viernes, 10 de mayo de 2013

Cd a La Fuerza

AUTORA: JENNY



Tenía 19 años. Quería ser hetero, y había tenido un episodio con una chica. Por "episodio" quiero decir que estuve con ella y no logré tener una erección, y ella me dijo que era un maricón y casi me pegó. Tras este hermoso "episodio", decidí probar algo diferente, y me fui a un cine porno, con una camiseta negra y un vaquero algo ajustado. Quería saber si resultaba atractivo para los hombres. En fin, que estaba hecho un lío. Llevaba media hora en ese cine y bueno, ponían una película porno. Lo típico. Salí a fumar (antes, se podía fumar dentro del cine aunque fuera de la sala) y me encontré con Armando, el vecino del primero, un tipo de unos sesenta años con pinta de obseso. Sonrió al verme y me habló al oído. Yo, al ver a alguien conocido, ya me había acojonado del todo. Me dijo "tus padres saben que eres una maricona?" y fue decirme esto y se me heló la sangre. Quedé como un autómata a su merced. Me dijo que me fuera con él y salí detrás, sin pensármelo.

Cuando llegamos a su casa vi que estaba divorciado. Decía a todos los vecinos que su mujer estaba de viaje, pero es evidente que se había marchado.
-Tienes la talla de mi mujer. Va a ser perfecto - dijo sonriendo.

Me llevó a su dormitorio y sacó del armario unas medias con liga incorporada, unas braguitas y un top, todo negro. Los puso sobre la cama y me dijo "Ponte esto y sal al comedor. No discutas o te cruzo la cara".

No lo pensé. No tenía opción y el miedo me atenazaba tanto que no me dejaba ni hablar. Me desnudé y dejé mi ropa en una silla. Me puse las braguitas, las medias y el top. Me miré en el espejo antes de salir. La sensación fue rara. Por un lado humillación. Me sentía totalmente ridículo así vestido. Por otro, me fijé en que las braguitas me hacían muy buen culo. Un bonito culo de chica. No tengo vello y estoy un poco gordito, así que mi trasero es bastante femenino. Yo nunca lo había pensado claro, pero con aquellas braguitas parecía realmente sexy. También mis piernas parecían muy de chica con aquellas medias.

Salí al comedor y le vi sentado en el sofá, con una cerveza.

- Que guapa. Así vestida ya no te voy a llamar por tu nombre de chico, no quedaría bien. Te llamaré Jenny. Bien Jenny, ven y siéntate a mi lado.

Me senté, mirando al suelo. Pensaba que allí terminaría todo, que con aquello tendría suficiente. No podía equivocarme más.

Pasó su mano por mis muslos y me dijo "Que buena estas, gordita", y por un lado eso me halagó, pero el tipo no me gustaba, había algo en él desagradable que no podía definir.

Me preguntó si tenía experiencia y le dije que no, y soltó una carcajada y dijo "JOder, como me voy a divertir contigo"

Se levantó y cerró todas las ventanas de la casa, echando las persianas. Luego, ya de pie, me dijo que me levantara y me acercara a él. Yo llegué temblando hasta donde estaba y, con todas las fuerzas que tenía le dije "Quiero irme a mi casa.". Respondió dándome un bofetón que resonó por toda la habitación. A mis 19 años era la primera vez que me daban un tortazo. Me cayó una lágrima, más por la humillación que por el dolor. Se rió y se acercó a mí. Sobó mis nalgas, mi pecho, mordisqueó mis hombros y mi cuello y se restregó contra mi cuerpo. Me puso de rodillas a la fuerza y sacó su miembro. La primera polla que veía en mi vida. Estaba ya empalmado y tenía una polla enorme. Bueno, no era enorme, es solo que la mía no llega a 10 cm. Una ridiculez vamos. Y claro, la suya, de unos 17, me pareció gigantesca. Me hizo chupársela y correspondí como pude, pero enseguida me la metió hasta la garganta, y tuve que sacarla para dar una arcada. Se rió y me dio otro tortazo, y yo le pedí perdón.


Luego lo pensé y me sentí aún más humillada. Aquel cerdo me estaba follando la boca hasta provocarme arcadas, y me daba un bofetón y yo le pedía perdón? Pero lo hice, y volvió a metérmela en la boca, cogiéndome la cabeza con las manos, y hasta el fondo, y di mas arcadas, y noté como se me revolvía el estómago, pero él se reía. Llegado un momento se bajó los pantalones. Me hizo ir a su habitación. Nunca olvidaré la cama con barrotes, antigua y cutre que tenía. Se puso un condón y volvió a hacerme chupársela. Ahora con condón la sensación era todavía más desagradable, pero eso no le distrajo. Siguió metiéndomela hasta el fondo. Yo abría los ojos y le miraba suplicando, y me caían lágrimas del esfuerzo de tragarla entera.

Por fin me hizo ponerme de pie. Volvió a sobarme y a besuquearme hasta que me dio un empujón y me tiró sobre la cama. Caí boca abajo y noté que se subía encima de mí. Me agarré a los barrotes y noté como entraba. Mi primer polvo, mi primera enculada, en un ambiente tan romántico. Chillé de dolor pero él me empujó la cabeza contra la almohada. Salió algo parecido a un mugido. Me cabalgaba brutalmente mientras yo notaba que me abría cada vez más. Le oí decirme al oído "Qué buena estás, maricona", y seguir empujando mientras yo mordía la almohada tan fuerte que la llené de saliva, y agarraba los barrotes con todas mis fuerzas.

Terminó corriéndose en mi ano y me dejó ahí, en la cama, tirada como un trapo mientras se iba al baño y luego a ver la tele con una cerveza.

Me quedé ahí sin saber qué hacer. Me dolía el culo una barbaridad, y pasado un rato me levanté. Me subí las braguitas y me puse de pie. Salí al comedor. Andaba con las piernas separadas, como un vaquero.

Mi vecino bebía su cerveza y veía algo en la televisión. Se levantó y me dijo que le siguiera. Llegamos a la cocina y me puso un delantal rosa. La cocina era un auténtico desastre. Platos sucios, todo desordenado. Me dijo al oído "Se buena chica y límpialo todo". Le miré con odio y me dio otro tortazo. Se rió y me dijo "Estás sorda, guapa?". Bajé la cabeza y me puse a fregar.

Estuve dos malditas horas hasta que la cocina quedó perfecta. Entonces entró y sonrió. Me dijo "Lo has dejado todo muy bien guapa, estas hecha toda una mujercita."

Recordé a mi madre, siempre de ama de casa para mi padre, y odié a ese tío todavía más. Entonces me llevó al comedor, y mientras veía una película sentado en el sillón me hizo volver a mamársela. Tenía ganas de matarle pero sabía que no tenía salida así que se la chupé, lo mejor que pude, recordando a las películas porno que había visto, y pocos minutos después estaba empalmado de nuevo. Volvió a empujarme la cabeza y a metérmela otra vez hasta el fondo, mientras seguía viendo su película sin hacerme ni puto caso. Recuerdo que era "Superdetective en Hollywood", una película bastante tonta de Eddie Murphy. Recordé haberla visto con mis amigos, cuando aún era un chico, cuando aún era varonil, más o menos, antes de convertirme en Jenny, una vulgar chupapollas, y me sentí mucho más humillada aún.

Luego dijo la frase que dicen los hombres. "Sigue chupando que yo te aviso". Maldito cabrón, no me avisó. De pronto noté un líquido caliente entrando en mi garganta, y el muy cerdo sujetó mi cabeza hasta que lo soltó todo. Nada que hacer, se aseguró de que me lo tragaba. Cuando me soltó me tiré al  suelo tratando de escupir pero fue inútil. Aquel sabor se me quedó grabado durante días. Me miró, de rodillas como estaba, y me escupió en la cara. Noté el salivazo en mi frente, cayendo entre mis ojos por mi nariz. Era imposible estar más a merced de alguien.

Sonrió y me dijo "Muy bien Jenny. Puedes irte. Mañana vente a las cinco de la tarde. No tardes o me enfadaré"

Si alguien está interesado en saber lo que pasó al día siguiente, que deje un mensaje.

6 comentarios:

  1. oye , que hiciste, segiroque lo denunciaste

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  2. Casi igual me pasó con un tipo que conocí en una fiesta. Resulta que despues de unos tragos se me da por mirar a los hombres, supongo que con mas interes de lo debido. Asi que el tipo me abordó y de una vez me pidio mi culito, era tan dominante que no tuve fuerza para negarme. Me llevó a su casa y me dio verga sin contemplación. No he podido olvidar a ese asqueroso. jajajaj

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  3. QUE PASO CUENTA ME GUSTO TU SUMISIÓN

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  4. Hola. En el fondo me gustaria que me pasara a mi, y lucirme ante un hombre. Sentirme deseada. Dejarme hacer lo que el quisiera y entregarme a el. Ser su mujercita. Me llamo merche.

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