jueves, 24 de agosto de 2023

Con mi compañero de piso

 

AUTORA: Sary CD

 

Hola a todos :"))

Como mi anterior relato parece que ha gustado he decido escribir otro contándoles como fue mi segunda experiencia como Sara, esta vez si con el chico que me tenía loca.

     Antes de eso, decirles que por algunos problemas serios tuve que deshacerem de todo mi material como CD hará cosa de un año y no puedo comprar más, así que si hay alguien que quiera colaborar de alguna forma, mandándome ropita, maquillaje, pelucas o simplemente les ha gustado el relato, no duden es escribirme a SaryCD22@gmail.com . Les leo con ganas se lo aseguro!!!

     Ahora ya les dejo el relato. (Nota: Recomendable haber leído el anterior)

     Había sido una semana de escándalo para mal.

     Habían sido los exámenes finales en la universidad y tanto mi compañero de piso (Pedro) como yo estábamos reventados.

     Se dió la casualidad de que los dos acabábamos los exámenes el mismo día, y como a mi me habían invitado a salir de fiesta esa noche a celebrarlo, le sugerí que se viniese conmigo a salir a tope.

 

 

-No puedo, aunque me encantaría.- Me contestó, socarrón. -He quedado esta noche con Eva, y no creo que duerma aquí jeje.

     Eva era su novia. Llevaban como dos años saliendo y yo la odiaba con cada fibra de mi ser. Aparte de celos por tener ella a Pedro para si misma, ella no lo trataba bien, y eran más las veces que había visto a Pedro hecho polvo por su culpa que siendo feliz con ella. Pero como él me había prohibido hablar del tema una vez que quise comentárselo, y lo único que yo quería en esta vida era complacerle, solo contesté:

- Bueno, que lo pases bien tio. Me hacía ilusión que te vinieses.

- No te preocupes, que a la próxima me apunto.

     Despúes de comer Pedro se fue de casa a ver a Eva y yo aproveché para dormir todo lo que no había dormido en exámenes. Tras una siesta de tres horas me levanté como si me hubiesen dado una paliza, pero descansada.

     Como estaba sola en el piso aproveché para darme una ducha relajante con bastante agua caliente. Me había depilado hacía muy poco, así que no tenía ni un pelito por todo mi cuerpo y mi piel estaba suave suave, deseando ser acariciada por un hombre, por el hombre que sabía que era para mi y al que la vida me había negado, por Pedro.

     Con estos pensamientos en la cabeza, no pude evitar empezar a acariciar el agujerito de mi culo pensando en Pedro. Me metí uno, despacio, imaginando que era el dedo de Pedro el que se abría paso a mi interior.

     En eso estaba cuando escuché un portazo, unos sollozos y acto seguido un silencio absoluto.

     Paré la ducha, me envolví lo mejor que pude en una toalla y acerqué el oido a la puerta del baño.

     Se escuchaban unos sollozos entrecortados y maldiciones por lo bajo. Muchos eran tacos dichos con mucho odio. Recuerdo que las palabras "Guarra", y "Zorra de mierda" se repetían bastante, y lo que más me chocó fue que fuese la voz de Pedro la que als pronunciase, ya que él no solía hablar mal de nadie, y mucho menos en esos términos.

     Salí del baño, me dirigí a su cuarto, que es donde provenían los sollozos y me asomé.

     Sentado en la cama estaba Pedro, las manos en la cara, y no paraba de llorar.

-¡Pedro!- Exclamé.-¿Qué te ha pasado? ¿Por qué estás así?

- Eva me ha dejado.- Me soltó, sollozante.- Me ha dejado por un guaperas. Me ha dicho que estaba conmigo solo porque le pagaba las copas y los caprichos pero que ya estaba harta de mi, que soy un pesado y un mierdas. Que me vaya a tomar por culo básicamente.

     Yo no podía creer lo que oía, y sin saber muy bien que hacer, me senté junto a él, le abracé por los hombros y le dejé que llorase sobre mi cuello todo lo que él quisiese.

     Estaba yo pensando en qué podía decirle, en que podía hacer para intentar consolarlo un poco cuando me dijo:

-Hueles como Eva.

     Si ya antes no sabía que hacer, ahora estaba atónita completamente. Ese comentaria me había dejado sin palabras directamente.

-Sabes que yo siempre he respetado tu gusto por maquillarte y vestirte de mujer.- Siguió diciendo. Ahora si que ya no sabía que esperarme del todo.- Y, por una vez, ¿Podrías vestirte para mi? Por favor, es que hueles como ella.

     Había una mirada suplicante en sus ojos, y, yo no podía negarlo, llevaba desde que vivía con él deseando y fantaseando con que me lo pidiera, así que simplemente asentí con la cabeza, avisé a mis amigos de que no podría salir esa noche porque Pedro había cortado con novia y necesitaba apoyo, y me dirigí a mi cuarto a prepararme, a intentar estar a la altura de lo que mi hombre se merecía.

     Estaba sorprendentemente tranquila en ese momento. Sabía que tenía que hacerlo bien no por mi, sino por él, así que no dude ni un instante. Me dirigí hacia el armario a elegir mi outfit, y me decanté por una minifalda de cuero negra, unas medias negras también, una camisa blanca suelta de manga larga, tanga negro de encaje y sujetador a juego, además, elegí unos pendientes de aro bien grandes y mi peluca morena que nunca fallaba.

     Después de vestirme empecé con el maquillaje. Primero base de mi color, luego sombra de ojos negra, algo ahumada y haciendo un degradado de fuera hacia dentro para darle volumen a mis ojos, lapiz de ojos negro para remarcarlos, colorete rosa claro y pintalabios rosa no demasiado chillón, sino discreto como pensé que a él le gustaría.

     Cuando acabé me dirigí a su habitación, donde me estaba esperando con el móvil en la mano, sentada en la cama en el mismo lugar donde yo lo había dejado.

- Estás preciosa.-Me dijo, a lo que yo sonreí, coqueta y feliz de gustarle.

-Déjame que te haga algunas fotos.

     Yo no podía negarle nada, así que me empecé a poner en posiciones lo más sexys posibles mientras que él daba vueltas a mi alrededor, tomándome fotos.

-Si,si, esta es mi chica. Esta es mi Sara.- No paraba de repetir. Yo estaba en una nube.

     Hubo un momento en que se me acercó y, sin avisarme, acercó sus labios a los míos, y su lengua, juguetona, intentó abrirse paso hasta mi boca.

     No me podía creer que aquello estuviese pasando. Pedro me estaba besando como yo había soñado tantas y tantas veces. No dispuesta a dejarle ir, le aprisioné coon mis brazos rodeando su cuello y lancé mi lengua contra la suya. Nos besábamos apasionadamente, como nunca había besado a nadie. Eran las nuestras dos bocas hambrientas del otro, de su saliva, de su lengua, de su piel. 

     Me mordió los labios con fuerza en nuestro beso, noté sus manos moverse de mi cintura y empujarme los hombros hacia abajo. Me quería de rodillas delante de él y los dos sabíamos para qué.

     El bulto de su pantalon prometía un tesoro aprisionado. Me lancé con un ansia furiosa a desabrocharle el pantalon y a bajarle los calzoncillos. Estaba hambrienta, quería complacerle, quería hacerle entender que yo siempre había estado ahí para él, esperando.

     Su polla saltó como un resorte al ser liberada. Era normalita, de unos 17 cm y no demasiado gruesa, pero era de Pedro y esa era lo único importante.

     Empecé a masturbarlo mientras le lamía los huevos. Le notaba temblar a través de la lengua y sentía más que oía sus gemidos. Con gentileza, pero confirmeza al mismo tiempo, me cogió la cabeza y me dirigió la polla a la boca, y no dudé en abrir mis labios y dejar que entrase por completo dentro de mi boca.

     Que sabor, que regalo. Estaba extasiada. Movía la cabeza de arriba a abajo dejando que mis labios recorriesen por completo la polla de Pedro. Intentaba tragarmela entera solo para después lamer su punta con el borde mis labios pintados de rosa.

     Pero no era suficiente, yo lo quería todo de él. No me valía con el líquido preseminal que le daba sabor, yo quería beberle entero, quería su leche en mi boca, saborear su esencia de hombre, así que empecé a moverme más rápido y apreté un poco más mis labios en torno a su polla.

     Mi cabeza subía y bajaba mientras él no paraba de gemir y de retorcerse de placer, hasta que, de repente, me sujetó de nuevo la cabeza, me la empujé hasta que tuve su polla entera en la garganta, y empecé a sentir como un líquido caliente, salado y espeso salía de su polla y me llenaba la boca y la garganta. Que feliz era.

     Por supuesto me lo tragué todo, quería que se sintiese orgulloso de mi, así que no dejé que se escurriese ni una gota, y seguí chupando un rao después de que se corriese para dejarsela completamente limpia.

     Había satisfecho a mi hombre, pero yo aún tenía hambre, y la noche solo acababa de empezar.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario