domingo, 18 de junio de 2023

La Playa 1

AUTORA: Sandra Lizaldi

 

 

Después del encuentro con mi vecino pasé algunas semanas ocupada en mi proyecto de fotografía así que no tuve mucho tiempo para pensar en chicos, aventuras o diversión en general y una vez que terminé con mis compromisos laborales decidí darme unas vacaciones así que hice una maleta pequeña, pedí un auto y me dirigí al aeropuerto de la ciudad, iba a tomar el primer vuelo que encontrara hacía cualquier destino nacional, una semana fuera de mi ambiente me sentaría de maravilla.

Llegué al aeropuerto y para mi buena fortuna un vuelo hacía Vallarta salía en los próximos minutos y como no llevaba nada que necesitara documentar me dirigí hacia la sala de abordaje, no sin antes pasar por un café, odio leer sin tener algo para beber.

El viaje no tuvo mayores complicaciones, salvo un pequeño detalle; tanto en la fila del café como a bordo del avión había un chico a mi parecer muy guapo, joven, delgado, poco más alto que yo y con una sonrisa encantadora.

 

 

Llegando a Vallarta tomé un taxi para que me llevara a algún lugar lindo para poder instalarme, el chofer, que era un sujeto simpático me sugirió ir a unas cabañas en una playa no muy conocida, durante el viaje no dejó de mirarme por el retrovisor y de hacerme comentarios morbosos, además de agarrarse el paquete cada que podía.

Algo que no les había mencionado es que apenas me bajé del avión corrí al baño del aeropuerto para transformarme, necesitaba quitarme esa ropa incomoda que habitualmente uso y ponerme una lencería de encaje, una minifalda blanca, y un top rosa con decorados blancos, gafas oscuras, sandalias rosas con un pequeño tacón y como toque final un labial rojo bastante intenso, el llevar las gafas me ahorraba las horas de maquillaje, así abordé el taxi.

Después de un rato de conducir por una carretera llegamos a una vereda por la que descendimos hasta llegar a una reja.

-Es aquí señorita – dijo el taxista mientras volteaba la cabeza para mirarme, esta vez sin ningún disimulo clavó su mirada en mis muslos – ¿Quiere que vea si tienen algún lugar disponible?
-Si muchas gracias, ¡Qué amable es usted! – respondí.

El taxista descendió del auto y caminó hacia la reja, ahí jaló una cadena. He de confesar que durante el viaje la idea de coger con el taxista cada vez me excitaba más, como les comenté era un sujeto simpático, alto y fornido además de muy varonil, y por lo visto, bastante morboso así que dejaría que las cosas surgieran espontáneamente.

Unos instantes después un joven abrió la puerta, no podía escuchar lo que decían pero el joven en la puerta indicó que sí con la cabeza, cerró la puerta peatonal y comenzó a abrir el portón, el taxista regresó al auto con una gran sonrisa, sobándose la verga por sobre el pantalón y se asomó por la ventanilla.

-Listo señorita, van a abrir para que la lleve hasta su cabaña
-Muchas gracias, es usted muy amable – respondí mientras le regalaba una sonrisa, además de acomodarme sobre el asiento de modo que pudiera verme mejor las piernas.

Abordó el taxi y arrancó casi de inmediato dirigiéndose hacia el interior de la propiedad, era un lugar lleno de árboles frutales; avanzamos algunos metros más y salimos a una playa, efectivamente bastante solitaria y alejada del bullicio de la zona turística cosa que me agradó de inmediato. Continuamos hasta un complejo de varias cabañas, con buena distancia una de la otra, en verdad era un lugar con muy buena privacidad.

-Llegamos señorita.
-Muchas gracias, qué amable es usted ¿Cuánto le debo?
-Deme trescientos
-¿Trescientos? Un poco caro ¿No le parece? ¿Cuántos kilómetros recorrimos?
-¡No señorita! Es lo que cuesta, son treinta kilómetros del aeropuerto, ahora, si usted quiere podría hacerle un descuento.
-¿Ah sí? A ver dígame ¿En qué consiste la promoción? No tengo ningún cupón.
-Desde que se subió me di cuenta que está bien rica y la verdad me gustaría que me diera chance.
-Chance ¿De qué?
-Usté sabe, chance de pues, meterle mano, coger con usted pues. La vi cómo me miraba acá abajo – me dijo mientras se sobaba nuevamente la verga por sobre el pantalón.
-Pues eso depende – le dije – a ver, veamos bien allá abajo, en una esas prefiero pagarle completo.
-Te va a encantar mami, te va a encantar – respondió mientras lentamente bajaba la cremallera del pantalón y sacaba su caramelo de entre la tela – ¿Quieres darle una chupadita?

Cuando vi aquello asomarse del pantalón inmediatamente mi corazón comenzó a bombear al cien y de inmediato me mordí el labio inferior. Era un trozo de carne de cerca de veinte centímetros ligeramente grueso con una cabeza grande y brillosa, una gota de lubricante escurría por la punta, se notaba que llevaba algún tiempo humedeciéndose.

Estaba a punto de estirar la mano para agarrarlo y sentirlo cuando la chica de las villas salía de la oficina con un folder en la mano así que rápidamente mi chofer guardó su caramelo, yo descendí del vehículo y caminé hasta encontrarme con ella; después de un briefing muy breve me entregó la llave de mi habitación al tiempo que le transfería el monto total de mi hospedaje por un par de noches con opción de extender mi estadía el tiempo que yo quisiera, cosa que me pareció maravilloso pues aún no tenía muy claro si solo pasaría el fin de semana o me quedaría algunos días más.

Regresé al vehículo; en esta ocasión me senté en el asiento del copiloto, el taxista arrancó y no perdió tiempo, de inmediato comenzó a acariciarme la pierna desde la rodilla hasta el muslo y cuando subió un poquito más se encontró con mi jaula, misma que apretó gentilmente con la mano y me sonrió.

-Nunca he visto una como esas
-¿No? ¡Me gusta ser la primera que te lo muestra!

Siguió avanzando sin dejar de manosear mi muslo izquierdo, el contacto de su mano estaba consiguiendo excitarme así que sin demorarme más estiré mi mano hasta su cremallera, misma que seguía abajo, el bulto era bastante generoso así que sin mucho problema introduje mi mano y saqué su caramelo de entre la tela, la cabeza seguía goteando y estaba bastante dura. Casi por instinto me incliné y limpié con la lengua la gota que escurría por su glande, tenía un sabor intenso, agradable y sin pensarlo mucho la introduje en mi boca.

El sentir esa palpitante y tibia cabeza en contacto con mi boca un calor me inundó de inmediato así que lo introduje lo más que pude dentro de mi boca y ahí me mantuve un instante disfrutando la sensación de tener ese caramelo llenándome la boca.

El taxista manejó varios minutos, estaba claro que lo hacía para disfrutar de la deliciosa mamada que le estaba propinando, supongo que le provocaba morbo y he de confesar que a mi también me lo provocaba, después de un par de vueltas se detuvo, me tomó gentilmente la cabeza, estaba tan caliente que me dejé guiar por sus manos, el hacía ruidos parecidos a rugidos, no podía dejar de mamar aquel delicioso trozo de carne así que me empeñé en continuar hasta obtener su deliciosa y tibia leche, cuando sentí aquel chorro golpear mi paladar comencé a mover mi lengua en derredor del glande que palpitaba y continuaba arrojando chorros de leche misma que tragué hasta la última gota. Mientras mi chofer se corría gemía haciendo ruidos bastante curiosos y arremolinaba mi cabello, yo seguía chupándolo hasta que comenzó a ablandarse, me incorporé en el asiento y con el dedo pulgar e índice me limpié los labios.

-¿Llegamos? – pregunté
-Si
-Gracias – dije mientras descendía del taxi permitiéndole ver mis nalgas en pleno ya que la falda seguía enrollada en mi cintura ¿Me ayudas con mi maleta?
-Claro – respondió mientras introducía su caramelo de regreso en el pantalón, pero dejó la bragueta abajo.

Caminé hasta la villa y abrí la puerta, una hermosa y enorme cama yacía en el centro envuelta en un tul que servía de mosquitero, había un pequeño mueble en una equina con un espejo y una mesa con una cafetera y un frigobar en el otro extremo.

Estaba ahí parada en el quicio de la puerta admirando la habitación, con las nalgas al aire y mi chofer parado detrás de mí con mi maleta en la mano.

-¿Dónde se la pongo? – me preguntó

Antes de responder y sin voltear a mirarlo sonreí, me puse una mano en cada nalga y comencé a avanzar. – ponla aquí, en la cama – le dije mientras me inclinaba y golpeaba la cama con la mano izquierda. Mientras hacía eso no perdí de vista su entrepierna y pude ver como su caramelo comenzaba a endurecerse de nuevo, entró cerrando la puerta tras de si y avanzó hasta donde estaba yo posando sus manos en mis nalgas, el contacto fue como un latigazo de calor, y sin esperar a que se lo pidiera se puso de rodillas, abrió mis nalgas y comenzó a lamer mi culito, el contacto con su lengua se sentía delicioso, de verdad sabía cómo comerse un culo y lo hacía con maestría, de tanto en tanto me nalgueaba cosa que me prendía aún más y cuando estaba a punto de pedirle que me la metiera se incorporó, escupió sobre su delicioso trozo de carne, que para ese momento estaba duro nuevamente y comenzó a empujarlo en mi culo, metiéndola lentamente, mi culito estaba listo para recibirlo y comenzó a dilatarse lo suficiente para que entrara, y lentamente sentí como entraba su cabeza, ahí se detuvo un momento, su cabeza se sentía deliciosa y después de esa pausa la metió de un solo golpe hasta que sus huevos chocaron con el aro de mi jaula y comenzó a meterla y sacarla a un ritmo cadencioso primero y conforme se iba calentando los embates iban acelerando, era delicioso sentir como entraba y salía aquél fantástico trozo de carne, tenía el tamaño indicado y en verdad sabía cómo usarlo. 

 

En mis nalgas y espalda podía sentir las gotas de sudor que escurrían por su frente, yo misma estaba empapada en sudor tanto por la temperatura ambiental como por la corporal lo que hacía mucho más sencillo que nuestros cuerpos se deslizaran, de momento se salió y sin decirme nada me tomó por la cintura, me volteó arrojándome sobre la cama y puso mis piernas sobre su hombro derecho, así comenzó a follarme de una manera frenética y mientras lo hacía me abrió las piernas tomando cada uno de mis tobillos con sus manos, era una sensación que me tenía flotando y cuando comencé a correrme sacó su verga de mi culito y arrojó un par de chorros de leche sobre mi jaula y mi abdomen.

Inmediatamente se incorporó y tomó una de las toallas para secarse cara y cuerpo, al terminar la arrojó en el cesto de ropa sucia y comenzó reunir su ropa para vestirse, al parecer se fue desnudando en el camino y toda su ropa estaba regada por la habitación, se sentó en una de las sillas y comenzó a vestirse, yo me incorporé y embarré la leche en mi abdomen con la mano, me puse de pie y fui al baño a limpiarme con un poco de papel, después me daría un baño para limpiarme a profundidad, me di la vuelta y miré a mi reciente amante.

-¿Cómo quedamos entonces? – le dije mientras caminaba hacia él terminando de limpiarme.
-Cómo tú quieras mamacita, yo me doy por muy bien pagado, ¿Quieres que venga por ti más tarde para llevarte a conocer el lugar?
-No estaría nada mal, regresa por mi a las ocho y media, necesito ir a cenar a algún lugar.
-Aquí estaré a esa hora mamita – me dijo mientras se ponía de pie y cómo me tenía a distancia me tomó por la cintura, me jaló hacia él y me dio un enorme beso en la boca mientras me apretaba una nalga, por supuesto le respondí el beso y me dejé manosear el culo una vez más, después de todo, acababa de cogerme delicioso, hubiera sido egoísta de mi parte impedírselo.
-Bueno, te veo a esa hora mamacita, espero te veas igual o más rica.

Dio media vuelta y salió de la habitación cerrando la puerta, caminé hasta el baño y me metí a la regadera, tenía que bañarme después del encuentro con mi chofer así que me quité la jaula para limpiarla con cuidado; terminé de asearme y salí a la habitación envuelta en una toalla, para escoger el atuendo de esa noche así que puse manos a la obra.

Lo que sucedió esa noche se los cuento en otra ocasión, pero pueden estar seguros que les encantará.

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