó de la cintura Raúl, me dijo que le gustaba mucho, que me veía muy hermosa y me dio un beso. A pesar de su apariencia ruda, besaba agradablemente, presionando sus labios, abriendo su boca, metiendo su lengua en mi boca, pero sin oprimirme. Yo le respondí al beso, lo abracé, me pegué a su cuerpo, y sentí ese miembro duro entre mis piernas, por encima de su ropa. Seguimos el faje, mientras el me acariciaba mis nalgas, yo pasaba mi mano por su verga. Le empecé a quitar la camisa, aflojé su cinturón, desabroche su pantalón, lo bajé hasta los tobillos y saqué su palo de carne dura y caliente. Lo tenía más grande y más grueso que Ricardo. Lo acaricié con mis manos, le hice una pequeña masturbación, y le pregunté si quería que lo mamara, a lo que me contestó que si. Lo seguí besando, lamiendo con mi lengua y con mis uñas largas rascando levemente sus huevos. Se retorcía de gusto y placer y me decía que siguiera. Lo metí en mi boca, y me lo empecé a comer completo. Lo tenía adentro de mi garganta, cuando reconocí los clásicos movimientos previos al orgasmo. Lo saqué un poco y solo dejé su cabeza en mi boca. Como preveía, se vino en mi boca, y yo me puse a saborear esa rica lechita de Raúl. No lo saqué de mi boca y aquel pedazo de carne grueso y largo no se bajaba. Entonces me tomó de la cabeza, sacó su pene de mi boca y me dijo que quería penetrarme. Le dije que si, pero que debería prepararme para recibir una cosota como la que tenía. Me preguntó que hacía: le dije que besara mi colita, la lubricara con su lengua, después metiera primero un dedo y después otros, y al final me lubricara con el gel, con lo cual estaría lista para recibir sus 18 cms. de carne en mi colita. Hizo todo lo que le pedí. Y antes de metérmela le pedí que lo hiciera lentamente y con cuidado. Fue muy lindo, y me hizo gozar como no lo habían logrado Ricardo y Carlos. Fue un coito largo, como de 20 minutos, sintiendo dentro de mi ese enorme trozo de carne caliente y endurecida que masajeaba mi culo agradablemente y no queria que se saliera ni finalizara aquel momento.

Al terminar, me ayudo a ir hacia la cama, donde me recosté y el a mi lado, acariciándome y besando mi cuello, mi cuerpo, mi boca. Me sentía toda una mujercita con su hombre.

Entonces oí a Jannete que se levantaba de la otra cama y se dirigía al baño. La seguí y me dijo que estaba muy bien, un poco adolorida porque Juan la tenía grande y gruesa. Le dije que la de Raúl estaba también más grande y gruesa de las que había conocido antes. Nos reímos y decidimos volver pero intercambiando a nuestras parejas.

Jannete fue la primera que se acercó a Raúl, quien un poco asombrado se le quedó viendo y le dijo, oye tu no eres Lorena, a lo que le contestó con un beso apasionado, mismo que le correspondió.

Al ver esto yo me dirigí a Juan, quien no se quejó del cambio. Llegue besándolo en la boca, rozando los labios. El paró su trompita y me atrajo hacia el. Me recostó sobre sus piernas y me besó más fuerte, metiendo su lengua en mi boca. Yo también le metí mi lengua y el lo permitió. Seguí besándolo, ahora en su cuello, luego en su pecho hasta que bajé a su bien dotado miembro.

En cuanto sintió mi primer beso, la verga empezó a despertar. Se movió lentamente, creciendo, yo succioné uno de sus testículos con mi boca, lo metí completamente en ella, el se retorció de placer, y aproveché para meter un dedo en su ano. No se movió, pero cuando solté su testículo, me dijo que no le agradaba que le picara el culo, que solo mamara su palo.

Para ese momento estaba completamente erecto y listo para recibir mi boca. Lo metí lo más que pude, pero no alcancé a tenerlo todo adentro, era más grande que el de Raúl. Entonces el me tomó de la nuca y me hizo que entrara y saliera de su falo con mi boca. Antes de eyacular, me dijo que me pusiera acostada sobre la cama al borde de la misma. El se puso en pie y me levantó las piernas, las abrió y las puso sobre sus hombros para luego inclinarse un poco, apuntar su enorme miembro sobre mi hoyito y querer metérmela.

Le pedí que pusiera un poco de gel lubricante, lo cual hizo y luego la empezó a introducir. Lentamente, sabedor del tamaño y grosor de lo que tenía. Yo sentí que me partía en dos, pero el placer de recibir ese enorme pedazo de carne fue mayor.

Se hizo el clásico mete-saca hasta que eyaculó en mi culo. Sentí como misiles sus espamos lanzando semen dentro de mí.

Antes de sacarla de mi culito, Juan me dijo que estaba muy apretadita y muy rica para coger, además de bonita y buenota, como también lo estaba mi amiga Jannete. La sacó y me pidió que se la siguiera mamando.

No sabía que hacer, ya que era la primera vez que después de penetrarme tenía que mamarla. No me resistí y la tomé con mi boca. El sabor era nuevo y el tamaño no disminuía. Entonces me di cuenta que Jannete se había ido al baño y Raúl me miraba lascivo. Me saqué aquel enorme miembro y le dije a Raúl que si quería penetrarme de nuevo. El contestó que si y ni tardo ni perezoso se puso tras de mi.

Mientras yo mamaba la verga de Juan, Raúl me empezó a penetrar. Fue una experiencia sin igual. Luego llegó Jannete y le pedí que se acercara, entonces tomé su verga con mi mano y alternadamente mamaba la verga de Juan y la de Jannete, así estuve hasta que se vinieron los tres en mí. Raúl en mi ano, y Juan y Jannete en mi boca.

Después cambiamos y fue Jannete la que disfrutó esa posición. No recuerdo cuanto tiempo estuvimos alternando así, pero fue hasta el amanecer, cuando Raúl y Juan decidieron irse. Al salir nos dijeron que eramos lo mejor que se habían cogido y en pago nos dejaron 500 pesos sobre el buró.

Martes de fiesta

Despertamos tarde, como a la una. Más bien nos despertó el timbre del teléfono. Era Nora, para recordarnos de la fiesta que se haría esa noche en su casa. Le dijimos que nos veríamos en su estética y que de ahí nos movíamos a su casa, ya que no conociamos bien la ciudad como para ir directamente.

La vimos a las 8 de la noche. Nos vestimos muy putonas, con microfaldas, ropa brillante y llamativa, medias de malla y unas botas largas un poco abajo de la rodilla. Pelo suelto y moquillaje muy notorio yexcedido.

Al llegar a la casa de Nora, le ayudamos a preparar algunas cosas. Luego empezaron a llegar los invitados. Era una fiesta sorpresa a una niña travesti que trabaja con Nora, y que la iban a llevar más tarde. De pronto aquello se empezó a llenar y aparecieron un par de personajes. Unos gringos. Un negro y un güero. Desde que llegaron nos coquetearon y nosotras también. Delgados y guapetones. Con la música nos invitaron a bailar. Hablaban bien el español. Nos dijeron que ellos eran también travestis, pero que ahora iban de niños. Nunca se imaginaron que encontrarían "material nuevo" en la fiesta de Nora. Nos divertimos bailando y como a las tres de la mañana nos íbamos a retirar, cuando Dick y Glenn nos dijeron que si los llevábamos a su casa. Les dijimos que si. Jannete se fue atrás con Glenn, el negrito, y de copiloto y dirigiéndome Dick. Fue rápido y sencillo llegar a su casa. Nos dijeron que si queríamos ver sus cosas de niñas, a lo que Jannete dijo que si. Bajamos y entramos. Desaparecieron un buen rato, en lo que se vestían. Salieron y se veían increíblemente lindas y sensuales. Comenzamos a bailar. Jannete con Glenn y yo con Dick. Del baile pasamos al faje, que era realmente rico. Dick se bajó inmediatamente a mamarme la verga y a dedearme el culo mientras lo hacia. Eso me calentó mucho y antes de eyacular, le pedí que hicieramos un 69, a lo que se prestó fácilmente. Una vez que estábamos a punto de venirnos, le pedí que me dejara penetrarlo. Se volteó, abrió su culo y entró mi verga sin mayor problema. Luego el me pidió penetrarme, a lo que accedí. Me lubricó con saliva y me la metió de un solo golpe. Sentí un poco de dolor pero no tanto como cuando me penetró Juan.

Después fuimos a buscar a Jannete y a Glenn. Los encontramos cogiendo todavía. Jannete estaba en cuatro, con la verga de Glenn adentro. Me acerqué a ellos y vi que Jannete estaba con su verga a punto de estallar, así que me la metí en la boca y recibí su riquísima leche, mientras Dick le metía su verga a Glenn. Aquello era barroco y alucinante.

Terminamos y nos pusimos a descansar y conversar. En la plática surgió la experiencia de la noche anterior y cuando mencioné el tamaño de la verga de Juan, Glenn me dijo que la tenía más grande y gruesa que la de ese galán. Jannete lo confirmo.

Le comenté que me había dolido mucho que me la metiera y que no creía que pudiera con otra mayor. Me dijo que si podría y que me lo demostraría.

Acto seguido se la empezó a jalar y me pidió que se la mamara. Al ver aquel pedazo de carne, negro, largo y grueso, que apenas a media erección ya no cabía en mi boca, me prendí. Me dije si te cabe esto, no habrá algo que no te puedas comer, con la boca y con el culo.

Me prendí a su verga con mi boca hasta que estaba totalmente parada. Era enorme, quizá más de 24 cms. Simplemente la cabeza parecía una pequeña manzana. Me agarré el gel lubricante y me lo unté en el culo. Le dije que se acostara y me puse a horcajadas sobre el. Tomé con mi mano su enorme miembro y lo dirigi a mi hoyito. Al sentir su cabeza, creí que no entraría. Tomé valor y presioné mi culo sobre ese enorme miembro. Con la lubricación y mi excitación, empezó a entrar. Primero la cabeza y luego poco a poco todo el falo. No lo creía pero me lo estaba comiendo. Me dolía mucho, sentía que me partían en dos, que mis intestinos se recorrían y agolpaban dentro, pero el placer y el orgullo de comerme eso era mayor.

No terminaba de metérmela cuando eyaculé, mojando la cara de Glenn, quien gustoso se comió mi semen. Cuando llegué al fondo, no podía moverme, entonces el negrito me empezó a empujar con su cuerpo y de pronto sentí que mi culo se rompía y empezaba a escurrir algo. Glenn se había venido, eyaculando cantidades de leche dentro de mi. Fue un momento realmente impresionante. Jannete de pronto dijo: "si lo hubiera visto antes de que me penetraras, no te hubiera dejado hacerlo", pero bueno ya nos cogiste a ambas y podemos presumir eso, habernos metido tus 25 cms. de carne en nuestros culos. Todos reímos y brindamos por el hecho.

Después nos dijo Dick que el no le resistía una cogida completa a Glenn como lo habíamos hecho Jannete y yo. Nos despedimos de ellos y nos fuimos al hotel.

Miércoles de moderacion

Al llegar al hotel, después de la cogida que nos dio Dick, teníamos el culo destrozado. Nos lavamos y fuimos a dormir. Despertamos todavía con dolor y con ganas de no salir a ningún lado. Entre las desveladas y las cogidas que traíamos, estábamos muy agotadas. Dormimos como hasta las 3 de la tarde y el hambre, nos despertó. Nos bañamos y vestimos coquetamente para ir al restaurante que nos habían invitado el domingo Carlos y Ricardo. Jannete se puso un conjunto de mezclilla con falda y una chaquetita, con una blusa blanca de algodón, enatallada. La falda era corta y mostraba generosamente las largas y bellas piernas que tiene. Por mi parte, me puse un pantalón de mezclilla entallado y a la cintura y con campana, una blusa ajustada azul cielo, pantimedias y zapatillas abiertas de tacón bajo.

Comimos bien. Pedimos café y empezamos a platicar las experiencias que habíamos realizado en estos días, ya que al día siguiente regresábamos por la tarde al DF. De pronto el mesero llegó con unas copas de licor, enviadas por un caballero que esperaba le permitieramos conocernos.

Accedimos a ello, y llegó un hombre de unos 45 a 50 años, bien vestido, con agradable cara, cuerpo robusto, mediana estatura y blanco. Se presentó ante nosotras. Dijo que era Roberto y que estaba en la ciudad por cuestiones de trabajo, pero que al vernos tan bellas y atractivas quería acompañarnos un rato.

Se sentó en nuestra mesa y pidió un coñac para el. Su conversación resultó agradable y ligera. De pronto le pregunté que opinión tenía de la bisexualidad, a lo que me contestó muy liberalmente que el era así. Y luego le dije que haría si le dijéramos que nosotras éramos travestis. Las invitaría a coger, me respondió. Le reviré y le dije qué que esperábamos para hacerlo. Pregunto donde nos gustaría ir. Le contestó entonces Jannete que a su cuarto en el hotel.

Salimos y nos dijo que fuéramos a su hotel. Abrió su habitación, y se quitó la ropa y nos pidió que hiciéramos lo mismo. Entonces se hincó y se puso a mamarle la verga a Jannete, hasta que se vació en su boca. Luego me pidió a mi que le permitiera chupar mi pito, a lo cual accedí. Después pidió que lo penetrara Jannete y yo me puse al frente y me volvió a mamar la verga. Invertimos la posición, para que yo me lo cogiera y le mamara el miembro a Jannete. Asi estuvo el encuentro.

Al dejar a Roberto le dije a Jannete que necesitaba una buena verga en mi colita y ella me contestó que también quería eso. Regresamos al hotel.

En el elevador nos encontramos al botones. Le preguntamos que si tenía tiempo de mostrarnos en el cuarto algunas cosas, y contestó que si.

A llegar a la habitación, de inmediato le bajé el pantalón y busqué su miembro, el cual ya tenía bien parado. Me lo metí a la boca y le di una rica mamada. Antes de que eyaculara, Jannete ya tenía la cola lista para que se la metiera, a lo que el botones procedió de inmediato.

Tenía una verga normal, pero en esos momentos era lo mejor que podíamos tener. Después de clavarse a Jannete, le pedí que lo hiciera conmigo, lo que hizo deliciosamente, previo dedeo de sus manotas en mi hoyito. Uno de sus dedos parecía un pequeño pito y eso me excitó, lubricó y preparó para la rica cogida que recibí del el.

Al terminar conmigo, dijo que debía seguir trabajando y que si estábamos disponibles al día siguiente, podría seguir dándonos satisfacción, y se fue. Al quedarnos solas, se me antojó un 69 con Jannete, el cual hicimos. Después me penetró y yo a ella. Finalmente nos dormimos.

Jueves de regreso.

Despertamos tarde de nuevo. Empezamos a preparar el viaje de regreso. Ello significaba ya regresar de niños. Hicimos las maletas. Fuimos a comer por último día al restaurante de niñas. Regresamos a la habitación. Tocaron a la puerta y era el botones, que dijo que regresaba a terminar lo que faltaba del día anterior. Le dimos una buena mamada, las gracias y cerramos. Ya estábamos en otra sintonía.

Bajamos a la recepción, pagamos la cuenta. El botones subió las maletas al auto, y nos dijo que éramos lo máximo que se había cogido en su vida. Nos deseó suerte y salimos rumbo al aeropuerto.

Documentamos nuestras maletas, llegamos al DF y regresamos al departamento de Jannete. Ahi comprendimos que eramos una para la otra. Nos fundimos en un largo y apasionado beso, luego hicimos un delicioso 69, para finalmente penetrarnos mutuamente y vivir con gran intensidad nuestro lesbianismo.

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