viernes, 15 de marzo de 2013

Muy Puta En Una Fiesta De Disfraces

AUTORA: MARTITA CLOSET



Para los que no me conozcan, me presento. Me llamo Martita, tengo 23 años, y soy travesti de closet. Me encanta ponerme lencería de mujer y ver cómo mi culo anchito y tragón se come los tanguitas y las braguitas y mostrarme así por Cam, me da mucho morbo. Hoy, por primera vez, incluyo una foto para que podáis ver cómo es mi culito.

Pues bien, lo que hoy vengo a contaros fue muy morboso para mí, ya que era la primera vez que me vestía de mujer fuera de mi casa. Pero no lo hice para salir a ligar ni nada por el estilo, sino sólo en plan diversión, ya que era una fiesta de disfraces. Además, lo que me llevó a animarme del todo es que esta fiesta tuvo lugar lejos de mi ciudad, por lo cual era una ocasión idónea para que pudiera vestirme sin que nadie me reconociera.

La historia es que fui a visitar a un amigo que está estudiando en una gran ciudad, así que no pensaba que iba a hacer nada y no me llevé ropita. Llegué el viernes por la tarde, y por la noche nos fuimos a cenar por ahí y estuvimos hablando mucho tiempo, aunque no salimos a beber ni nada. Al día siguiente, la novia de mi amigo venía para pasar la tarde y la noche con él, y me dijo que habían quedado en el piso de un conocido y que iban a estar toda la noche allí. Lógicamente, para que yo no estuviera solo en casa, mi amigo me dijo que fuera, que le sabía mal que hubiera ido adrede a verle y tuviera que pasar solo la noche. Así que yo me imaginé la situación: una fiesta en la que nadie me conoce y encima dentro de un piso, sin salir a la calle ni encontrarme con gente rara, ya que se supone que los que iban a la fiesta eran también conocidos de mi amigo y no eran gente problemática.

Así que salimos por la tarde a comprar algún disfraz que nos pudiera valer, y yo ya tenía la mente en otras cosas, sabía que podría ser mi ocasión para estar vestido de mujer a mis anchas. Además, mi cuerpo no es delgadito y contoneado como el de una chica de mi edad, así que un disfraz podría disimular a la perfección aquello que no encajara. Al final nos decidimos por comprar unos disfraces baratos y mal hechos, pero que servían para salir del paso. Compramos unos de bruja, que venían con la careta de goma, el gorro y la peluca, y una túnica larga con dibujos de estrellas y calabazas de Halloween.


Como aún quedaban unas horas para ir a cenar y a la fiesta, le dije a mi amigo y su novia que quería comprarle algún regalo a mis padres, y ellos se marcharon a casa, indicándome la parada de metro que me dejaría de vuelta en casa de mi amigo. Una vez solo, no me lo pensé dos veces y me dirigí rápidamente hacia algunos grandes almacenes. Mi plan era ponerme por debajo del disfraz lencería de mujer; a lo mejor nadie me la vería, pero no podría ni imaginar la sensación de andar en tanguita y en medias por allí, rodeada de desconocidos. Como no me atrevía a ir a una tienda de mujeres aunque estuviera lejos de casa, me fui hacia los grandes almacenes, y lo primero que hice fue comprarme la lencería. Elegí un conjunto de culote y sujetador de color negro, y luego cogí un tanga aparte, para poder ponerlo debajo del culote y así no descubrir todo el pastel enseguida; me encanta hacer eso…

Cogí unas medias negras totalmente opacas (ya que no llevo las piernas depiladas) y un cinturón ancho de los baratos, de color plata. La verdad es que todo lo que cogí para probarme sabía que era de mala calidad, que con dos lavadas se estropearía, pero sólo lo quería para salir del paso ese día. Me metí en el probador y me moría del gusto. La talla del conjunto de lencería era la perfecta para que el culote me marcara muy bien la figura, se quedara bien ceñido a mi culito ancho, pero son apretarme, y el tanga se me metía en la rajita que era una gozada. Cuando me puse por encima las medias no os podéis imaginar cómo me empalmé, ¡me encantó ver cómo se marcaba mi culito! Parecía una señora de estas culonas cuarentonas que les encanta ir ceñidas.

Lo compré todo: el conjunto, el tanga, las medias y el cinturón, tenía un plan muy arregladito si me salía bien. Al salir del centro comercial, vi una tienda de dulces, y entré a preguntar si por casualidad vendían globos. Cuando me visto en casa, si no tengo mis tetitas postizas a mano, me pongo dos globitos más hinchados que menos para parecer más pechugona y sensual. Tuve suerte, y me llevé media docena (por si acaso) de globos color rosa. Realmente era muy difícil que pudiera vestirme como yo tenía pensado, pero la ilusión no me la quitaba nadie. Seguramente en la fiesta me vendría abajo, además estando mí amigo por allí, y no tendría valor para nada más que para llevar la lencería por debajo de mis pantalones, pero con eso ya me valía.
Cogí el metro y, aunque me costó 20 minutos y una llamada de móvil llegar a casa de mi amigo, al fin lo logré. Él y su novia iban a llevar una mochila con la chaqueta y algo de ropa para cambiarse luego y salir de fiesta si se agobiaban en el piso, y me pareció una opción perfecta. Le dije que si podían dejarme a mí una mochila, y me dijo que por supuesto. Así que me preparé con más ilusión que dedicación. Me puse el tanga y el culote por debajo y unos pantalones de chándal para ir cómodo. No me puse camiseta, ya que con la túnica del disfraz tendría calor. Me la puse por encima y me coloqué en las zapatillas una especie de funda de tela que venía con el disfraz, que aparentaba unas botas de bruja acabadas en punta, aunque no era gran cosa.

En la mochila coloqué una camiseta y unos vaqueros por si no íbamos a cambiar, aunque yo tenía otra idea de la noche, y en el fondo puse una bolsita de papel con el sujetador, los globitos, las medias y el cinturón. Me puse la peluca desaliñada, el gorro y la careta y para allá que nos fuimos mi amigo y yo vestidos de brujas y su novia con un disfraz ángel de color blanco, que por cierto, no le quedaba nada mal. Ella tiene buen cuerpo, pero su cara no es demasiado celestial, que digamos.

En fin, que al final llegamos a la fiesta. Creía que me moría en el metro con las miradas de la gente, que se reía de nuestros atuendos tan poco agraciados. La verdad es que el ambiente en la fiesta no estaba nada mal, el piso era muy grande, abría unas cincuenta personas allí y la música me gustaba. Había mucha comida y pudimos cenar a gusto. Mi amigo me presentó a sus colegas y estaba realmente bien con ellos, aunque eran un grupo reducido, unas cuatro o cinco personas, y estuvimos casi todo el rato con ellos. Bebimos mucho, sobre todo cerveza, ya que era lo que mejor entraba, y parece que la novia de mi amigo se pasó un poco, ya que empezó a sentirse mal y se fue al baño a vomitar. Serían como las doce de la noche, y me dijeron que nos fuéramos que ella no se sentía bien. Aunque para mí era muy pronto, accedí, ya que tenía que dormir en su casa y no podía hacer otra cosa, pero uno de los conocidos de mi amigo me dijo que si quería que me quedara, que él también dormía en la casa de mi amigo que le pillaba más cerca y podría acompañarme después. La verdad es que me pareció bien, yo aún no quería marcharme, incluso mi amigo dijo que le parecía perfecto y que acostaría a su novia y luego volvería, algo que todos sabíamos que no iba a pasar.

Pues ellos se marcharon, y yo me quedé allí, con mi disfraz de bruja y la mochila colgando en la espalda sin ni siquiera acordarme de lo que llevaba. Entablé una conversación bastante animada con aquellos conocidos de mi colega sobre música, tenían gustos muy parecidos a los míos, y seguimos bebiendo y bebiendo. Total, que a las dos o así ya íbamos bastante cocidos. La conversación fue derivando hasta que el final nos pusimos a hablar de sexo, de las tías que había en la fiesta, y cómo todos seguíamos con la máscara puesta, no se le veía la cara a ninguna y todas estaban buenas a aquellas horas y con la bebida que llevábamos.
Al cambiar la conversación hacia el sexo, recordé lo que llevaba en la mochila y el tanga que tenía clavadito en el culo (me había acostumbrado tanto que ni lo notaba). Así que no me lo pensé dos veces, supe que era una ocasión perfecta para mí. Me llené de nervios y busqué por toda la casa unas tijeras. Después de preguntar mucho, al final me hice con unas, y me metí en el baño de una de las habitaciones de matrimonio. Me quité los pantalones de chándal y los puse en la mochila, me coloqué bien el tanga y el culote y me puse las medias, con las zapatillas que parecían botas de bruja estaba súper mona! Hinché los globos hasta un tamaño considerable y me coloqué el sujetador, la verdad es que se veían muy bien paraditas. Con las tijeras recorté por las rodillas la túnica de tela barata del disfraz, y me puse el cinturón, que casi parecía de juguete. Me estiré un poco la túnica, para que abombara un poco, y me subió hasta medio muslo. La verdad es que me quedé de piedra cuando me vi el cuerpo en el espejo, parecía toda una putita, con unas buenas tetas paraditas que la túnica ceñía sólo lo justo, y un vestido que parecía una minifalda suficientemente corta para dejar ver un culito ancho y tragón, bien respingón, listo para que le diesen una buena palmada.
Logré esconder un poco mi pollita empalmada, ya que me había puesto a cien. La máscara, la peluca y el gorro eran ideales para taparme el rostro y parecer una chica como otras, ancha de caderas y con unas piernas más gorditas que las de una chica delgaducha y con tipazo, pero que me hacían pasar por una tía entradita en carnes y pechugona, lista para sobar rico.

Salí del baño con mi mochila colgada como antes, pero reconvertida en putita. El alcohol me había desinhibido por completo, y no tenía miedo a nada, y más en un piso donde no conocía a casi nadie. En la habitación había dos parejas enrollándose, una en la cama y otra en un sillón, salí como si nada, sin apenas mirar, y el piso la verdad es que estaba casi a reventar, era muy difícil caminar y no chocarte con nadie, la gente bailaba y el alcohol hacía el resto con la falta de equilibrio. Caminando, noté alguna que otra palmada rápida en mi culo, y eso me volvió loca, aunque supe contenerme y no excitarme con exceso, haciendo como que no me había dado cuenta.

Me dirigí a la cocina para ponerme un cubata fresquito, intentando alejarme de la zona donde sabía que estaban los conocidos de mi amigo, ya que ellos reconocerían el disfraz y sí sabían que era un chico. Ya en la cocina, eché un vistazo hacía el lugar del salón donde estaban antes y no los vi, así que me tranquilicé y pensé que se habrían ido, algo que me dejó bastante tranquila. Pero de repente recordé que tenía que volver a casa con uno de ellos, que iba disfrazado de cura, con sotana y todo. Me puse a mirar más insistentemente, pero no lo encontré, además, como iba de negro, era muy difícil distinguir nada con la poquita luz que había y la cantidad de gente que estaba vestida de oscuro.
Me entró el pánico, y me quité la mochila para coger el móvil y llamar a mi amigo y decirle que había perdido al chico que me iba a llevar a su casa, a ver qué podíamos hacer. Dejé la mochila en el suelo y me agaché para buscar el móvil. De repente, noté que me sobaban el culo con descaro, y aunque me agradó, era tan descarado que no podría hacer como que no pasaba nada y me giré de golpe. Cualquier fue mi sorpresa al verme allí detrás al cura, con una máscara de goma del jóker de Batman y la sotana mojada de un vaso que le había caído encima. "¿Me buscabas?" Me dijo. Yo, totalmente desconcertada por saber que me había descubierto y que probablemente se lo contaría a mi amigo, le dije que sí, que pensaba que se habían marchado y no sabía cómo volver.

Él me dijo que los demás se habían ido y que él también quería marcharse, y se había quedado allí expresamente para buscarme y acompañarme a casa. Mientras me decía todo esto, me tenía convida por la cintura. Yo estaba tan asustada por pensar que me había quedado sola por un momento que ni me percaté de su mano. ¿Te has puesto muy sexy, ¿no?", me dijo mientras su mano bajó de nuevo a mi culo y entonces reaccioné y le dije que era una tontería, que entre el alcohol y las conversaciones me había picado el gusanillo y me había vestido así para hacer al coña.

Creo que no le convencí para nada, ya que me dijo que lo acompañara y nos fuimos a una habitación en la que estaba casi a oscuras y había una pareja enrollándose en la cama. Aquellos ni nos miraron, supongo que allí debía ser típico eso, no sé. Yo le dije que no era gay, pero que me gustaba vestirme de mujer y que lo hacía de escondidas en casa, supongo que el ir bebido me dio el valor necesario para contarlo. Él me dijo que era heterosexual, pero que siempre había sentido morbo por los travestis, y me acariciaba el culo. Yo pude ver por el bulto en su sotana que estaba bastante empalmado, y eso me estaba poniendo a cien. Como sabéis, nunca me han metido una polla en mi culito y no pensaba que mi primera vez fuera a ser así, y no me equivocaba. Le dije que nunca me habían follado, que sólo había guarreado por Cam y había chupado la polla de una transexual, y él me dijo que no, que no quería follar con un tío, que eso no, pero que le había dado mucho morbo saber que yo era hombre y verme así vestida, y que se había calentado mucho.
Mientras estábamos diciéndonos todo esto, la pareja que se enrollaba en la cama se marchó, y nos dejó la habitación para nosotros solos. No pude contenerme y le toqué el bulto. Vaya polla tenía, tan empalmada y dura que me moría de ganas por verla. Me dijo que si quería seguir adelante y si estaría dispuesta a masturbarlo, le dije que sí, que esa noche no me iba a echar atrás ante nada.

Le subí la sotana del disfraz, y comprobé que no llevaba pantalones, solo calzoncillos. Se la toqué por encima de los calzones y de inmediato oí sus gemidos. No quería ver su cara, así que no le guité la máscara, pero ambos nos las subimos hasta la nariz, dejando ahí el anonimato pero viendo nuestras bocas. Antes de sacarle la polla, me dijo que quería ver las bragas que se me marcaban en las medias y ese sujetador, así que me levanté la túnica del disfraz hasta el cuello, y él me quitó las medias y las zapatillas. Alabó lo sexy que me veía con esa lencería y le encantaron los globitos que hacían de mis tetonas. Entonces me incorporé y le quité la sotana del disfraz por completo, le bajé los calzoncillos y pude ver esa pollita dura y bien empalmada que me parecía gloria. La miré, la acaricié y le puse la lengua encima cuando pude. Era una sensación nueva para mí, lamer la polla de un hombre, qué gozada!! Dios, era incluso mejor de lo que me había imaginado, disfrutaba como un bebé chupando y lamiendo, sobre todo oyendo los gemidos del amigo, que me empujaba la cabeza con delicadeza hacia su polla.

De repente, me pidió que parara. Yo pensaba que realmente me quería follar, porque me dijo que quería ver ese culo rellenito de carne y tragón que adivinaba con las medias puestas. Me dijo que ya me había dicho que no quería follar, pero lo cierto es que hizo quitarme el culote y el tanga y ponerme en cuatro sobre la cama. Se acerco a mi culo, lo olió, lo lamió y lo mordisqueó durante unos cinco minutos, yo estaba tocando las estrellas! Pero de momento me hizo tumbarme tal y como estaba, con el culito hacia arriba, me pidió que lo pusiera en pompa, y él acercó su polla, la colocó entre mis nalgas bien sujeta, y me cogió cada nalga bien fuerte, presionando su polla entre ellas. ¡El muy cabrón se estaba haciendo una paja con mi culo! Movía su polla arriba y abajo con mis nalgas apretadas, como si hiciera un sándwich, y yo me movía como una zorrita en celo, disfrutando del momento.

Mi polla estaba medio aprisionada, pero todavía pude alcanzar a pajearme mientras él se movía por mi culo, era una sensación exquisita, era lo más cerca que había estado de ser poseída totalmente por un hombre. De repente, se paró y me hizo girarme, me sentó en la punta de la cama y, cuando yo ya iba a cogerle aquella herramienta para seguir chupándola, se hizo una paja y se corrió rápidamente sobre mis dos globitos, como si fueran las tetas de toda una putita. Aquello me encantó, aunque me quedé con ganas de comer más polla, ahora que lo había probado no quería parar!

Enseguida comprendí que aquello se había acabado, así que los dos nos vestimos. Yo me puse de nuevo el tanga, pero dejé la lencería, las medias y los globitos en aquella habitación, y me puse los vaqueros y la camiseta que me había dejado en la mochila. Nos fuimos de la fiesta con las máscaras aún puestas, sin querer vernos la cara, y sin apenas decirnos nada. Me llevó en coche hasta casa de mi amigo, y no quiso quedarse a dormir como antes había dicho.

Tuve que despertar a mi amigo para que me abriera. Cuando entré en la habitación, me puse el pijama y me hice una santa paja a la salud de la polla de aquel cura con mi tanga rodeando mi polla mientras me la meneaba. El tanga lleno de semen fue a parar a la basura al día siguiente, y después de comer cogí el tren de vuelta a mi ciudad, pero me quedé con mi mejor experiencia travesti hasta el momento, haber tragado por primera vez la polla caliente de un hombre.

Espero que os haya gustado, a mi me hizo sentirme la más perra del mundo. Como siempre, podéis escribirme al correo y podemos quedar por allí para agregarnos y vernos por Cam o, quien sabe, algo más. Espero vuestros emails.

Un tierno beso en vuestras pollitas.
Martita Closet

6 comentarios:

  1. Tambien me encanta ponerme lencería de mujer, me siento zorriiiiisima,es una pena que te haya dejado a medias, a mi me encanta acostarme con zorras como nosotras, somos mas viciosas y morbosas

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  2. anónimo me gusta vestirme desde siempre de putica y aserlo con mi esposa

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  3. Toda la vida desde pequeno me intereso ropa femenina cuando me castigaban usando pantaletas y vestidos cosa que me fue gustando hoy dia apesar de tener varias parejas mujeres las copio igual su feminidad siendo penetrados vestido de mujer poseo toda coleccion de orendas femeninas para uso diario lo cual va con mi buena figura de gluteos y bustos

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  4. Genial!. Me he puesto super caliente... Con ganas de tragarme esa polla.

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  5. Me gusta vestirme de zorrita ahora traigo cachetero y me gusta comer mucho soy de México y quisiera contactar a alguien para que me haga suya

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  6. Es hermoso vestir de nena y jugar con similarez a ser lesbis. Besos

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