AUTORA: Lorena Torres |
Viernes de preparación
Ese día viernes terminaba una semana muy ajetreada, entre
hacer informes y dejar todos los pendientes finalizados, para poder salir una
semana de vacaciones.
Después de grabar el ultimo archivo de word, con las
indicaciones a mi secretaria para atender un asunto el lunes siguiente, me
dispuse a apagar el equipo y salir de la oficina.
Baje al estacionamiento, busque mi lugar, abrí el auto, lo
aborde y me fui a casa de mi amiga Jannete. En el trayecto me empecé a excitar,
nada más de pensar en la semana que tendría para ser yo misma junto con
Jannete.
La maleta la había dejado en casa de Jannete. Desde que
planeamos el viaje ambas nos dejamos crecer el cabello, para no usar pelucas.
También las uñas, en las ultimas semanas las dejamos crecer y estuvimos dándole
maniquiure, Jannete a mi y yo a ella, para que en todo lo que se pudiera fuera
natural.
El tráfico estaba pesado y tarde más de 40 minutos en
llegar. Estacione el vehículo en el garaje, ya que no lo utilizaría en los
próximos seis días. Subí al departamento de Jannete, toque el timbre y espere a
que me abriera la puerta. Pasaron unos segundos y oí la clásica pregunta de:
¿quien es? a lo que conteste: yo, Lorena. Enseguida abrió la puerta y me dijo
adelante con su hermosa sonrisa. De inmediato me dijo que estaba muy nerviosa
por las vacaciones que íbamos a realizar, pero también muy contenta por la
experiencia que tendríamos.
Ambas éramos de closet y además vírgenes, ya que nunca
habíamos tenido relaciones con algún chico, si acaso, unos ricos fajes entre
nosotras dos, pero sin llegar ni al sexo oral y mucho menos al anal. Queríamos
que fuera un galán quien se quedara con nuestra virginidad. Aunque ya habíamos
salido vestidas a un antro varias ocasiones, era la primera vez que estaríamos
de tiempo completo y en otra ciudad, con la expectativa de conocer la vivencia
de ser mujeres y todas sus implicaciones. Era la primera vez que iríamos solas
a otra ciudad y estaríamos de tiempo completo vestidas de unas lindas niñas.
Ya teníamos los boletos de avión y las reservaciones en el
hotel, solo faltaba que llegara la hora para transformarnos en unas bellas
damitas.
Lo segundo que me dijo Jannete fue que ya se había depilado
toda y que si le ayudaba a teñirse el cabello. Le conteste que si, y procedí a
preparar el tinte. Lo había escogido rubio, ya que es blanca. Una vez que
termine, me prepare para que tiñera el mío. El color que escogí fue un rojo
borgoña, ya que soy morena clara. Mientras Jannete se lavaba el cabello y se
duchaba, yo procedí a aplicar la crema depiladora sobre mis piernas, axilas y
mi pecho. También rasuré mi vello pubico y toda la zona de genitales. Me sentí
rara y al mismo tiempo liberada de toda esa 'pelambrera' de mi cuerpo. Desocupó
el baño Jannete y me fui a lavar el cabello y a ducharme. Al terminar, saque el
negligé negro transparente que me había comprado el fin de semana anterior, me
lo puse y quedo muy coqueto, ya que depilada y con el cabello suelto y rojizo,
me sentía muy femenina. También calce unos guarachitos muy cómodos.
Salí de la recamara y fui a la de Jannete, que estaba
armando su maleta y probándose alguna de las prendas que llevaría. La vi
hermosa y muy sexy.
Cuando entre se volvió a mirarme y me dijo que me quedaba
muy bien lo que traía puesto, que mis piernas se resaltaban mucho, "e
imaginate con medias, te vas a ver muy atractiva", terminó de decirme.
Luego empezamos a pintarnos las unas y al finalizar nos dormimos, aunque el
sueño no fue muy bueno, ya que el solo esperar que amaneciera generaba una
sensación indescriptible.
Sábado de desvirgamiento
La salida al aeropuerto fue muy temprano, ya que lo haciamos
totalmente vestidas. Jannete se puso unos pantalones rojos y una blusa blanca,
holgada para el viaje. Yo me puse un pants gris, muy casual, que me permitiera
sentirme cómoda durante el viaje. Nos maquillamos levemente, pedimos el taxi,
agarramos las maletas y nos fuimos al aeropuerto.
Al bajar del edificio para abordar el taxi, el chofer muy
atento, nos ayudo a introducir las maletas en la cajuela y abrirnos la puerta
trasera del taxi para que subiéramos. Jannete subió primero y enseguida yo. Al
sentarme y pasar las piernas, el chofer se nos quedó viendo muy intrigado, con
la mirada puesta en nosotras. Eso me dio confianza de que en realidad
parecíamos ya todas unas chicas.
Pregunto a donde íbamos, y Jannete, que había tomado una
pastilla le dijo, con una voz femenina, que al aeropuerto. El vehículo arrancó
y empezamos nuestras vacaciones. No hablé en el trayecto al aeropuerto, y
Jannete, muy comprensiva, dijo que esperaba que al llegar a nuestro destino se
me quitara lo afónica.
Al llegar al aeropuerto se acercaron rápidamente los carga
maletas y preguntaron en que línea viajábamos. Jannete les dijo y hacia el
mostrador nos encaminamos. De la bolsa de mano sacó Jannete los boletos, los
entrego a la recepcionista, quien busco nuestra reservación. Luego pidió la
identificación. Primer situación inesperada que enfrentábamos. Resulta que los
boletos estaban a nombre de nosotras como ¡hombres!, y nosotras ¡¡ya éramos
todas unas niñas!! Entonces hablé yo. Le dije a la señorita que íbamos en una
representación teatral y le di mi credencial de elector y le pedí a Jannete que
también la mostrara. La chica de la aerolínea me guiño un ojo, sonrió y nos
entregó los boletos de viaje, documentó las maletas y me pidió que me acercara
y me dijo: buena suerte, se ven muy bien. Mi hermano es travesti y le va a
encantar cuando le cuente esto. Enseguida me dio una tarjeta con su nombre y
teléfono, y la leyenda "Háblenme a su regreso".
Luego a pasar a la sala y la revisión del equipaje de mano y
la detección de metales. Afortunadamente no hubo ningún problema y pasamos a la
sala de abordar. Ahí otro pequeño contratiempo: nuestros lugares eran de los
primeros (después de clase ejecutiva) pero también estaban pidiendo
identificación. Esperamos hasta el final y mostramos nuestros boletos de
abordar y la credencial. El chico que estaba recolectando los pases de abordar,
nos miró con cierta incredulidad y finalmente nos dijo "Buen Viaje".
Pasamos al avión.
Una vez en el aire, sentimos cierto alivio de haber llegado
hasta ese punto, sin embargo, la semana apenas empezaba. Al llegar a nuestro
destino, decidimos rentar un vehículo, para poder movilizarnos con mayor independencia
y seguridad. Fuimos a la agencia que había en el aeropuerto, y nos pidieron
licencia de manejo y una tarjeta de crédito. Yo traía mi licencia vigente pero
no había llevado tarjeta de crédito, ya que yo era ¡¡Lorena!! Para salvar la
situación, Jannete si traía una y con ella se hizo el pago. Salimos hacia el
hotel, preguntando como llegar a el.
Al arribar a donde nos hospedaríamos, pasamos a la
recepción. Jannete fui quien resolvió todo el papeleo, ya que a mi nada más me
quedó firmar para el restaurante. Terminado el proceso de registro, la
recepcionista llamó al botones. Le dijimos que nuestras maletas estaban en el
auto. Fue a recogerlas con un carrito y a su regreso nos pidió que lo
siguiéramos. Avanzó hacia el elevador, ya que nuestra habitación estaba en el
piso tercero. Era un chico de unos 25 años, alto, fornido, moreno, con unas
manotas y una agradable sonrisa. Preguntó cuanto tiempo estaríamos, a lo que le
respondió Jannete que una semana. Una vez que el elevador se detuvo en el
tercer piso, salimos y luego él. Se encaminó hacia la habitación 311, la abrió
con la llave magnética, pasó y acomodó las maletas sobre una mesa. Nos mostró
el cuarto, prendió la televisión y dijo con mirada pícara y sonriente, hay
cable y tiene canales tres equis, eh! Le dimos su propina y salió.
Una vez solas, le dije a Jannete, oye tienes que darme de
esas pastillas que tomaste, ya que se te escucha la voz muy femenina. Me dijo
que si, después de cambiarnos de ropa y de ir a desayunar algo, ya que en el
avión no tomamos más que jugo y café.
Jannete se vistió con un vestido verde, que le llegaba un
poco arriba de la rodilla, se maquilló y calzó unos zapatos de tacones de
altura mediana. Yo me puse una falda corta color gris, con pantimedias, para
resaltar mis recien depiladas piernas, blusa blanca entallada, para mostrar mi
pequeño busto y zapatos de tacones altos. Me maquillé, en los labios me puse un
bilé color rojo intenso.
Bajamos al restaurante. Nos recibió la hostess. Preguntó
cuantas personas. Le constestó Jannete que dos. Nos llevó a una mesa, cerca de
un grupo que terminaba de desayunar. Se nos quedaron viendo los hombres de la
mesa, con clara lascivia y las mujeres, con cierto y disimulado celo. Se acercó
de inmediato un mesero y preguntó si queríamos café. Le contestamos que si. Lo
sirvió y de inmediato tomé un poco. Al dejar la taza, me fije que había quedado
marcado el labial en la misma, lo que me pareció muy coqueto y femenino.
Pasamos al buffet y desayunamos.
Al terminar, fuimos a la habitación y nos preparamos para
salir. Jannete me dio la pastilla y me dijo que saliéramos a arreglarnos el
cabello. Buscamos en la sección amarilla y encontramos un salón de belleza que
parecía estar bien. Tomamos el auto y con el mapa que había en el hotel,
buscamos la calle para ir a la estética. Llegamos y oh! sorpresa. Lo atendía
una niña travesti. Cortó el cabello, para emparejarlo, tanto a Jannete como a
mí. Luego nos peinó, ya que le dijimos que íbamos a ir a la disco del hotel.
Establecimos una buena amistad con Nora, quien nos invitó para el martes a una
fiesta que daría en su casa. Le dejamos el número de habitación donde estábamos
hospedadas y quedó de llamarnos para recordarnos la fiesta.
Regresamos al hotel, para prepararnos a bajar a la disco que
había en el hotel. Nos vestimos muy sexy, con unos vestiditos entallados y
cortos que apenas dejaban algo a la imaginación. Las pantymedias de Jannete
hacían que se vieran espectaculares sus hermosas y largas piernas blancas. Yo
usé unas color negro, que me permitían enseñar mis depiladas piernas. Con el
peinado que nos había hecho Nora y los consejos de maquillaje para estar en un
lugar con luz tenue y calor, iniciamos nuestra primera aventura.
Entramos a la discoteque. Nos dieron una mesa cerca de la
pista de baile. Cruzamos las piernas y mostramos a quien quiso ver toda la
pierna y algo más.... Pedimos un cóctel cada una y vimos el panorama existente.
Estaba como a la mitad, de asistencia, pero el mesero nos dijo que más tarde se
llenaba completamente. Nos paramos a bailar Jannete y yo. Regresamos nuestro
lugar y en la siguiente mesa, donde estaban dos parejas, un chico nos guiño un
ojo, en abierto flirteo. Jannete le devolvió el guiño y una coqueta sonrisa.
Empezó la música de nuevo, las luces generales se apagaron y
se prendieron las estroboscópicas de colores. De pronto escuché cerca de mi a
un chico pidiéndome bailar con él. Busqué a Jannete con la mirada y ella se
levantaba tomada de la mano de otro chico. Le dije que si. Me ayudó a
levantarme de la silla y fuimos a la pista. Empezaba una tanda de merengue. Los
chicos que nos invitaron bailaban bien, y fue una primera experiencia muy
excitante, ya que el propio ritmo de esa música hace que sea muy prendida.
Después de un rato, regresamos a la mesa. Jannete me dijo
que la acompañara al tocador. Esa fue otra primer experiencia. Acudir al
tocador de damas de una disco, fiu fiu. Estaba lleno y había que hacer fila
para entrar. Una vez dentro, las chicas que estaban se nos quedaron viendo y
algunas de ellas comentaron en voz baja: "Mira, nada más falta que cobren,
se ven muy pirujas". Eso me excitó mucho, pero no hicimos caso. Entre al
retete. Por primera vez en mi vida tenía que orinar sentado, pero fue una
experiencia maravillosa estar ahí. Al salir, me lavé las manos y Jannete se
retocaba el maquillaje y los labios. Luego yo retoqué mi maquillaje.
De nuevo en nuestro lugar, los chicos de la otra mesa se
encontraban solos, y se levantaron de inmediato para invitarnos a bailar.
Empezaba una tanda de música romántica. Aceptamos. Al entrar en la pista y
voltear para tener de frente a mi bailarín, este me tomó con fuerza de la
cintura, me acerco a su cuerpo y empezamos a seguir el ritmo. Me preguntó mi
nombre, de dónde era, a que me dedicaba, etc. Conforme pasaba la música más me
apretaba el, y fue cuando sentí en la ingle de una de mis piernas el rozón de
su miembro duro. Fue otra primera experiencia, que me electrizó y me empezó a
poner como a mil. Acercó su rostro al mío y de inmediato sentí su boca junto a
la mía. Me sorprendió el hecho y la reacción fue tratar de evitarlo, pero no
pude y me plantó mi primer beso. Luego me dijo que le gustaba mucho. Terminó la
música y le pedí que regresaramos a la mesa. Me dijo que se llamaba Carlos y
que si le daba el número de habitación para buscarme después, ya que venía con
su hermana y unos amigos de ella y tendrían que llevarlas a su casa. Le dije
que estaba en la 311, y quedó de buscarme después.
Jannete volvió después de mí. Le había pasado algo similar.
Le comenté que le había dado el número de habitación y me dijo que ella había
hecho lo mismo. Vimos que salían con las dos chicas que estaban sentados. Se
acercaron otros dos galanes. Se veían muy agresivos. Estaban rapados, altos,
fornidos tirando a gordos, con barba de candado. Nos tomaron de la mano,
levantándonos y dirigiéndonos a la pista de baile, en forma imperativa. Seguía
la música romántica. Mi bailarín me tomó de la cintura y empezamos a bailar.
Aunque su apariencia era más ruda, en el trato era más cuidadoso que Carlos.
Con el propio ritmo de la música, se me acercó y volví a sentir en mi pierna
ese miembro duro que tenía Raúl. Al finalizar la tanda y llevarnos a la mesa,
preguntaron si podían sentarse con nosotras. Les dijimos que si. Conversamos y
seguimos bailando. Ya para el cierre, volvieron a poner música suave y
romántica. Jannete se veía muy interesada en Juan, ya que estaban en pleno faje
en la pista. Raúl quiso hacer lo mismo conmigo, pero a mi no me gustó el chico,
así que traté de no ser descortés con él pero sin permitirle pensar que quería
algo más.
Al salir, preguntaron que si nos podían llevar a algún
lugar. Jannete le dijo a Juan que estábamos hospedadas en el mismo hotel y se ofrecieron
a acompañarnos. Juan tomó a Jannete y la empezó a besar y tocar de las nalgas y
Raúl quiso hacer lo mismo, y yo no lo permití. Le tomé la mano y la llevé a mi
bulto, a lo que en voz alta le dijo a su amigo:"Son putos". Juan
reaccionó y soltó a Jannete y le preguntó: "¿Es cierto?", a lo que
Jannete le contestó que éramos travestis. Se miraron ambos y se fueron sin
decir nada.
Jannete me miró furiosa. Me preguntó por qué la había hecho
así, que por qué no me esperé a que estuviéramos en la habitación. Le dije que
no me agradaba Raúl y que me daban mala espina, se veían muy violentos. Total,
nos fuimos a la habitación. Veía a Jannete muy molesta, por lo que me acerqué y
le dije que me disculpara. Me miró y me dijo que si. En ese momento la encontré
hermosa, divina, linda, y me acerqué a darle un beso en la boca. En otras
ocasiones ya nos habíamos dado unos buenos fajes, y ahí empezó uno. Como nunca
antes, toqué sus nalgas, las que sentí muy acogedoras. Ella también me manoseo.
Bajé sus pantimedias y su braguita. Apareció su miembro erecto. Como nunca
antes se me antojó mucho, lo toqué y empecé a besarlo y lamerlo con mi lengua.
Ella se recostó sobre la cama y dejó que lo tomara con mi boca. Otra rica
experiencia que conocía. Me lo comí todo. Antes de que estallara en su climax,
lo saqué de mi boca y con mi lengua recorrí sus testículos, totalmente
rasurados, y llegué a su colita. Empecé a lamerla y luego a introducir mi
lengua en su ano. Jannete se retorcía de gusto y me pidió que la penetrara. La
volteé, la puse hincada contra la cama, saqué el gel lubricante, lo unté sobre
su colita y comencé a introducir mi verga en su cola. Despacio y poco a poco lo
fui metiendo hasta que llegué al tope. Ella empezó a moverse y yo a sacarlo y
meterlo lentamente, después más rápido, hasta que me hizo llegar a mi orgasmo.
Jannete me pidió luego que ella también quería hacerlo
conmigo. A lo que de dije que si. Le pedí que se acostara boca arriba en la
cama, dejando su erecto pene hacia arriba.. Yo estaba muy excitada, ya que
nunca antes había tenido una relación con una chica travesti, ni como activa ni
como pasiva. Ahora me tocaba a mi recibir ese hermoso miembro de Jannete. Unte
el gel lubricante en mi culo, me puse a horcajadas sobre Jannete, tomé su verga
y la dirigí a mi hoyito. Una vez que estaba el pito sobre el, empecé a bajar y
a sentir como entraba poco a poco en mi. Fue una sensación indescriptible ese
desvirgamiento. Me dolía mi cola, pero al mismo tiempo me sentía bien y con
mucho placer. Bajé hasta sentir las piernas de Jannete en mis nalgas. Ella se
movió en forma circular y yo subía y bajaba, hasta que de pronto sentí como se
inundaba mi ano de leche de Jannete. Lloré de gusto, sentimiento, placer y un
poquito de dolor. Permanecimos así un rato, hasta que sentí que la verga que
tenía adentro se hacía más pequeña. Me levanté, abracé a Jannete y nos fundimos
en un largo y apasionado beso, hasta quedarnos dormidas.
Domingo sexual
Despertamos con la luz del sol ya un poco baja. Me dice
Jannete, creo que el destino nos tenía reservadas la una para la otra, no
crees? A lo que conteste que si. Se metió al baño a ducharse mientras yo prendí
la televisión. Sonó el teléfono. Una voz varonil del otro lado pregunta por mi,
a lo que contesto que soy yo. Me dice que es Carlos, quien la noche anterior se
había tenido que ir con su hermana y sus amigos. Preguntó si habíamos
desayunado, a lo que conteste que no. Nos invitaban, el y su amigo Ricardo, a
comer algo. Le pedí que llamara un poco más tarde como en una hora, para definirle.
Así quedamos. Al salir del baño le pregunté a Jannete si quería ir a comer algo
con los galanes de la disco que habían quedado de buscarnos. Ella me miró y me
dijo que yo decidiera. Le contesté que si, que aceptáramos. Me fui a bañar y a
prepararnos para salir.
Carlos llamó a los sesenta minutos exactos. Le contesté que
si aceptábamos y quedaron de pasar por nosotras en una hora. Jannete se puso
unos pantalones a la cadera y una blusa entallada. Yo una falda de mezclilla
con una apertura, que al caminar dejaba ver mis depiladas piernas, y una blusa
roja. Ambas con unas zapatillas de tacón bajo, de tiritas. Bajamos por el
elevador y venía el botones. Al entrar nos sonrió y guiño un ojo. Antes de
llegar a la planta baja, sentí la manota del botones tocándome las nalgas. No
me disgustó y al salir le guiñé el ojo.
Los vimos en el lobby y nos encaminaron al estacionamiento,
donde abordamos una cheroke. Ricardo manejaba y le pidió a Jannete que se
sentara en el asiento delantero. Carlos y yo en la parte de atrás. Preguntaron
que nos gustaba de comer, y les dije que ellos sabían que era lo más típico del
lugar. Nos llevaron a un restaurante bastante concurrido y con una comida muy
rica. Después nos invitaron al cine. Fuimos a ver una película de comedia, divertida.
En la sala, Carlos me tomó de la mano, cuestión que rechace discretamente. Puse
mi mano sobre mi pierna, que al estar sentada y con la pierna cruzada quedaba
expuesta, y el volvió a buscarla. Me dijo Carlos que tenía unas piernas suaves,
tersas y muy bonitas. Eso me prendió, y lo deje que las acariciará. Conforme
pasó la película sentí como recorría mi pierna, primero; luego me abrazó y
finalmente me besó. Yo estaba cada vez más excitada, y con cierto atrevimiento
le toqué su miembro, ya duro y erecto para esos momentos. A mi lado izquierdo
estaba Jannete, quien para esas alturas de la película le hacia un oral a
Ricardo. Yo solo seguí tocándole el pito a Carlos, por encima del pantalón.
Al salir del cine, nos pidieron ir a su casa. Aceptamos. Al
llegar nos invitaron una copa de vino, prendieron el estereo y nos invitaron a
bailar. Jannete tomó a Ricardo del cuello y empezó a mover rítmicamente el
cuerpo, pegándoselo a su galán. Carlos me atrajo hacia si, y yo seguí la
técnica de Jannete. Volví a sentir el miembro duro de Carlos entre mis piernas.
De pronto oí que se cerró una puerta. Ricardo y Jannete se habían ido a una
recámara. Carlos me pidió que lo siguiera. Fuimos a otra habitación. Me siguió
besando en la boca y el cuello; me empezó a quitar la ropa, sintiédolo cada vez
más excitado, y yo junto con el. Solo permití que me sacara la blusa y la
falda. Yo también le fui quitando la ropa, hasta dejarlo totalmente desnudo,
con su verga erecta y dura. Me hinqué a besarla, lamerla y luego introducirla
en mi boca. La estuve chupando y rascando con mis uñas los testículos hasta que
lo oí gemir, empezar a convulsionarse y sentir en mi boca unos chisguetes de
leche caliente que indicaban una venida deliciosa. Me dijo Carlos: "nunca
me la habían mamado tan rico como tu Lorena". Bebí toda la leche que
derramó en mi boca y le limpie todo el pene hasta dejarlo seco... y listo para
lo que seguía. Me pidió que me quitara la ropa, a lo que le dije que no se
fuera a desilusionar de mí. Me miró y dijo, "ya se que eres un travesti, y
no hay ningún problema. Me gustas mucho y más como me lo has mamado y ahora
como te voy a coger", y dicho lo anterior, le pedí que se acostara en la
cama boca arriba. Me quité toda la ropa que traía puesta, saqué de mi bolso el gel
lubricante, me lo unté en mi culito, me subí a la cama, y a horcajadas sobre
Carlos, tomé su verga, que ya estaba dura de nuevo, la dirigí a mi hoyo, apunté
y me empecé a bajar, sintiéndo como se introducía en mi ano. Hasta que llegué a
sentir el abdomen de Carlos en mis nalgas paré, y le pedí que se moviera
lentamente en forma circular y yo subí y bajé lentamente, primero, pero después
más rápido hasta que volví a oir a Carlos gemir y sentir como llenaba mi culo
de leche ardiente. Yo la tenía bien parada y de pronto veo que Carlos la miraba
fijamente, me levanté, tomé su cabeza y la llevé a mi verga. Carlos la tomó con
su boca y empezó a mamarla ricamente. Antes de que me viniera, le pedí que se
volteara, lo cual hizo inmediatamente. Unté gel lubricante en su ano, apunté mi
verga y la metí toda. Empezó a moverse como toda una mujercita, con mucha
experiencia, hasta que hizo que me viniera y llenara todo su culo con mi semen.
Pasó un rato, y salió de la habitación. Regresó con una
cerveza para mi, mientras el tomaba una. Le pregunté por Jannete. Me dijo que
estaba afuera. Salí y la ví sentada en el sofá. Le hablé y me llamó a su lado.
Me dijo, ¿no quieres probar con Ricardo? Le contesté que si, y me dirigí a su
recamara. Estaba acostado en la cama, desnudo. Cuando entré me miró y se empezó
a agarrar la verga y me preguntó que si quería. Le contesté que si, me acerque
a la cama, me hinqué y le empecé a mamar el miembro. Estaba un poco fláccido,
pero al momento de sentir el calor de mi boca empezó a crecer y a endurecerse.
Lo tenía más grande y grueso que Carlos. Antes de que eyaculara, me pidió que
pusiera mis manos en el piso y levantará la cola. Sentí como puso su glande en
mi hoyito, y empezó a introducirlo. Le dije que me dolía, que lo hiciera
despacio y con cuidado. Como todo galán, no hizo caso y siguió metiendolo
rápidamente. Sentía que me partía en dos, el dolor era intenso. Resistí y de
pronto ya estaba totalmente adentro. Sus testículos acariciaban mis nalgas.
Empezó el movimiento de entrada y salida. Yo me movía en círculo. Primero fue
lento, acelerándose poco a poco hasta que de pronto sentí que me jalaba hacia
el, con fuerza, y mi ano se llenaba de leche ardiente que me escupía con su
verga. Se recostó sobre mi espalda, me besó el cuello y me dijo que estaba muy
rica, muy apretadita y que sabía mamar muy bien. Me dijo, que las dos éramos
muy putitas y que eso le gustaba. Se salió y se volvió a recostar. A mi, el
nuevo coito me volvió a prender, mi verga estaba parada y buscaba un culito
donde alojarse. Fui hacia donde estaba Ricardo, le empecé a lamer los huevos,
con lo cual abrió las piernas, con mis uñas largas le acariciaba la verga y le
rascaba los testículos mientras mi lengua tocaba su ano. Dio un pequeño brinco
al sentir la humedad de mi lengua, y luego se quedó quieto. Yo la introduje en
su hoyito y luego metí un dedo en el mismo. Me preguntó si quería cogermelo, a
lo que contesté que si. No dijo nada, se volteó y me levantó su culito. Me subí
a la cama, apunté mi verga en su ano y lo introduje. Al sentirlo intentó
escapar, pero lo agarré del abdomen y no se lo permití. Dijo que le dolía, pero
hice caso omiso, como él, del comentario. Se lo metí todo, y empecé a sacarlo y
meterlo, hasta que llegué a mi orgasmo. Fue lindo y agradable, aunque no tanto como
lo había sido el día anterior con Jannete.
Más tarde salí de la habitación y busqué a Jannete, quien se
encontraba en la recamara de Carlos. Vimos la hora y les pedimos que nos
llevaran al hotel. Dijeron que si. Nos vestimos y tiempo más tarde estamos en
nuestra habitación. Le pregunté a Jannete como le había ido. Me dijo que bien,
le agradaba lo que hacíamos. Ahí le dije que me parecía muy excitante el
compartir a los galanes, e hicimos un pacto. Compartiríamos al galán que
tuviera cada una con la otra.
Dicho lo anterior, nos preparamos para descansar y empezar
otro lindo día como niñas travestis.
Lunes de putitas
Despertamos temprano. A prepararnos para iniciar el día. Nos
duchamos y vestimos con ropa casual para tomar el desayuno. Jannete se puso una
faldita color vino, que permitía ver sus largas y acariciables piernas, con una
blusita blanca y unos zapatos de tacón medio, sin talón. Yo me puse un vestido
azul cielo, que se entallaba a mi cuerpo (traía una faja corsé que delineaba
unas ricas caderas y reducía mi cintura, así como unos postizos de senos de gel
de tamaño 32C), con unas zapatillas también azules descubiertas de tiritas que
hacía resaltar mis pantorrillas depiladas. Como en otros días, los meseros nos
atendieron muy amablemente y con presteza. Cada que veo el labial dejado por mi
boca en la taza de café, me siento muy femenina, soñada. Al regresar a la
habitación para retocarnos el maquillaje y recoger las llaves del auto, timbró
el teléfono. Ahora fue Jannete quien contestó. Después de un rato de
conversación, me buscó y me dijo que erán Raúl y Juan, los chicos que no me
latían, que nos invitaban a cenar. Le dije a Jannete que ahora ella tomara la
decisión. La respuesta fue clara: si.
Fuimos a un museo y a una galería, durante la mañana.
Comimos por el centro de la ciudad. Los hombres no dejaban de vernos, mientras
que las mujeres nos recorrían de arriba abajo cada que pasábamos junto alguna
pareja. Hacia la tarde fuimos a un centro comercial, compramos algo de ropa,
para utilizarla esa noche.
Regresamos al hotel, para prepararnos a la nueva cita que
teniamos con los galanes de apariencia ruda y que se habían ido cuando supieron
que eramos travestis. Nos dimos una buena depilada de cara, ambas, para
mantener nuestra apariencia femenina, cambiamos el peinado, nos perfumamos y
maquillamos perfectamente, para luego ponernos la ropa que recien adquirimos.
Jannete se compró un conjunto, muy elegante, de falda corta
y saco, negro, que se veía divino. Formal y al mismo tiempo procativo sin
llegar a ser vulgar. Se puso también una faja como la que yo traía puesta,
pantimedias y unas zapatillas de vestir cerradas negras.
Yo me había comprado un vestido azul marino, de vestir, que
se ajustaba a mi cuerpo pero no entallado, me llegaba un poco arriba de la
rodilla y al sentarme se corría hasta medio muslo, permitiéndome mostrar pierna
tanto al sentarme como al cruzarla. Unas zapatillas negras de tacón alto,
cerradas y las obligadas pantimedias, que me generan un goze enorme al caminar,
como hacen ese peculiar sonido cuando se friccionan las piernas al caminar.
Como a las nueve de la noche pasaron Raúl y Juan por
nosotras. Venían en un auto grande. Nos dijeron que si íbamos a un bar a tomar
una copa. Nos llevaron a un antro, de buen nivel, pero poco concurrido.
Conversamos con ellos, quienes nos dijeron que nunca antes habían tenido una
oportunidad como la que vivían, con unas niñas travestis. Aunque si hay en la
ciudad, y es muy conocido donde se reúnen, nunca antes lo habían pensado hacer,
y ahora estaban ahí con dos, pero muy bonitas y buenotas, como dijo Juan.
Después de tres bebidas, nos dijeron que los invitáramos a nuestra habitación
en el hotel. Jannete les dijo de inmediato que si. Fuimos a la habitación, y
entrando me tomó de la cintura Raúl, me dijo que le gustaba mucho, que me veía
muy hermosa y me dio un beso. A pesar de su apariencia ruda, besaba
agradablemente, presionando sus labios, abriendo su boca, metiendo su lengua en
mi boca, pero sin oprimirme. Yo le respondí al beso, lo abracé, me pegué a su
cuerpo, y sentí ese miembro duro entre mis piernas, por encima de su ropa.
Seguimos el faje, mientras el me acariciaba mis nalgas, yo pasaba mi mano por
su verga. Le empecé a quitar la camisa, aflojé su cinturón, desabroche su
pantalón, lo bajé hasta los tobillos y saqué su palo de carne dura y caliente.
Lo tenía más grande y más grueso que Ricardo. Lo acaricié con mis manos, le
hice una pequeña masturbación, y le pregunté si quería que lo mamara, a lo que
me contestó que si. Lo seguí besando, lamiendo con mi lengua y con mis uñas
largas rascando levemente sus huevos. Se retorcía de gusto y placer y me decía
que siguiera. Lo metí en mi boca, y me lo empecé a comer completo. Lo tenía
adentro de mi garganta, cuando reconocí los clásicos movimientos previos al
orgasmo. Lo saqué un poco y solo dejé su cabeza en mi boca. Como preveía, se
vino en mi boca, y yo me puse a saborear esa rica lechita de Raúl. No lo saqué
de mi boca y aquel pedazo de carne grueso y largo no se bajaba. Entonces me
tomó de la cabeza, sacó su pene de mi boca y me dijo que quería penetrarme. Le
dije que si, pero que debería prepararme para recibir una cosota como la que
tenía. Me preguntó que hacía: le dije que besara mi colita, la lubricara con su
lengua, después metiera primero un dedo y después otros, y al final me
lubricara con el gel, con lo cual estaría lista para recibir sus 18 cms. de
carne en mi colita. Hizo todo lo que le pedí. Y antes de metérmela le pedí que
lo hiciera lentamente y con cuidado. Fue muy lindo, y me hizo gozar como no lo
habían logrado Ricardo y Carlos. Fue un coito largo, como de 20 minutos,
sintiendo dentro de mi ese enorme trozo de carne caliente y endurecida que
masajeaba mi culo agradablemente y no queria que se saliera ni finalizara aquel
momento.
Al terminar, me ayudo a ir hacia la cama, donde me recosté y
el a mi lado, acariciándome y besando mi cuello, mi cuerpo, mi boca. Me sentía
toda una mujercita con su hombre.
Entonces oí a Jannete que se levantaba de la otra cama y se
dirigía al baño. La seguí y me dijo que estaba muy bien, un poco adolorida
porque Juan la tenía grande y gruesa. Le dije que la de Raúl estaba también más
grande y gruesa de las que había conocido antes. Nos reímos y decidimos volver
pero intercambiando a nuestras parejas.
Jannete fue la primera que se acercó a Raúl, quien un poco
asombrado se le quedó viendo y le dijo, oye tu no eres Lorena, a lo que le
contestó con un beso apasionado, mismo que le correspondió.
Al ver esto yo me dirigí a Juan, quien no se quejó del
cambio. Llegue besándolo en la boca, rozando los labios. El paró su trompita y
me atrajo hacia el. Me recostó sobre sus piernas y me besó más fuerte, metiendo
su lengua en mi boca. Yo también le metí mi lengua y el lo permitió. Seguí
besándolo, ahora en su cuello, luego en su pecho hasta que bajé a su bien
dotado miembro.
En cuanto sintió mi primer beso, la verga empezó a
despertar. Se movió lentamente, creciendo, yo succioné uno de sus testículos
con mi boca, lo metí completamente en ella, el se retorció de placer, y
aproveché para meter un dedo en su ano. No se movió, pero cuando solté su
testículo, me dijo que no le agradaba que le picara el culo, que solo mamara su
palo.
Para ese momento estaba completamente erecto y listo para
recibir mi boca. Lo metí lo más que pude, pero no alcancé a tenerlo todo
adentro, era más grande que el de Raúl. Entonces el me tomó de la nuca y me
hizo que entrara y saliera de su falo con mi boca. Antes de eyacular, me dijo
que me pusiera acostada sobre la cama al borde de la misma. El se puso en pie y
me levantó las piernas, las abrió y las puso sobre sus hombros para luego
inclinarse un poco, apuntar su enorme miembro sobre mi hoyito y querer
metérmela.
Le pedí que pusiera un poco de gel lubricante, lo cual hizo
y luego la empezó a introducir. Lentamente, sabedor del tamaño y grosor de lo
que tenía. Yo sentí que me partía en dos, pero el placer de recibir ese enorme
pedazo de carne fue mayor.
Se hizo el clásico mete-saca hasta que eyaculó en mi culo.
Sentí como misiles sus espamos lanzando semen dentro de mí.
Antes de sacarla de mi culito, Juan me dijo que estaba muy
apretadita y muy rica para coger, además de bonita y buenota, como también lo
estaba mi amiga Jannete. La sacó y me pidió que se la siguiera mamando.
No sabía que hacer, ya que era la primera vez que después de
penetrarme tenía que mamarla. No me resistí y la tomé con mi boca. El sabor era
nuevo y el tamaño no disminuía. Entonces me di cuenta que Jannete se había ido
al baño y Raúl me miraba lascivo. Me saqué aquel enorme miembro y le dije a
Raúl que si quería penetrarme de nuevo. El contestó que si y ni tardo ni
perezoso se puso tras de mi.
Mientras yo mamaba la verga de Juan, Raúl me empezó a
penetrar. Fue una experiencia sin igual. Luego llegó Jannete y le pedí que se
acercara, entonces tomé su verga con mi mano y alternadamente mamaba la verga
de Juan y la de Jannete, así estuve hasta que se vinieron los tres en mí. Raúl
en mi ano, y Juan y Jannete en mi boca.
Después cambiamos y fue Jannete la que disfrutó esa
posición. No recuerdo cuanto tiempo estuvimos alternando así, pero fue hasta el
amanecer, cuando Raúl y Juan decidieron irse. Al salir nos dijeron que eramos
lo mejor que se habían cogido y en pago nos dejaron 500 pesos sobre el buró.
Martes de fiesta
Despertamos tarde, como a la una. Más bien nos despertó el
timbre del teléfono. Era Nora, para recordarnos de la fiesta que se haría esa
noche en su casa. Le dijimos que nos veríamos en su estética y que de ahí nos
movíamos a su casa, ya que no conociamos bien la ciudad como para ir
directamente.
La vimos a las 8 de la noche. Nos vestimos muy putonas, con
microfaldas, ropa brillante y llamativa, medias de malla y unas botas largas un
poco abajo de la rodilla. Pelo suelto y moquillaje muy notorio yexcedido.
Al llegar a la casa de Nora, le ayudamos a preparar algunas
cosas. Luego empezaron a llegar los invitados. Era una fiesta sorpresa a una
niña travesti que trabaja con Nora, y que la iban a llevar más tarde. De pronto
aquello se empezó a llenar y aparecieron un par de personajes. Unos gringos. Un
negro y un güero. Desde que llegaron nos coquetearon y nosotras también.
Delgados y guapetones. Con la música nos invitaron a bailar. Hablaban bien el
español. Nos dijeron que ellos eran también travestis, pero que ahora iban de
niños. Nunca se imaginaron que encontrarían "material nuevo" en la
fiesta de Nora. Nos divertimos bailando y como a las tres de la mañana nos
íbamos a retirar, cuando Dick y Glenn nos dijeron que si los llevábamos a su
casa. Les dijimos que si. Jannete se fue atrás con Glenn, el negrito, y de
copiloto y dirigiéndome Dick. Fue rápido y sencillo llegar a su casa. Nos dijeron
que si queríamos ver sus cosas de niñas, a lo que Jannete dijo que si. Bajamos
y entramos. Desaparecieron un buen rato, en lo que se vestían. Salieron y se
veían increíblemente lindas y sensuales. Comenzamos a bailar. Jannete con Glenn
y yo con Dick. Del baile pasamos al faje, que era realmente rico. Dick se bajó
inmediatamente a mamarme la verga y a dedearme el culo mientras lo hacia. Eso
me calentó mucho y antes de eyacular, le pedí que hicieramos un 69, a lo que se
prestó fácilmente. Una vez que estábamos a punto de venirnos, le pedí que me
dejara penetrarlo. Se volteó, abrió su culo y entró mi verga sin mayor
problema. Luego el me pidió penetrarme, a lo que accedí. Me lubricó con saliva
y me la metió de un solo golpe. Sentí un poco de dolor pero no tanto como
cuando me penetró Juan.
Después fuimos a buscar a Jannete y a Glenn. Los encontramos
cogiendo todavía. Jannete estaba en cuatro, con la verga de Glenn adentro. Me
acerqué a ellos y vi que Jannete estaba con su verga a punto de estallar, así
que me la metí en la boca y recibí su riquísima leche, mientras Dick le metía
su verga a Glenn. Aquello era barroco y alucinante.
Terminamos y nos pusimos a descansar y conversar. En la
plática surgió la experiencia de la noche anterior y cuando mencioné el tamaño
de la verga de Juan, Glenn me dijo que la tenía más grande y gruesa que la de
ese galán. Jannete lo confirmo.
Le comenté que me había dolido mucho que me la metiera y que
no creía que pudiera con otra mayor. Me dijo que si podría y que me lo demostraría.
Acto seguido se la empezó a jalar y me pidió que se la
mamara. Al ver aquel pedazo de carne, negro, largo y grueso, que apenas a media
erección ya no cabía en mi boca, me prendí. Me dije si te cabe esto, no habrá
algo que no te puedas comer, con la boca y con el culo.
Me prendí a su verga con mi boca hasta que estaba totalmente
parada. Era enorme, quizá más de 24 cms. Simplemente la cabeza parecía una
pequeña manzana. Me agarré el gel lubricante y me lo unté en el culo. Le dije
que se acostara y me puse a horcajadas sobre el. Tomé con mi mano su enorme
miembro y lo dirigi a mi hoyito. Al sentir su cabeza, creí que no entraría.
Tomé valor y presioné mi culo sobre ese enorme miembro. Con la lubricación y mi
excitación, empezó a entrar. Primero la cabeza y luego poco a poco todo el
falo. No lo creía pero me lo estaba comiendo. Me dolía mucho, sentía que me
partían en dos, que mis intestinos se recorrían y agolpaban dentro, pero el
placer y el orgullo de comerme eso era mayor.
No terminaba de metérmela cuando eyaculé, mojando la cara de
Glenn, quien gustoso se comió mi semen. Cuando llegué al fondo, no podía
moverme, entonces el negrito me empezó a empujar con su cuerpo y de pronto
sentí que mi culo se rompía y empezaba a escurrir algo. Glenn se había venido,
eyaculando cantidades de leche dentro de mi. Fue un momento realmente
impresionante. Jannete de pronto dijo: "si lo hubiera visto antes de que
me penetraras, no te hubiera dejado hacerlo", pero bueno ya nos cogiste a
ambas y podemos presumir eso, habernos metido tus 25 cms. de carne en nuestros
culos. Todos reímos y brindamos por el hecho.
Después nos dijo Dick que el no le resistía una cogida
completa a Glenn como lo habíamos hecho Jannete y yo. Nos despedimos de ellos y
nos fuimos al hotel.
Miércoles de moderacion
Al llegar al hotel, después de la cogida que nos dio Dick,
teníamos el culo destrozado. Nos lavamos y fuimos a dormir. Despertamos todavía
con dolor y con ganas de no salir a ningún lado. Entre las desveladas y las
cogidas que traíamos, estábamos muy agotadas. Dormimos como hasta las 3 de la
tarde y el hambre, nos despertó. Nos bañamos y vestimos coquetamente para ir al
restaurante que nos habían invitado el domingo Carlos y Ricardo. Jannete se
puso un conjunto de mezclilla con falda y una chaquetita, con una blusa blanca
de algodón, enatallada. La falda era corta y mostraba generosamente las largas
y bellas piernas que tiene. Por mi parte, me puse un pantalón de mezclilla
entallado y a la cintura y con campana, una blusa ajustada azul cielo,
pantimedias y zapatillas abiertas de tacón bajo.
Comimos bien. Pedimos café y empezamos a platicar las
experiencias que habíamos realizado en estos días, ya que al día siguiente
regresábamos por la tarde al DF. De pronto el mesero llegó con unas copas de
licor, enviadas por un caballero que esperaba le permitieramos conocernos.
Accedimos a ello, y llegó un hombre de unos 45 a 50 años,
bien vestido, con agradable cara, cuerpo robusto, mediana estatura y blanco. Se
presentó ante nosotras. Dijo que era Roberto y que estaba en la ciudad por
cuestiones de trabajo, pero que al vernos tan bellas y atractivas quería
acompañarnos un rato.
Se sentó en nuestra mesa y pidió un coñac para el. Su
conversación resultó agradable y ligera. De pronto le pregunté que opinión
tenía de la bisexualidad, a lo que me contestó muy liberalmente que el era así.
Y luego le dije que haría si le dijéramos que nosotras éramos travestis. Las
invitaría a coger, me respondió. Le reviré y le dije qué que esperábamos para
hacerlo. Pregunto donde nos gustaría ir. Le contestó entonces Jannete que a su
cuarto en el hotel.
Salimos y nos dijo que fuéramos a su hotel. Abrió su
habitación, y se quitó la ropa y nos pidió que hiciéramos lo mismo. Entonces se
hincó y se puso a mamarle la verga a Jannete, hasta que se vació en su boca.
Luego me pidió a mi que le permitiera chupar mi pito, a lo cual accedí. Después
pidió que lo penetrara Jannete y yo me puse al frente y me volvió a mamar la
verga. Invertimos la posición, para que yo me lo cogiera y le mamara el miembro
a Jannete. Asi estuvo el encuentro.
Al dejar a Roberto le dije a Jannete que necesitaba una
buena verga en mi colita y ella me contestó que también quería eso. Regresamos
al hotel.
En el elevador nos encontramos al botones. Le preguntamos
que si tenía tiempo de mostrarnos en el cuarto algunas cosas, y contestó que
si.
A llegar a la habitación, de inmediato le bajé el pantalón y
busqué su miembro, el cual ya tenía bien parado. Me lo metí a la boca y le di
una rica mamada. Antes de que eyaculara, Jannete ya tenía la cola lista para
que se la metiera, a lo que el botones procedió de inmediato.
Tenía una verga normal, pero en esos momentos era lo mejor
que podíamos tener. Después de clavarse a Jannete, le pedí que lo hiciera
conmigo, lo que hizo deliciosamente, previo dedeo de sus manotas en mi hoyito.
Uno de sus dedos parecía un pequeño pito y eso me excitó, lubricó y preparó
para la rica cogida que recibí del el.
Al terminar conmigo, dijo que debía seguir trabajando y que
si estábamos disponibles al día siguiente, podría seguir dándonos satisfacción,
y se fue. Al quedarnos solas, se me antojó un 69 con Jannete, el cual hicimos.
Después me penetró y yo a ella. Finalmente nos dormimos.
Jueves de regreso.
Despertamos tarde de nuevo. Empezamos a preparar el viaje de
regreso. Ello significaba ya regresar de niños. Hicimos las maletas. Fuimos a
comer por último día al restaurante de niñas. Regresamos a la habitación.
Tocaron a la puerta y era el botones, que dijo que regresaba a terminar lo que
faltaba del día anterior. Le dimos una buena mamada, las gracias y cerramos. Ya
estábamos en otra sintonía.
Bajamos a la recepción, pagamos la cuenta. El botones subió
las maletas al auto, y nos dijo que éramos lo máximo que se había cogido en su
vida. Nos deseó suerte y salimos rumbo al aeropuerto.
Documentamos nuestras maletas, llegamos al DF y regresamos
al departamento de Jannete. Ahi comprendimos que eramos una para la otra. Nos
fundimos en un largo y apasionado beso, luego hicimos un delicioso 69, para
finalmente penetrarnos mutuamente y vivir con gran intensidad nuestro
lesbianismo.
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