AUTORA: SANDRA LIZALDI |
Esa mañana había ido de compras, me sentía un poco triste y
un par de zapatillas siempre me alegran el día así que me dirigí hacía un
centro comercial a realizar mi búsqueda.
Después de dar vueltas por la plaza, ver vidrieras y
aparadores me decidí por un par azul con un tacón de quince centímetros y una
plataforma de cinco.
Salí de la tienda muy feliz con mi compra cuando una idea
comenzó a darme vueltas por la cabeza. Necesitaba un atuendo para los zapatos,
así que decidí dedicarme a buscar algo acorde a la situación. Encontré un
coordinado morado que me enloqueció así que sin pensarlo lo adquirí, bra de
media copa con push up para resaltar el busto y una tanguita de hilo deliciosa,
el siguiente objetivo, algún vestido o minifalda, recordé que había visto un
vestido dos tiendas más adelante así que esa fue la siguiente parada, en
efecto, era un vestido azul casi del tono de los zapatos, muy corto y
entallado. Lo miré durante algunos segundos imaginándome con el puesto, por lo
que sin más reparo lo pedí, pagué y salí con todo el atuendo listo para ser
estrenado, así que regresé lo más pronto que pude a la Sandicueva y comencé a
preparar todo.
Estaba terminando de probarme la ropa cuando recibí un
mensaje de texto, era un chico que había conocido en una de mis tantas sesiones
de fotos por twitter.
Aquí he de agregar que de todos los seguidores que tengo
interactúo realmente con muy pocos, no sé si les dé pena hablar, solo les gusta
mirarme o me siguen por engrosar sus números, el chiste es que de los más de
dos mil seguidores con pocos tengo lo que se puede llamar una relación y con
muchos menos tengo algo más sexual y personal, como cibersexo o intercambio de
fotos muy subidas de tono, que además he de mencionar son los más guapos y
mejor dotados de todo mi time line, soy bastante selectiva en lo que hago,
mucho más si es para mí deleite y placeres onanistas.
Uno de ellos en particular, llamémosle M, además de ser muy
simpático, caballeroso, atento y muy guapo, tiene un caramelo de por lo menos
dieciocho centímetros, con él en particular había agarrado un ritmo de vernos
casi a diario por cam y platicábamos, en ocasiones solo charlábamos de cómo
había transcurrido la jornada, incluso el día que terminó con su novia me
platicó y pudo desahogarse, teníamos algo especial por llamarle de alguna
manera, pero todo había sido únicamente virtual; hasta esa tarde.
Como les decía; estaba terminando de quitar las etiquetas de
la ropa cuando recibí un msg, era M, me decía que iba a estar un par de días en
la ciudad y que le gustaría verme ese mismo día por la tarde noche, me invitaba
a cenar y a beber algo. No negaré que me puse un poco nerviosa sin embargo le
respondí con un sí casi de inmediato, que me dijera a qué hora le parecía mejor
y en que hotel se estaba hospedando, casi de inmediato recibí su respuesta,
decía: Hotel V habitación 1307, solo pide la llave en la recepción.
Miré el reloj, aún era temprano y tenía bastante tiempo así
que guardé todo lo recién adquirido en mi maleta junto con todos los implementos
necesarios y salí de la Sandicueva hacía el hotel.
Al entrar a la habitación quedé más que sorprendida, era una
suite enorme, con jacuzzi y equipo de sonido, pero lo que llamó poderosamente
mi atención fue un tubo en el centro de la habitación, completamente alfombrada
con un delicado tono azul y espejos por todos lados, en verdad un lugar
espectacular.
Sobre la cama había una bolsa y una nota.
“Sandy, te dejo este obsequio me gustaría verte ataviada con
él, espero te agrade. Besos ”.
Yo me quedé más que sorprendida, esperaba lo de la
habitación más no lo del atuendo.
Saqué todo de la bolsa, era un delicado coordinado azul muy
clarito de encaje, tobimedias blancas con un holán rosa en el borde, una falda
de cuadros bastante breve y una blusa de manga corta un tanto transparente.
También había unos zapatos negros de charol con plataforma bastante altos, y
una peluca peinada con una par de colitas, sin duda quería verme de colegiala.
Saque mis cosas de la maleta, los acomodé todo sobre la cama
y los miré detalladamente. Al final decidí probarme el atuendo de colegiala por
lo que me desnudé a prisa, moría de ganas de verme así vestida.
Todo lucía perfecto salvo mis piernas, si quería usar ese
atuendo tendría que depilármelas lo que le agregaría como una hora al de por sí
tardado ritual de traer a Sandy pero aun había tiempo suficiente.
El cuarto de baño era un cubo de cristal amplio y con un
muro divisorio en el centro, la regadera contaba con espejo en el techo, una
especie de banca y vista directa a la enorme pantalla empotrada en uno de los
muros, un lugar bastante divertido e interesante debido al ángulo y facilidades
en su interior
Sin demora me metí en la regadera y casi de inmediato el
lugar se llenó de vapor lo que facilitó el remover las vellosidades del cuerpo
y el aseo e general; algunos minutos después me encontraba junto a la cama.
Miré ambos atuendos nuevamente e instintivamente elegí el que recién había
adquirido y comencé a vestirme, cuando estaba por comenzar a maquillarme sonó
el teléfono de la habitación. Era él, quería saber cómo iba a lo que contesté
que aun necesitaba tiempo, pero que no se preocupara que cuando estuviera lista
le avisaría, sin decir más me dijo – Ok, toma tu tiempo mi amor, estoy en la
habitación quince cero cinco, y colgó.
Me apuré lo más que pude para estar lista antes de tiempo y
sorprenderlo llegando por él hasta su puerta.
Una vez completada la transformación me miré en el espejo,
sé que está muy mal que yo lo diga pero me veía espectacular, sumamente sexy y
hermosa así que decidí salir de ahí e irme a verle.
Caminé sumamente nerviosa hasta el ascensor, esta era la
primera vez que salía de una habitación así vestida, y esa sensación me
excitaba.
El ascensor no llegó vacío, una pareja venía dentro y se les
notaba sumamente excitados ya que ella tenía la blusa abierta y ambos senos de
fuera, él los chupaba y mordisqueaba. Al veme entrar ella me sonrío y él me
miró, pero no dejaron de acariciarse, podía sentir como ambos me miraban enterita
y eso me encantó.
Dos pisos más arriba se abrieron las puertas y me dispuse a
salir cuando ella me dijo casi en un susurro, habitación diecisiete cero dos,
por si te animas.
Me detuve y me volteé para verles y antes de poder responder
las puertas se cerraron y el ascensor continuó su marcha y yo, con mi camino,
ya quería ver la cara que pondría M al verme. Llegué a la puerta y mi corazón
no dejaba de latir intensamente, jamás me había sentido tan nerviosa en toda mi
vida así que antes de tocar respire larga y profundamente en un par de
ocasiones.
Toqué en su puerta y algunos segundos después ahí estaba él;
traía un traje negro con camisa rosa sin corbata, en verdad se veía muy guapo y
era un poco más alto de lo que imaginaba, cosa que me agradó.
Pasa, no te esperaba, aun. – me dijo.
Lo sé, quise sorprenderte – respondí mientras entraba en su
habitación.
¿Te ofrezco algo de beber? – Se apresuró a preguntar.
Agua esté bien, tengo un poco de sed.
Sin decir palabra caminó hacía el frigobar, sirvió un vaso
con agua, otro con whisky y regresó hacia mí.
Aquí tienes hermosa – dijo mientras me daba el vaso con
agua.
Gracias cariño – respondí y le guiñé el ojo de manera
coqueta.
Déjame mirarte – me dijo mientras daba unos pasos alejándose
de mi – Estas hermosa – agregó.
Yo me limité a sonreír, esperaba no notara el rubor que me
invadió en ese momento, me agradaba que me alagaran de esa manera, y más un
chico tan guapo como M.
¿Cuál es el plan? – Pregunté.
Pues mi idea es cenar algo, beber unos tragos, platicar y
después divertirnos un poco. ¿No te gustó mi obsequio?
Claro que me gustó, me encantó, está increíble de hecho,
solo que tengo otros planes para ese atuendo y es una sorpresa para ti.
Me miró, sonrió y sin más me cogió por la cintura, me atrajo
hacia él y me besó apasionadamente, beso que respondí con la misma intensidad
de como lo recibí. Mientras nos besábamos pude sentir como su mano descendía
poco a poco hasta llegar a mis nalgas, manoseándolas, estrujándolas. Eso me
ponía bastante a tono por lo que respondí sobando por encima del pantalón su
delicioso caramelo.
Así estuvimos varios minutos, yo podía sentir la firmeza de
su miembro, que pedía ansioso ser liberado de su prisión de tela, para ese
momento yo ya tenía el vestido en la cintura y M masajeaba mis nalgas y rozaba
con sus dedos mi culito como intentando meter un dedo pero sin hacerlo.
De súbito me tomo entre sus brazos y me sentó en la cama
quedándome el caramelo a la altura idónea para comenzar a comérmelo.
Sin prisas le desabroché el cinturón, el pantalón y al bajar
el cierre sus pantalones cayeron al suelo. La excitación era tal que la
erección levantaba una montaña enorme en aquel bóxer negro, por más que la tela
se esforzaba no lograba contener aquella monumental erección.
Con ambas manos baje el bóxer y su miembro saltó ante mis
ojos, una gota de lubricante escurría por la punta del glande ya de por sí
húmedo por la lubricación previa. Él me tenía cogida por la cabeza, acercándome
su caramelo a los labios; instintivamente abrí la boca y comencé a chupar aquel
miembro duro y delicioso, recorriéndolo con mi lengua de la base hasta la
punta.
Mientras chupaba su delicioso caramelo acariciaba sus
testículos perfectamente depilados, la textura de su piel me ponía más caliente
y me hacía desear probar su leche lo más pronto posible.
Así estuvimos varios minutos, yo recibiendo los embates de
su miembro en mi garganta y él recibiendo las caricias que le brindaban mi
lengua y labios cuando sentí como comenzaba a correrse en mi boca.
Sentí como lanzaba chorros de leche tibia, mientras yo
tragaba lo más a prisa que podía; no quería derramar una sola gota de tan
delicioso elixir. Seguí chupando hasta que se fue poniendo flácido entre los
labios, yo deseaba seguir mamando tan delicioso miembro pero M retiraba mi
cabeza jalándome del cabello.
Para hermosa que volverás a levantarla, y no es que no
quiera continuar recibiendo tus caricias pero eso me obligaría a cogerte y eso
estropearía los planes, tenemos que irnos – me dijo mientras se subía el bóxer,
el pantalón y se acomodaba la camisa.
Instintivamente alcé la mirada hacia el espejo, el
maquillaje requería de mi atención y aquel bocadillo me había abierto el
apetito así que me levanté de la cama y acomodé mi vestido mientras caminaba
hacia el tocador para re pintarme los labios y un poco los ojos
Espero que te guste la comida italiana, tengo reservaciones
en el lugar de un amigo y tú eres la invitada especial – me dijo.
Por el espejo podía ver como no dejaba de mirarme las
nalgas, y por el bulto que se apreciaba en el pantalón sabía que le agradaba lo
que veía por lo que me incliné un poco levantando el culo para que apreciara lo
que sería su postre.
Unos minutos después nos dirigíamos al ascensor, yo estaba
excitadísima por la situación, era la primera vez que saldría literalmente con
un chico, pero lo que más nerviosa me tenía era el hecho de salir vestida de
chica a la calle por lo que el camino por ese estrecho pasillo me pareció más
largo de lo que lo recordaba, además de que temblaba un poco, las manos me
sudaban. M se dio cuenta de inmediato por lo que me abrazó por la cintura y me
susurró al oído – Tranquila, todo saldrá bien, lo prometo. Vienes conmigo. Y al
terminar de decir esto con la mano que tenía libre me cogió el mentón y culminó
todo con un beso.
Cuando me di cuenta la puerta del ascensor se abría y un
inmenso espejo se revelaba ante nosotros. La imagen que devolvió me tranquilizó
de inmediato, nos veíamos muy bien juntos y lo más importante, yo era una
hermosa mujer que saldría a cenar con un chico muy guapo y estaba segura de que
nadie podría saber mi verdadera personalidad.
Los dos o tres minutos que duró el viaje dentro del ascensor
nos regalamos besos y caricias por encima de la ropa, lo que me recordó de
inmediato a la pareja que hacía unos minutos se acariciaba en este mismo cubo
de acero y espejos; estuve a punto de decirle que no fuéramos a cenar y que nos
dirigiéramos a mi habitación cuando la puerta se abrió en el estacionamiento, M
salió y me cogió de la mano llevándome. Caminamos abrazados hasta llegar a un
hermoso A6 blanco descapotable, en verdad M sabía cómo tener a una chica
interesada en él, abrió la puerta del copiloto, entré y en unos segundos
entraba él por la otra puerta.
Regresaremos pronto, tu tranquila – me dijo mientras ponía
en marcha el auto – además, luces hermosa.
Y tras decir eso, partimos rumbo al restaurant a pasar una
cena encantadora y un rato muy divertido y cachondo; pero eso se los contaré en
otra ocasión, no quiero aburrirlos extendiéndome de más, y sobre todo, me da
oportunidad de contar de nuevo con su atención.
Por lo pronto les dejo muchos besos. ¡Muack! Bye.
Muy lindo relato me encanto y me puso muy cachonda yo tambien soy cd me llamo rosa espero la segunda parte besos guapa
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